viernes, 10 de diciembre de 2010

La pesadilla del Tío Sam

***SNN

NANCY BRAVO DE RAMSEY


Una vez más Estados Unidos ha sido descubierto en una labor de espionaje, de manipulación de la política interna de las demás naciones y de abuso de sus relaciones con los países del mundo. Pero en esta ocasión, al Tío Sam se lo ha desenmascarado en una acción múltiple, transcontinental, global. Esta revelación profusamente documentada de lo que hasta ahora venía siendo un asunto de alto secreto del Estado del Norte, que ha cobrado visos de escándalo mundial y que ha sido dada a conocer por diferentes medios de comunicación en diversos puntos del orbe, a través de la ahora famosa web WikiLeaks, fue planificada y desarrollada por un moderno talento en piratería informática, el australiano Julian Assange, de 39 años, quien fue el niño terrible de sus centros de estudio en sus años escolares, cuando debió pasar por 37 institutos que no pudieron soportar su inquietud, pero que lo vieron descollar en matemáticas y física y desarrollar dotes superiores para la programación informática.


Ya desde mucho tiempo atrás sabíamos que en función del equivocado convencimiento que tiene Estados Unidos de ser el comisario del mundo, el sheriff del orbe, el juez del planeta, mueve sus hilos de espionaje que no solo se limitan al personal propio de inteligencia, sino que también ocupa en estos menesteres a los miembros de sus misiones diplomáticas, quienes, por lo que se sabe de los 251.287 documentos puestos a la vista por Assange, están en la obligación de facilitar sus decisiones de invadir naciones de cualquier parte del mundo, de fomentar golpes de Estado en países lejanos, así como de abrir los caminos para expandir los intereses de las empresas norteamericanas económicamente más poderosas. Eso responde a su afán neocolonialista que ha venido funcionando desde décadas pasadas.


Este escandaloso asunto, que puede ser calificado como el mayor bochorno que ante el mundo se encuentra soportando la nación más poderosa del orbe, y como una insoportable, dolorosa y prolongada pesadilla que continúa sufriendo el Tío Sam, es la nueva versión, pero magnificada a la mayor medida, de esporádicas revelaciones que sorprendieron a la comunidad internacional. Debemos recordar en este punto al horror descubierto en Guantánamo a finales de los años 90, así como a la Operación Cóndor, que fue organizada por Estados Unidos en la década de los 70, reuniendo a las más sangrientas dictaduras de América del Sur, como la de Pinochet en Chile. De acuerdo a versiones que fueron dadas a conocer un poco después, como la película estadounidense “Desaparecido”, cuyas proyecciones fueron prohibidas en su país de origen hasta años posteriores, pero que aquí en el Ecuador tuvimos la suerte de observarla a tiempo, estuvo basada en pruebas documentales y testimoniales innegables.


“Un gran alboroto sacude al mundo. Son
escándalos que tienen que ver con la conducta de EE.UU...”


La Operación Cóndor capacitó a un escogido personal de la Policía y el Ejército de aquellas dictaduras latinoamericanas involucradas, impuestas por Estados Unidos, en los más repudiables sistemas de tortura y asesinatos de grandes grupos vinculados a los sectores de izquierda y en el aniquilamiento o el apropiamiento de miles de niños hijos de aquellos que fueron sus víctimas, en Chile, Argentina, Paraguay o Uruguay.


Actualmente, un gran alboroto sacude al mundo. Son escándalos que tienen que ver con la conducta muy poco edificante de Estados Unidos en sus relaciones con la comunidad internacional. Assange, convertido en el hombre más buscado de este tiempo, siente la persecución y ha debido alterar sus costumbres: nada de pagar sus gastos con tarjetas de crédito y nada de mantener un mismo lugar como vivienda más allá de un día. Todo a cambio de haber podido desenmascarar al Tío Sam en su odioso papel de amo y señor de los destinos de todos los pueblos. Como lo que acaba de hacer en abril de este año, cuando el australiano sacó a la luz el video “Asesinato colateral” que da testimonio de una masacre de civiles que, en Irak, fueron disparados desde un helicóptero estadounidense. O lo que dio a conocer en julio pasado acerca de las atrocidades ocurridas en Afganistán, ejecutadas por fuerzas norteamericanas.


Luego de esta pesadilla, sería bueno que, para bien de Estados Unidos y del mundo, el Tío Sam decida revisar su conducta, olvidarse de sus afanes neocolonialistas y convertirse en un buen vecino de las demás naciones. ¿Acaso sería posible?

Fuente: EL TELÉGRAFO

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