martes, 5 de octubre de 2010

periodismo es intensidad

***SNN
por rubendariobuitron
La próxima vez que me pregunten qué es periodismo, responderé: intensidad.


Llevo unos 25 años en el oficio y no me arrepiento, para nada, de haber elegido este oficio como razón de vivir.
No cambiaría por nada todo lo que he vivido en un país al que las agencias internacionales de noticias llaman “la frágil nación andina”, una nación donde la política es una pasión, una virtud y una plaga. Una nación donde la política determina nuestra cotidianidad, nuestros sueños, nuestros desencantos, nuestras incertidumbres, nuestro futuro, nuestro destino.


Vivir en Quito y vivir desde esta ciudad la política es doble intensidad. Es caminar por el filo de la cornisa, en andar a ciegas por el borde de un precipicio, es tropezar y caer y volver a tropezar y volver a caer, pero siempre desde la dignidad, desde el orgullo, desde el honor, desde el amor propio.


Ecuador es un país al que la existencia le condenó a que lo lideren personajes incapaces de manejar con sensatez, serenidad y visión sus responsabilidades y, sobre todo, su liderazgo.


Los mandatarios y los dirigentes partidistas desde hace medio siglo son hijos y nietos del doctor José María Velasco Ibarra, un hombre elegido cinco veces para que dirija el país en medio de un fervor que pocos meses después se convertía en frustración, en odios, en círculos de corruptelas, en abusos de poder, en desprecio a la prensa independiente.


Y eso es vivir la intensidad de ser periodista. La intensidad de estar en las calles respirando bombas lacrimógenas, evadiendo disparos de algún militar desquiciado desde un camión que patrullaba la ciudad, temiendo ser el siguiente luego de la desaparición del colega escritor, aprendiendo a engañar al perseguidor cambiando de ruta y de rutina, durmiendo en condiciones difíciles mientras te dicen que cualquier momento puede haber un bombardeo del enemigo, viviendo largos días en una isla de Galápagos compartiendo con un grupo de élite militar la desesperación por apagar un incendio, amaneciéndonos junto a un grupo de alzados en armas en la Fuerza Aérea a la espera de mitos y tabúes que nunca ocurrieron (cuando el general Frank Vargas anunciaba que “en pocos minutos” llegarían los aviones a lanzar misiles contra el palacio de Gobierno donde se parapetaba el presidente León Febres Cordero…).


La intensidad. La intensidad de escribir un texto en pocos segundos, un texto preciso, impecable, sin errores.

La intensidad. La intensidad de conseguir un dato, de buscar una fuente, de conseguir el teléfono del personaje clave, de esperar la decisión trascendental para poner el titular principal, de escoger la fotografía precisa.


La intensidad. La intensidad de que, en tiempos de odios sembrados desde el alto poder, sientas el orgullo de hacer periodismo limpio, equilibrado, lo menos contaminado posible.


La intensidad. La intensidad de pasarte horas, días, noches, comiendo mal, durmiendo peor, trabajando en equipo, pensando en colectivo, debatiendo a veces hasta el desencuentro personal en busca de la calidad que demanda el lector.


La intensidad. La intensidad de sentir miedo, de sentir que, a pesar del miedo, ahí estás mirando de frente a la muerte o al poder o a la mentira o a la amenaza o a la calumnia.

La intensidad.

1 comentario:

  1. esta informacion me fue muy util..!!! :)
    fue genial entendi todito... :D

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