El reportero Mario Vargas Llosa

***SNN
por rubendariobuitron

Cuando publicó La casa verde, una de sus primeras novelas, alguien le preguntó a Mario Vargas Llosa cuánto tiempo le llevó viajar por la amazonía peruana y conocerla tan bien como la describe en el libro.


La respuesta que dio MVL me conmueve hasta ahora: “Casi no conozco la selva peruana, pero para escribir mi novela leí unos 400 libros sobre botánica, fauna, flora, geografía, ríos, montañas, pueblos, etnias, idiomas, hábitos, costumbres, maneras de convivencia familiar, formas de las chozas o las casitas…


MVL leyó 400 libros para escribir uno. Igual que el maestro Kapuscinski, que decía que para escribir un libro necesitas leer al menos 1.000.


Lo que hizo MVL para escribir su novela (sus novelas, como por ejemplo La fiesta del Chivo) es reportería documental y reporteríoa humana, ni más ni menos. Es decir, aplicó técnicas básicas del periodismo para construir sus historias.


“Para cada libro que publica hace un trabajo de investigación y pesquisa histórica y literaria tan ardua y prolija que no debería extrañarnos que sus novelas sean tan realistas como lo son y sus ensayos tan documentados como usualmente suelen ser, dice uno de sus biógrafos.


Según ese biógrafo, cuando MVL no tiene tiempo u oportunidad de investigar o revisar todo el material necesario o la bibliografía requerida para escribir una nota periodística que difícilmente sobrepasará las 1000 palabras, prefiere no escribir nada.


El talento, el genio, las musas, la inspiración, etcétera, no son sino fruto del trabajo duro. Tanto así que el propio Vargas Llosa dijo un día: “He llegado a la conclusión de que si uno no tiene talento, puede provocárselo a base de trabajo”.


No hay que olvidar, además, un detalle clave al hablar del periodista Vargas Llosa: ”Después de dejar el Colegio Militar Leoncio Prado, y antes de concluir sus estudios secundarios, Mario fue llevado por su padre (gerente de una agencia internacional de noticias) a hacer prácticas como periodista al diario La Crónica”, dice el libro “Reportero a los quince años” (2005) del historiador Juan Gargurevich.


Según Gargurevich, “era el verano de 1952 y en el Perú gobernaba el dictador Manuel Odría, así que no debe sorprender que mucho de la historia del “Zavalita”, de Conversación en La Catedral (1969), esté basada en esa experiencia del joven “Varguitas” en La Crónica”.


Juan Gargurevich narra también que en aquella temprana incursión periodística, MVL no escribió en absoluto sobre temas literarios o culturales.


“En el tabloide La Crónica trabajó como redactor de noticias bajo las órdenes del periodista Gastón Aguirre Morales y del jefe de noticias policiales, Luis Becerra. Además hizo amistad con otros redactores -Carlos Ney (“Carlitos”), Milton von Hesse (“Milton”)- quienes con el experimentado Becerra integraban un grupo bohemio que solía terminar las noches en algún prostíbulo”.


“Al enterarse de estas actividades “extra-laborales”, fue el propio padre de Mario quien hizo renunciar a su hijo.


En “Vargas Llosa en La Crónica”, Gargurevich rememora las vivencias del escritor y reproduce algunos de sus artículos.


Cuenta también la conmoción que causó entre los periodistas limeños la aparición de Conversación en La Catedral, pues muchos de ellos se vieron representados.


Entre sus notas periodísticas recuperadas figuran algunas notas policiales y también las crónicas con las que participó en la sección “Nuestros redactores”, entre ellas “Algunas consideraciones sobre el chiste”, “Cuidado con las boticas” y “Un espectáculo sensacional”, esta última sobre el catchascán”, entonces tan popular que hasta Roland Barthes le dedicó el primer ensayo de Mitologías.


El MVL reportero fue lo que fueron muchos periodistas latinoamericanos de los años 50 y 60: es el bohemio periodismo limeño de aquella época, con sus ambientes característicos. El eje era el periódico, pero también estaban los restaurantes, las comisarías y los prostíbulos, infaltables en las novelas iniciales de MVL.