lunes, 1 de noviembre de 2010

“¡Viva el puente de la unidad!”.

***SNN
JOSÉ OLMOS | BAHÍA-SAN VICENTE / EL UNIVERSO
BAHÍA DE CARÁQUEZ, Manabí. Cientos de personas y decenas de vehículos se apostaron en el puente sobre el estuario del río Chone para cruzarlo por primera vez.


Pobladores se dieron abrazos de unidad al abrirse puente
Domingo 31 de octubre del 2010. Son las 07:31. El ulular de la sirena de una pequeña motobomba marca Izuzu hace que los corazones de cientos de personas latan de prisa. Las hace despertar y ver que en ese instante se convierte realidad un sueño que duró más de 50 años. En este momento comienza un acto lleno de simbolismo, de euforia, de anécdotas, para abrir el tráfico vehicular por el puente más largo del Ecuador, que une a las localidades manabitas de Bahía de Caráquez y San Vicente, separados por el estuario del río Chone.


La sirena anuncia que se abre el puente de 1.980 metros construido por el Cuerpo de Ingenieros del Ejército a un costo de $ 102 millones. Un voluntario del Cuerpo de Bomberos de Bahía ondea una bandera tricolor. Va en la parte alta de la motobomba, que esta vez no intenta apagar un incendio sino que aviva un fuego de euforia.


Tras el vehículo, de Bahía avanza un río de gente por la calzada del viaducto. Por el otro lado, por el norte, de San Vicente se aproxima otra correntada de personas. Cada grupo trae una banda de música que hace redoblar los tambores.


Alexandra Acosta, de 53 años, se ha adelantado y está en la mitad del puente. Tiene en sus manos un adhesivo que lo ha obsequiado personal del Gobierno cantonal de San Vicente. “Yo pasé por el puente”, dice el mensaje. Es de Bahía de Caráquez pero madrugó para cruzar el nuevo viaducto. Al llegar a San Vicente recibió el adhesivo y una banderita. “Estoy contentísima. Voy a ser testigo de este hecho histórico”, afirma.


A su lado está Jerson Rodríguez, de 58 años, su esposo. “Es una obra maravillosa que se soñó hace más de 50 años. Gracias a Dios por haberme permitido vivir para cruzar este puente”, dice este radiotécnico.


Las delegaciones cantonales se encuentran justo al frente donde están Rodríguez y Acosta. Son las 08:03. La gente de uno y otro lado se funde en un abrazo de hermanos. “¡Viva la unidad de los pueblos!”, grita un hombre. Carlos Mendoza, alcalde de Sucre, cuya cabecera es Bahía, y Humberto García Farina, alcalde de San Vicente, también se abrazan e intercambian las banderas cantonales.


En ese grupo están también los alcaldes Manuel Paneso, de Pedernales, y el de Jama, Álex Cevallos, y la gobernadora de Manabí, María Luisa Moreno. Levantan sus manos y entre todos forman un solo puño.

Cada uno deja rebosar su alegría “por la obra que cambia la historia”. La gente sigue gritando: “Manabí, Manabí, Manabí”... No falta un “¡Viva Manabí carajo!” y un “¡Viva Rafael Correa!”


Y la alegría rebosa. Entre la gente está Paola Rosales. Es de San Vicente y afirma orgullosa que el puente es su regalo, pues cumplirá 16 años el miércoles 3 de noviembre, el día en que el presidente Rafael Correa inaugurará la obra. “Es algo bonito lo que estoy viviendo. Hemos venido a unirnos los cantones y ahora podremos pasar de un lado a otro en minutos. Quería vivir este momento inolvidable, ya después se hará costumbre cruzar por aquí”, señala la adolescente.


Las reinas de San Vicente, Antonieta Lara Ronquillo, y de Sucre, Valeria Pico, no dejan de sonreír. Igual está Fabián Intriago, un discapacitado que fue el primero en cruzar el puente en silla de ruedas. El es presidente de la Junta Parroquial de Cojimíes. “Ya podré coger un taxi y cruzar el río Chone por el puente; en la gabarra tenía problemas para embarcar y desembarcar”, señala emocionado.


Gustavo Marmol, de 66 años, y María Maya, de 55, ambos de Bahía, muestran orgullosos un letrero. “Bahía y su gente unidos por el puente y su gente valiente”, se lee.

Y se escucha otro grito: “¡Viva el puente de la unidad!”.


Mezclado entre los cientos de personas, y feliz, está el coronel Pedro Mosquera, quien cumplió las funciones de jefe de obra del Cuerpo de Ingenieros del Ejército. “Es un orgullo, es nuestra obra emblemática, hecha por ecuatorianos exclusivamente”, había dicho minutos antes.


No paran los abrazos y la algarabía. Son las 08:30 y ocurre un hecho anecdótico. Bajo el puente, desde una panga, el concejal Vicente Rea, de San Vicente, cumple una promesa. Se lanza al río con terno, corbata y zapatos. En ese momento, a 100 metros al oeste, lenta, la gabarra San Vicente cruza el estuario cargada de diez carros, cuyos propietarios no decidieron esperar la apertura del puente. Es como si el transbordador quisiera recordar a los emocionados asistentes al acto, su tarea cumplida durante décadas. Era su último cruce. Fue su despedida con dos viajes.


Ya son las 08:53. La gente se ha retirado a la ciclovía, por disposición de la Policía y militares. Juan Pablo Estrada, el conductor, hace sonar de nuevo la sirena de la motobomba. Llega el momento esperado por casi 600 conductores apostados a ambos lados del puente. Comienza su desfile.


La caravana de Bahía la encabeza David Vargas, en un Tucson 2010. Este gerente de una importadora, de 34 años, salió a las 20:30 de Guayaquil con sus amigas Rebeca y Carla Loaiza, Verónica Olvera y Gabriela Pilco. A las 02:30 parqueó su carro en el acceso al puente. “No es que vine por ser el primero en pasar. Veníamos a Canoa, por el feriado, pero cuando supe que iban a abrir el puente, decidimos venir acá primero. Dormimos en el carro”, afirma.


Del lado de Bahía, Galo Rodríguez, quien llegó de Quito junto a su familia, sí ansiaba ser el primero en cruzar el viaducto. Se ubicó a la una de la mañana en su Volkswagen Gol plateado y con su parientes cruzaron a las 08:59 con los faros encendidos, pitando, gritando, rebosantes de alegría.


A ellos les siguieron los casi 600 que estaban de lado y lado. Y les cientos que seguían llegando durante toda la mañana y tarde. Los caminantes participantes en el encuentro, cada uno va a su pueblo, feliz pero los gritos siguen repitiéndose como un eco: “¡Viva el puente de la unidad!”


Se van con el recuerdo de un abrazo de hermanos, aquel que se dieron los Santos, los Rodríguez Cool, Los Mendoza, de Bahía, con los Tafur, los García, los Falcones, de San Vicente.

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