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Foto: Ilustración: Óscar Yagual/expreso
Al matrimonio se lo define como una institución social que crea un vínculo conyugal, una figura reconocida por normas jurídicas y aceptada por la sociedad. “Es el pilar de la familia”, dijo en alguna ocasión el párroco Federico Gagliardo en uno de sus sermones y defendió los aspectos positivos del mismo; pero hoy, los jóvenes en particular (de 30 años para abajo), huyen del compromiso como si se tratase de una enfermedad mortal. La pregunta es ¿por qué?
“Porque sí pues”, contestó Rolando Robles estudiante de Medicina de la Universidad de Guayaquil. “No quiero compromisos ni responsabilidades ajenas a las mías”.
Como Robles piensan muchos hombres más. De hecho, en la web, en foros y chats, existen miles de argumentos por los que hoy en día las parejas buscan cada vez menos “compromisos y responsabilidades”.
“La principal razón del ‘matricidio’ es la paternidad involuntaria”, dice Roxana Quimí, estudiante de odontología de la U. de Guayaquil. La veinteañera cuenta las historias de amigas cercanas a ella que, tras la visita de la cigüeña, se han visto “obligadas” a casarse.
“Es tonto sí -dice Quimí-, existe cierto tabú a que es obligación casarse y de esa forma muchas familias se han formado, pero por las mismas razones terminan: no se soportan”.
“Los hombres y mujeres no estamos para convivir largos periodos de tiempo”, acotó Miguel Cañarte, estudiante de arquitectura. Él rechaza la figura matrimonial: “la iglesia nos obligó durante años a creer que el matrimonio es una obligación. Mantener un hogar y una familia es caro, no todos tienen la madurez para hacerlo”.
En realidad, todavía existe cierta tendencia femenina a pensar en el matrimonio. “Desde chiquitas nuestras abuelas y mamás nos enseñaron que debíamos casarnos. Es algo que se arrastra”, dice Luz Míguez, “lo cierto es que toda mujer lo desea, ya sea inconscientemente, pero todas quieren casarse”.
Según Míguez, la mayoría de mujeres que se declaran en contra del matrimonio son féminas que o ven muy lejana la posibilidad de comprometerse o simplemente jamás se lo han propuesto. “Yo era una de esas chicas y por eso lo digo”.
El comentario de Míguez resulto ofensivo para muchas entrevistadas. “Yo soy una mujer libre y hago con mi humanidad lo que quiero. Yo decido no casarme y ser libre porque quiero disfrutarme, no por presiones, ni por tradición. La soltería es mi decisión “, dijo Clara Guamán, estudiante de Medicina y activista del movimiento feminista.
Lo cierto es que cada vez son más las personas que ven el matrimonio como una opción menos viable. En el Ecuador, la tasa de matrimonios sigue siendo alta (casi 200.000 matrimonios al año), muy diferente de Europa o los EE.UU., “pero estamos en camino a igualarlos, la vida en esta parte del mundo hace muy complicado el ‘matrimonio’, por eso ¡que viva la soltería!, dijo el estudiante solo momentos antes de contestar una llamada de su novia.
El fenómeno de “no me quiero casar” es global
En Europa, las parejas de 40 años recién están pensado en casarse, muchas de ellas solo viven juntas. En los EE.UU., muchos viven largos periodos de tiempo juntos, compartiendo todo cual compromiso oficial, pero cuando se presenta un problema, cada uno coge por su lado. Las páginas como Yahoo y TodoExpertos muestran muchos casos similares: las personas huyen a la unión. “La responsabilidad en inmensa y no vale la pena”, expresa Yaiza Camile en uno de los foros de Yahoo. Su criterio lo comparten miles de participantes mujeres (españolas) que prefieren disfrutar la soltería. “Casarse es sinónimo de acabar con tu libertad”, dice una de las participantes justo al concluir el “debate”.
"Los hombres y mujeres no estamos para convivir largos periodos de tiempo. La iglesia nos obligó durante años a creer que el matrimonio es una obligación. Mantener una familia y un hogar es caro y no todos tienen la madurez para hacerlo".
Miguel Cañarte
Estudiante de Arquitectura
Fuente: DIARIO EXPRESO
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