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“Id, contad a Israel desde Beerseba hasta Dan, y traedme el resultado para que yo sepa el número de ellos”, ordenó el Rey David a su jefe militar Joab. Según el libro de Samuel, quien incitó a David “a levantarse contra Israel” y ordenar el censo fue Satán (adversario en hebreo).
Aunque las razones por las cuales David ordenó el censo siguen generando controversia, una mirada retrospectiva apunta a una explicación militar: el Rey, sobre todo, quería saber cuántos eran para conocer quiénes podrían enrolarse en el Ejército y quiénes podrían tributar, comenta el historiador Wladimir Serrano.
Al terminar el censo, Joab reportó a David que en Israel había un millón cien mil hombres “que sacaban espada”; y en Judá 460 000 “que sacaban espada”. Ellos más el resto de la población sumaban unos 5 millones.
Luego del censo, la ira de Yavé cayó sobre Israel, según el relato bíblico: las semanas siguientes 70 000 israelitas murieron por una plaga enviada por Dios, que luego se aplacó por los sacrificios y arrepentimiento del rey David.
El censo fue conocido históricamente como uno de los mayores pecados de David, y desató durante siglos miedos religiosos que frenaron su ejecución en Occidente. Otro temor que generaban los censos se originaba en el cobro de impuestos, que llegaron posteriormente, destaca Serrano.
Quienes mejor aplicaron esta fórmula fueron los romanos. Y uno de los censos, decretado por el emperador Augusto en todas sus colonias, coincidió con el nacimiento de Jesucristo. Esto se relata en el evangelio de Lucas. “Por aquellos días se debía proceder a un censo en todo el imperio' Todos, pues, empezaron a moverse para ser registrados en su ciudad. José también, que estaba en Nazaret, subió a Belén, porque era descendiente de David; allí se inscribió con María, su esposa, que estaba embarazada. Mientras estaban en Belén, María dio a luz a su hijo Jesús”.
En el imperio romano, el ‘Census’ que se realizaba cada cinco años no solo tenía por objeto saber el número de habitantes, sino la cantidad de bienes y la renta de todos los territorios bajo su control, indica un ensayo sobre la historia de la estadística de Hólger Capa, de la Escuela Politécnica.
En la medida en que las conquistas romanas fueron extendiéndose, los ingresos por impuestos siguieron creciendo, al igual que la complejidad de recaudarlos. Los encargados eran los temidos publicanos, subcontratados por el imperio, quienes debían entregar una cantidad fija y quedarse con el excedente.
Entonces se impuso un censo a las provincias y ciudades fuera de Roma. Los censores –según varios historiadores de la época- estaban diseminados por todas partes y trataban a los encuestados como enemigos, prisioneros o esclavos. Se medían los campos en masa, se numeraban los árboles y las vides, se registraban los animales. Y se usaba el mismo procedimiento con los habitantes de las ciudades y de los campos, que eran reunidos en una plaza, así como los grupos de siervos y de esclavos, con todos sus parientes.
Con estos antecedentes, los censos generaron mucho temor y resistencia entre la población.
En el libro ‘El triunfo de los números’, del historiador I.B. Cohen, se documenta que en los siglos XVII y XVIII, el miedo al castigo divino todavía era utilizado por los contrarios a la realización de los censos: por ejemplo, en 1753, cuando la ley de censo era debatida en Inglaterra, Matthew Ridley, miembro del Parlamento, citó el gran número de cartas recibidas advirtiendo sobre el posible acaecimiento de una bíblica desgracia si salía adelante la iniciativa.
El registro de nacimientos y defunciones había empezado en la misma Inglaterra, a inicios del siglo XVI. En 1662, dice el ensayo de Capa, apareció el primer estudio estadístico notable de población sobre las partidas de defunción de Londres.
Con los años, el censo se volvió una parte consustancial para el funcionamiento de los Estados, con base en herramientas científicas. En 1995, la Organización de Naciones Unidas pidió que todos sus miembros realizaran un censo en la siguiente década.
No obstante, la cuantificación de los habitantes es un tema muy sensible, según un estudio de la revista The Economist, pues depende del carácter ambiguo de los gobiernos. Donde los gobiernos son represivos, las personas, prefieren mantenerse al margen del censo, por si la información que provean sea mal empleada. Cuando los regímenes son abiertamente democráticos, los habitantes quieren participar porque estiman que luego serán beneficiadas con mejoras.
En los países comunistas, apunta Serrano, los censos se aplicaron para reformas urbanas. La gente que carecía de vivienda, era alojada en casas más grandes donde sus dueños debieron acomodarse, incluso, en un solo dormitorio.
Ejemplos del mal uso de la información hay muchos. Los nazis usaron los registros poblacionales para cercar a los judíos y ubicarlos en los campos de concentración. Y luego de la Segunda Guerra Mundial, las autoridades estadounidenses fueron parte del seguimiento de americano-japoneses, pasando algunos de sus datos al servicio secreto.
En el 2000, China realizó su censo más reciente. Las preguntas que más suspicacias provocaron, según The Economist, fueron el número de residentes que vivía en cada casa, su sexo y edad. El Gobierno quería saber si el desbalance entre hombres y mujeres era debido a los abortos e infanticidios de las pequeñas si muchas niñas perdidas estaban vivas, pero permanecían ocultas, por temor a retaliaciones oficiales.
Las estadísticas
Hacía el año 3000 a. C. los babilonios usaban ya pequeñas tablillas de arcilla para recopilar datos en tablas sobre la producción agrícola y de los géneros vendidos o cambiados mediante trueque.
Los egipcios analizaban los datos de la población y la renta del país mucho antes de construir las pirámides en el siglo XXXI a. C.
La gran transformación de la Estadística surge de su vinculación al Análisis Matemático a través del cálculo de probabilidades, cuyos orígenes se sitúan a mediados del siglo XVII. Sus impulsores fueron matemáticos franceses.
COMENTARIOS
Andres Estrella
Ya me preguntaba yo cuanto tiempo faltará para que digan: "auxilio los comunistas vienen a cojernos, no demos información, escondan las casas, los carros, el censo es para robarnos las cosas" etc. etc. viven con miedo de la realidad. El censo es algo necesario y siempre ha sido realizado en todos los paises del mundo. Ahora claro, los que tienen cosas que esconder estarán como siempre desesperados. Lo bueno es que la gente ya no come cuento tan facilmente.
RICARDO MARCELO RAMIREZ LOPEZ
Señores, ya basta de desinformar a la gente, que tal si alguien hiciera una campaña para que la gente deje de comprar los periódicos, aquellos que dicen ser independientes, y solo causan un grave daño a la gente, ya que con este instrumento tan poderoso como es la prensa, se puede distorcionar la información, y de hecho se lo ve. Basta de hacer daño al país, señores, cuenten la verdad, por que el pueblo merece una información sin distorción y con ética.
Fuente: EL COMERCIO
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