lunes, 8 de noviembre de 2010

La pugna Policía-militares no es nueva

***SNN
En el Hospital de la Policía. En esta casa de salud, militares y gendarmes se enfrentaron a bala el 30-S. Archivo EL COMERCIO


informe | lunes 08/11/2010 El semáforo en rojo obligó al auto a pararse en las avenidas Patria y 6 de Diciembre (norte de Quito). Las llantas delanteras quedaron sobre el paso cebra y el policía reprendió a sus ocupantes: dos militares con uniforme camuflaje.


Era la mañana del 5 de octubre. Los soldados intentaban llegar al Ministerio de Defensa (centro-sur de la ciudad), pero se detuvieron. Otro policía que llegó en moto los obligó a estacionar a un costado de la Casa de la Cultura.


Pidió la licencia y matrícula y lanzó una frase: “¿Por qué no se portan valientes como la semana pasada en el Hospital (de la Policía)?”. Cinco días antes, militares y policías mantuvieron un enfrentamiento armado cuando soldados sacaron de la casa de salud al presidente Rafael Correa.


Esta fricción entre las dos fuerzas no es la primera en la historia.


La noche y madrugada del 28 de mayo de 1944 atacaron el Cuartel de los Carabineros (policías), cuerpo armado que operaba en La Atarazana (centro-oriente de Guayaquil) y defendía al presidente Carlos Arroyo del Río.


El director de la Academia Nacional de Historia Militar, Fernando Dobronski, recuerda que la embestida, que produjo más de 40 carabineros muertos y puso fin al Gobierno, se produjo por el descontento de los soldados con el entonces Jefe de Estado.


Desde esa fecha, el resquebrajamiento de las dos fuerzas se ha recrudecido con otros duelos en 1965, 1998 y el último ocurrido el 30 de septiembre (ver recuadros). Todos se han producido en lugares ocupados por civiles, como barrios y coliseos. El último cruce de balas se produjo en el Hospital de la Policía. Esto, pese al IV Convenio de Ginebra del 12 de agosto de 1949. En el artículo 18 se señala que “no podrán ser objeto de ataques los hospitales civiles que asisten a heridos, enfermos, parturientas. Deberán ser siempre respetados y protegidos por las partes en conflicto”.


Carmen T. tiene 65 años. Vive cerca al Hospital de la Policía. Con los ataques del 30-S recordó el choque que en los años sesenta protagonizaron policías y militares en el coliseo Julio César Hidalgo. “Recuerdo que mi papá estaba en ese lugar y me contaba que no respetaban ni a los civiles”.


Según la directora de la Asamblea Permanente de DD.HH. (APDH), Aidé Vargas, no se puede decir que el 30-S hubo violación a las convenciones internacionales, porque “nadie ha determinado que hubo guerra”.


Los sargentos que iban en el auto blanco dicen que no participaron en el operativo. Esa noche, uno de ellos incluso discutió con su padre, un policía retirado. “Él me decía que en la ciudad ellos son mejores peleando y que nosotros servimos solo para la selva”.


¿Por qué nació esta rivalidad? Santiago Cabrera, un estudioso de historia en la U. Andina, se remonta a los ataques de 1944. Por 1990 él se formaba en el entonces colegio de la Fuerza Aérea. 20 años después recuerda que entre los alumnos se decía que “los chapas nacieron de nuestras botas”.


De hecho, la actual Escuela de Policías lleva el nombre de Alberto Enríquez Gallo, un general del Ejército que en 1937 presidió la Jefatura Suprema y dictó la Ley Orgánica de la Policía.


Esa escuela funciona en la vía a la Mitad del Mundo, en el mismo sector donde opera el Colegio Militar Eloy Alfaro (Esmil).


La cercanía física aporta a los enfrentamientos. Hace siete años, Sebastián Noriega (nombre protegido) tenía 19 años y cursaba el primer año para subteniente de Policía. Era el mediodía de un viernes, cuando en el bus coincidió con un grupo de alumnos de la Esmil. Un amigo de Noriega cantó el himno de los agentes y gritó “viva los comandos”.


Un militar respondió: “ustedes son una mala copia de nosotros”. Comenzó la agresión y Noriega, quien hasta ahora sigue en la Policía, acabó con golpes en la cara. “Estas anécdotas terminan en cosas serias, como en el Hospital”.


Cinco días después de la revuelta, un oficial que ahora está enjuiciado por el 30-S reconocía que la relación de las dos fuerzas “nunca fue buena”. Otro oficial de la Policía contó a este Diario que a las 14:00 de ese 30 de septiembre acudió al Comando Conjunto de FF.AA. para “apaciguar los ánimos” e impedir los ataques, pero dijo que no tuvo respuesta. El jefe del Comando Conjunto, Ernesto González, señaló que los soldados solamente dispararon al aire.


Un cabo que está junto al oficial enjuiciado recuerda esa escena. “Esos chuspangos nos traicionaron”. Así se refiere a los militares.


El coordinador de la cátedra sobre pueblos indígenas de la U. Andina, Ariruma Kowii, dice que los términos quichuas se degeneraron para denigrarse entre uniformados. En quichua, chuspa significa simple, arrugado. Los sargentos del auto blanco cuentan que también les han dicho chuspangos. Ellos responden con otro calificativo: chapa. “Esos nos detuvieron sin razón”, señala el militar.
Sin levantar sanción alguna, los policías se retiraron.


Puntos de vista


María Paula Romo/ Asambleísta
‘No se dice nada del ataque al H. Metropolitano’
Es una exageración (decir que el 30 de septiembre se violó el Convenio Internacional de Ginebra). Primero hay que determinar las responsabilidades, pues se violaron algunas leyes nacionales en lo que tiene que ver el comportamiento y obediencia de la Policía. Los uniformados se insubordinaron, violaron y agredieron al Presidente, así como a la población civil.


De lo que he leído en la prensa, se está hablando del ataque de las FF.AA. al Hospital de la Policía. Pero no se está diciendo nada sobre el ataque al Hospital Metropolitano durante esa jornada, o de los gases lacrimógenos que la Policía lanzó delante del Hospital.


Francisco Zambrano/ Experto en Derechos Humanos
‘Los DD.HH. se violaron desde las tres partes’
Hubo violación de derechos humanos por cuanto hubo excesos de parte y parte, tanto de las personas que defendían al Gobierno, así como de los miembros de la Policía, que se excedieron en el trato al presidente Correa. También se dio cuando se rescató al Primer Mandatario e intervinieron las Fuerzas Armadas y grupos élite de la Policía. Hubo excesos porque utilizaron balas reales. Inicialmente se decía que eran de goma, pero todos vimos a personas abaleadas y muertas. En las paredes también hubo tremendos huecos, que mostraban lo contrario.


1944
Militares atacaron un cuartel
28 de mayo de 1944. Un poco antes de las 22:00. Los militares gritaban “Abajo Arroyo (del Río, presidente de la República). Abajo el traidor. Abajo el tirano. Viva el Ejército”. Y se tomaron las calles que daban al cuartel de los Carabineros, en La Atarazana. Los Carabineros respondieron con disparos y los resultados se vieron en la madrugada.


Unos decían que la embestida había causado 40 decesos, pero que también los Carabineros habían matado a muchos soldados y civiles que se hallaban en los ataques. Así se reseñan los hechos en la revista número 10 que en el 2008 publicó el Instituto de Estudios Históricos de la Policía (Inehpol).


La narración sigue. Los vecinos gritaban y pedían que todos se escondan, porque los conscriptos se habían tomado el lugar y los militares del cuartel llamado Villamil venían en tropel arrasando con todo. Los Carabineros habían puesto una barricada, para defenderse.


1965
Un juego terminó en disparos
El coliseo Julio César Hidalgo, que está ubicado en la Marín (centro de Quito) y frente al Regimiento Quito número dos, estaba repleto. Policías y militares disputaban un partido de vóley y el juego terminó en incidentes que no quedaron allí.


Cuando los soldados se retiraban en sus camiones, los gendarmes dispararon desde las ventanas del Regimiento e hirieron a un militar. Eso molestó a los paracaidistas, que en ese momento operaban en La Magdalena (sur de Quito). Los soldados convocaron al resto de uniformados y armaron el asalto al cuartel policial. El ataque iba a iniciarse desde la Plaza de San Francisco. En ese momento, el ahora director de la Academia de Historia Militar, general Fernando Dobronski (foto), era jefe de operaciones del Ejército.


Recuerda que recibió una llamada telefónica a su oficina en La Recoleta y le alertaron de un posible conflicto. El uniformado salió de inmediato con su ayudante y al llegar a la Plaza, 150 militares armados alistaban el asalto, pero Dobronski lo impidió. Él tenía mando sobre los paracaidistas y ordenó que se retiren a sus puestos.“Esto es lo grave, porque por cosas tan pequeñas, los resentimiento pasados afloran en una forma violenta, que uno no tiene ni idea”, dice el General en servicio pasivo.


1998
Protestas en un recinto militar
21 marzo de 1998. Una batalla campal se registró entre policías y militares en el interior y exterior de la Academia de Guerra, sitio donde funcionaba la Asamblea Nacional.


El enfrentamiento se produjo cuando miembros de las brigadas barriales, dirigidos por efectivos policiales, rechazaron una posible integración de la Policía dentro de las Fuerzas Armadas. Estudiantes, padres de familia y dirigentes de las brigadas barriales llegaron a Sangolquí en una caravana liderada por la chiva de una empresa turística.


Permanecieron en aparente tono festivo, hasta que se dio la pelea. La turba incontrolable rompió el cerco militar, derribó la puerta principal e intentó ingresar al pleno de la Asamblea.


Los militares dispararon al aire y detuvieron a dos policías que estaban vestidos de civiles. Los gendarmes arrestados fueron el subteniente de Policía Fredy Ávalos Tello y el cabo segundo Rodrigo Rodríguez.

Fuente: EL COMERCIO

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