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¿Vida moderna?
Karla Pesantes
Cada año se producen de 40 a 50 millones de abortos en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud. Tipificado como delito en varios países, su despenalización sigue generando controversia.
Doce de septiembre, cinco grafitis pro abortistas llaman la atención de los transeúntes en la provincia de Santa Elena. Son claros: un número de teléfono celular promete “aborto seguro”. Las autoridades educativas y el clero de la ciudad reclaman. Logran que el Fiscal de la Provincia cierre la línea telefónica pero las activistas de Salud Mujeres, impulsadoras de la idea, se declaran en rebeldía y abren un nuevo número. Quince días más tarde, alrededor de 10 mujeres de otro colectivo feminista se desnudan frente a la Fiscalía General en Quito. La finalidad: abogar por la despenalización del aborto en el país.
No son hechos aislados. Tienen como punto de partida reuniones de jóvenes menores de 25 años en Quito. Ellas luchan por eliminar al aborto del Código Penal, que lo sanciona con seis meses a cinco años de prisión para la mujer que se lo practica y el médico practicante. Las organizaciones involucradas son la Coordinadora Juvenil por la Equidad de las Mujeres (CPJ) y Salud Mujeres, ambas con sedes en Guayaquil, Cuenca, Santa Elena, y Machala. Para lanzar la línea telefónica realizaron campañas en estas ciudades.
En Guayaquil, en junio de 2009 desplegaron un cartel con el número de celular en el Faro del Cerro Santa Ana. En Cuenca y Santa Elena, los grafitis fueron la estrategia en junio de este año. Salud Mujeres fue la pionera en lanzar una línea telefónica para facilitar el aborto en Latinoamérica, y en 2010 asesoraron a otros colectivos de feministas en Perú y Chile para instalar un servicio similar.
El aborto ha sido un debate de siglos en países de diversas religiones y creencias. La Organización Mundial de la Salud (OMS) alerta que existe un aborto inseguro por cada siete niños que nacen. Globalmente ocurren alrededor de 40 a 50 millones de abortos anuales; 20 millones de ellos son considerados ilegales y en condiciones anti higiénicas. En Ecuador, el propio Ministerio de Salud Pública reporta 125 mil interrupciones de embarazos al año, el 90 por ciento hechos por adolescentes.
No muy alejadas de estas cifras también hay organizaciones en el país en contra de la práctica abortiva y que abogan por la vida desde su concepción. Familia y Futuro y Asociación por la Vida son solo una muestra. Si existe una característica que comparten ambos colectivos, a favor y en contra, es precisamente la corta edad de sus integrantes. Hoy son los jóvenes quienes hablan y enfrentan posturas.
Aló, ¿necesito ayuda?
“Estoy embarazada y no sé qué hacer”. Una voz femenina del otro lado del teléfono pide unos minutos para devolver la llamada. Tres minutos después, se aconseja ingerir la pastilla Misoprostol. “Damos información pública que está en Internet, pero que mujeres de bajos recursos no tienen acceso ni saben cómo utilizar”, asegura Cristina Vera, vocera de Salud Mujeres.
Puntualiza que recomiendan la pastilla hasta la semana 12 del embarazo, porque según la OMS, el aborto se define como la terminación espontánea o provocada de una gestación antes de la semana 20, contando desde el último día de la menstruación normal y cuando el feto no es capaz de sobrevivir fuera del vientre materno.
Según datos de Salud Mujeres, el 90 por ciento de las adolescentes llaman cuando su estado es menor a las 12 semanas. Sólo un reducido número lo hace en etapas avanzadas y por lo general están acompañadas de parejas o amigas. Reciben llamadas de mujeres desde los 13 hasta los 40 años y son atendidas por las 15 jóvenes de la organización. Desde el 2008, cuando se inauguró el número telefónico, han recibido ocho mil llamadas, un 30 por ciento para pedir indicaciones de la pastilla, el resto solicitan consejos de métodos anticonceptivos.
“Trabajamos por la despenalización del aborto pero dentro de todo el trabajo, la línea es una acción directa para dar herramientas a las mujeres que han decidido abortar y que lo hagan en buenas condiciones”, agrega Vera. Pero, ¿tiene una niña de 13 años la capacidad moral e intelectual para decidir sobre su cuerpo y terminar con un embarazo? Quienes forman Salud Mujeres así lo creen.
Hacia la despenalización
Según Salud Mujeres, la razón principal para la despenalización es regularizar las clínicas clandestinas que facilitan un aborto y que el Estado pueda garantizar la práctica mediante servicios gratuitos y legales. Las estadísticas del colectivo indican que el 80 por ciento de los abortos se realizan en un centro médico clandestino, el otro 20 por ciento en consultorios médicos privados. Una intervención de este tipo puede costar entre 20 dólares a 1.500 dólares. Actualmente, el aborto en Ecuador se encuentra penado en los artículos 441 al 446 del Código Penal, aunque con excepciones en el artículo 447, permitido para proteger la vida de la madre; y cuando el embarazo ha sido resultado de una violación o estupro en una mujer con deficiencia mental. Sobre este tema, María Parducci, abogada de la Fundación Familia y Futuro, dice que legalizar el aborto destrozaría el marco jurídico; y que el derecho a la vida quedaría subordinado al interés de la madre o su pareja.
“La realidad es que el aborto sucede porque los abortistas aprovechan que las madres no pueden ver a sus hijos en sus vientres, si los vieran golpearían al que insinuare hacerlo”, enfatiza Parducci. Como abogada de la Fundación, las charlas que dicta son enfocadas a la planificación familiar alejadas de una “mentalidad anticonceptiva”, la cual, según ella, es equivocada porque enseña a los jóvenes que los hijos son una carga en contra de su realización personal.
Si la ley en Ecuador es clara frente al aborto, la última Constitución de 2008 aprobada en Montecristi no lo es, según los grupos pro vida. En su artículo 45 señala que las niñas, niños y adolescentes gozarán de los derechos comunes… El Estado reconocerá y garantizará la vida, incluido el cuidado y protección desde la concepción. Pero en la misma Constitución, en el artículo 66, se habla del “derecho a tomar decisiones libres, responsables e informadas sobre su salud y vida reproductiva y a decidir cuándo y cuántas hijas e hijos tener”.
Grupos pro vida siguen descontentos con este numeral puesto que aún sin mencionar el término aborto deja la puerta abierta para la supresión de un embarazo. La objeción está en la frase “el poder de decidir cuántos y cuántas hijas quieren tener”, que no especifica si esta decisión puede ser tomada “antes o después de la concepción”. Es un tema conflictivo, con criterios basados en la igualdad, el derecho a decidir de las mujeres versus el derecho a la vida de un bebé sin nacer y la protección del feto desde su concepción. Son dos posturas que difícilmente encontrarán un punto medio.
En Latinoamérica, ¿Qué ocurre?
Con la despenalización del aborto en el Distrito Federal de México en abril de 2007, el tema volvió a las agendas de otros países en Latinoamérica incluyendo Ecuador. Un mapeo de la legislación actual sobre el aborto en América Latina arroja que Nicaragua, El Salvador, Honduras, Venezuela y Chile describen al aborto como un atentado contra la vida en cualquier circunstancia. Mientras que las leyes en Uruguay, Paraguay, Argentina, Bolivia, Perú, Brasil, Colombia, República Dominicana, Panamá, Costa Rica y Guatemala son más flexibles y eximen de penas a la mujer que se practicó un aborto, si se comprueba que su vida estaba en peligro o que fue víctima de abuso sexual o violación. Sólo en Cuba y Puerto Rico, las mujeres pueden interrumpir su embarazo en cualquier período.
¿“Es mi cuerpo y decido sobre él”?
Seis jóvenes de 17 a 24 años integran la Coordinadora Juvenil por la Equidad de las Mujeres y representan el brazo logístico de Salud Mujeres en Ecuador. “Casi todas nosotras hemos pasado por una experiencia de aborto y creemos que es importante que otras chicas tengan acceso a una práctica segura para que su vida no corra peligro”, dice Zarahí Maldonado, vocera del grupo. Junto a sus compañeras han contestado las llamadas de la línea Aborto Seguro desde sus inicios en 2008. ¿Por qué lo hacen? “Creemos que la mujer tiene derecho a decidir sobre su cuerpo y se debe respetar la libertad de pensamiento y conciencia. Si el Estado es plural como dice serlo debe garantizar nuestras decisiones”, dice.
De acuerdo con Zarahí, las organizaciones feministas apuntan a una tarea más ardua: la despenalización social del aborto, “esto implica cambiar una cultura, creencias establecidas y hacerle frente a un discurso dominante de machismo y sumisión”, agrega la joven de 23 años.
“No es solo el cuerpo de la mujer”
Genéticamente, el óvulo fecundado posee células y características distintas a los cromosomas del varón y mujer que provocaron la fecundación. Basados en esto, colectivos en contra del aborto, como Asociación por la Vida, establecen que el argumento de los grupos feministas de que sea “la mujer quien decida sobre su cuerpo” no es válido. “Pueden decidir sobre ellas pero interiormente ya tiene a otra persona sobre la cual no pueden decidir y más bien deben proteger y defender”, explica Paola Alprech, vocera del grupo, con sede en Lima. Erika Chacón de 23 años, una de las integrantes de Asociación por la Vida, indica que su rol no es salir a las calles con carteles y enfrentar a los colectivos pro- abortistas sino más bien impulsar lo que llaman “un verdadero sentido de la sexualidad”, basado en la abstinencia y castidad. “Creemos que el aborto no detiene el problema de los embarazos precoces o niños sin padres, y al contrario, genera un síndrome postaborto en las mujeres y complicaciones en su salud”, expresa.
¿Un medicamento seguro?
Sandra tomó las pastillas una tarde y al cabo de dos horas comenzaron los efectos. “Derramé unos coágulos cuando fui al baño y tuve unos cólicos tremendos. Luego vomité todo”, dice la joven de 21 años. Cuando quedó embarazada y con miedo de contarle a sus padres buscó junto a su mejor amiga un medicamento que había escuchado era efectivo. Así lo fue, dos días después de dolor, contracciones y náuseas abortó un feto de siete semanas de gestación. Según el médico internista y farmacólogo, César Mariscal, la pastilla Misoprostol es altamente abortiva en un 77 a 92 por ciento durante las primeras siete semanas de embarazo. Pero debe ser administrado bajo vigilancia médica y con tres visitas periódicas al doctor. “No tiene mayores efectos colaterales, algunos pacientes sufren de diarrea, cólicos y enrojecimiento de la piel. La vida no se pone en peligro al tomarla”, indica Mariscal. El medicamento, que no es de venta libre, fue creado para disminuir el riesgo de úlcera gástrica en pacientes que ingieren antiinflamatorios, y hoy ha sido reemplazado por otros fármacos mejor tolerados. Pero, cuando se toma en estado de embarazo, uno de sus efectos adversos es inhibir que el feto se asiente en el útero.
Curiosamente, la FDA (Food and Drug Administration) reportó en 2005, cinco muertes en los Estados Unidos por infecciones bacterianas luego de usar Misoprostol para provocar un aborto, debido a que las dosis tomadas no produjeron la expulsión total del feto y los restos en el útero no fueron extraídos a tiempo. Por ello es indispensable que el útero de la mujer sea chequeado por un ginecólogo luego del procedimiento. Sólo en 2008, a las maternidades estatales de Guayaquil llegaron 5.400 chicas con síntomas de abortos incompletos, que habían tomado la pastilla y aún tenían rastros fetales en su útero.
Tomado: Revista VISTAZO
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