sábado, 25 de septiembre de 2010

Reportaje: Travesía al infierno

***SNN
Revista VISTAZO
La masacre de 72 inmigrantes demuestra que el gobierno mexicano, por sí solo, no consigue derrotar al narcotráfico.
Por: Julia Carvalho

El grupo criminal mexicano Los Zetas es conocido por la siguiente regla de reclutamiento: “Para entrar en la organización es preciso matar, para salir, morir”. Esta organización, cuya influencia se extiende por el litoral caribeño de México, confirmó, con una masacre de 72 personas, su fama de ser el más violento de los siete carteles de la droga de ese país. Luis Freddy Lala Pomadilla, un ecuatoriano de 19 años, llegó después de haber sobrevivido la masacre, a la base de la Marina mexicana en San Fernando, el estado de Tamaulipas, tras caminar 22 kilómetros. Lala Pomadilla estaba herido, la bala perforó su cuello y salió por la mejilla. Después de su relato, los militares mexicanos se enfrentaron con un escenario macabro: 72 cuerpos amontonados junto a las paredes de un galpón abandonado. Las víctimas estaban vendadas y amarradas, algunas con los brazos entrelazados por debajo de las piernas para eliminar cualquier intento de fuga. Fueron fusiladas y mientras agonizaban recibieron un tiro de misericordia en el rostro o en la cabeza.


El gobierno mexicano estima que 90 por ciento de las muertes violentas en ese país corresponde a los carteles de la droga. De los muertos en Tamaulipas, había 58 hombres y 14 mujeres, una de ellas embarazada. Este asesinato es la mayor masacre cometida por el crimen organizado en México, pero todos los muertos eran inocentes: inmigrantes latinoamericanos, buscando llegar a Estados Unidos. Entre ellos había hondureños, guatemaltecos, ecuatorianos, brasileños y salvadoreños. Los inmigrantes aparentemente entraron a México a través de la frontera con Guatemala y viajaban en un camión que fue secuestrado por Los Zetas. Según el testimonio de Lala Pomadilla, ellos fueron extorsionados y forzados a trabajar para Los Zetas. Un padre de uno de los muertos, que vive en Guatemala, dice que recibió dos llamadas de los secuestradores, exigiendo dos mil dólares para salvarlos.


Anualmente llegan a México unos 116 mil extranjeros, para cruzar clandestinamente la frontera hacia Estados Unidos. Los carteles del narcotráfico los atacan porque son vulnerables y fáciles de extorsionar. Muchos llegan con dinero para poder establecerse en Estados Unidos. “Nadie es suficientemente pobre para no ser robado por Los Zetas”, sostiene el investigador norteamericano George Grayson, autor del libro México-Narcoviolencia y Estado Fallido. Según su relato, algunos de esos migrantes son obligados a trabajar: los hombres como “mulas” para llevar droga a Estados Unidos; las mujeres como prostitutas. Y aunque eso ocurre, los inmigrantes evitan presentar la denuncia de extorsión porque temen ser deportados. Llegar a la frontera de Estados Unidos sin cruzarse con Los Zetas u otro de los carteles es casi un imposible. Los carteles controlan las rutas de la inmigración, que coinciden con las rutas de entrada de la cocaína, las anfetaminas y la marihuana a Estados Unidos. “Entre los viajantes también hay miembros de las bandas, los halcones, que descubren quiénes son las víctimas más lucrativas, aquellas que tienen parientes en los Estados Unidos”, sostiene Irineo Mojica, un funcionario del albergue para inmigrantes mantenido por la iglesia católica en la ciudad de Ixtepec. Otra táctica de los carteles es sobornar a los coyotes-guías contratados para llevar a los inmigrantes a Estados Unidos –para conseguir información sobre sus clientes. Según la Comisión de Derechos Humanos de México, ocurrieron 10.000 secuestros de inmigrantes entre septiembre de 2008 y febrero de 2009.
El número puede ser mucho mayor, porque cuando son asesinados acaban entrando a las estadísticas de muertos por peleas entre los carteles de la droga.


Al asumi r e l poder, en 2006, Felipe Calderón declaró el combate al narcotráfico como prioridad de su gobierno. Desde entonces, 28.000 personas han muerto. Hay en el país dos tesis contrapuestas sobre este hecho. La primera es la defendida por Calderón que argumenta que el gran número de muertos es un efecto colateral del éxito en el combate contra el crimen, por lo que los narcos aumentaron la violencia, pues se volvió más difícil realizar sus actividades. Como resultado, se disputan entre sí el control de los negocios ilícitos y se han visto obligados a encontrar nuevas fuentes de recursos, como son los secuestros. Otra tesis, en cambio, sostiene que la violencia aumentó simplemente porque los carteles se volvieron más poderosos desde que el gobierno decidió combatirlos. El equívoco en esa visión reside en el hecho de una alternativa impensable: no hacer nada y dejar que estas organizaciones criminales continúen destruyendo las bases institucionales del país por medio del soborno a funcionarios y del auspicio a los políticos. El poder de la corrupción en México está avalado en el origen del grupo de Los Zetas, fundado por desertores de una unidad de élite del Ejército.


Por su parte, el gobierno mexicano defiende la tesis de que una victoria contra los carteles depende de la participación activa de los Estados Unidos. Los dos países mantienen un acuerdo de cooperación en la lucha contra el crimen organizado, conocido como la Iniciativa Mérida, que cuenta con un aporte de 380 millones de dólares anuales durante tres años. Eso es bastante menos que los seis mil millones de dólares que los americanos gastaron en el Plan Colombia, desde el 2000. La reticencia del gobierno norteamericano en dar más dinero a México se explica por los resultados mixtos del Plan Colombia, que fue muy eficiente para reducir la violencia, pero sirvió muy poco para disminuir la producción de cocaína destinada al mercado americano. Especialistas en el crimen organizado, como el estadounidense Robert Bonner, sostienen que la meta a ser lograda por Estados Unidos y México es justamente extirpar el poder de los carteles, en vez de intentar reducir el tráfico. Para la seguridad nacional norteamericana, un vecino a la deriva por falencias institucionales originadas en grupos de poder armados es peor que el consumo interno de drogas.


Los Zetas: ejército de la muerte
Se iniciaron como el brazo armado del Cartel del Golfo y después se convirtieron en cartel. Está conformado por desertores de las GAFES, fuerzas especiales de inteligencia del ejército mexicano.


Inicialmente operaron como “un ejército privado, bajo las órdenes del Cartel del Golfo”, sin embargo después de que el capo de ese cartel, Osiel Cárdenas, entró a prisión, se convirtieron en cartel. Varios reportes de inteligencia consideran que su base está constituida por unos 30 subtenientes y tenientes que desertaron del Grupo Aeromóvil de las Fuerzas Especiales, GAFES, en la década de los 90. Gracias a su experticia en armas sofisticadas pudieron dominar y controlar el tráfico de narcóticos en el Estado de Nuevo Laredo. Además de los desertores de las Fuerzas Especiales, los Zetas tendrían entre sus 200 miembros, a ex policías federales y civiles, según se narra en un reporte al Congreso mexicano, un alto funcionario de la fiscalía en 2005. En dicho reporte también se sostiene, que se habrían incorporado 30 kaibiles, que fueron parte de las fuerzas especiales de represión contra la guerrilla en Guatemala, en la década del 80. Tal vez esto explique su crueldad. En 1985, Vistazo publicó un extenso reportaje sobre los kaibiles y su entrenamiento: “No le temen a nada: ni al sufrimiento, ni a la muerte. Kaibil significa ‘aquel que tiene la fuerza y la astucia de dos tigres’. La conquista del miedo a la sangre es el primer paso en su entrenamiento. El instructor toma una perdiz por las patas, luego rompe las alas y finalmente arranca la cabeza con los dientes. Mientras las alas siguen batiéndose, levanta el cuerpo del ave y se bebe la sangre que sale a torrentes de la yugular”.


Los kaibiles habrían sido incorporados a Los Zetas, por cuanto “el número de miembros de élite mexicanos habría caído de 50 a una docena”. Los kaibiles son los encargados de entrenar a los reclutas, entre los cuales se encuentran pandilleros centroamericanos como Maras y Salvatruchas. No obstante, los pandilleros son utilizados para determinadas tareas, pero no son miembros permanentes porque carecen de la disciplina de los comandos militares.


(Basado en el reporte de Colleen W.Cook, sobre los Carteles de la Droga en México, presentado al Congreso de Estados Unidos).


Los principales carteles
Lo que vivió Colombia en el periodo de terror de Pablo Escobar en los años 90, se repite en México, donde hay por lo menos siete carteles.


Cartel de Juárez. Tiene presencia en 21 estados mexicanos. Está dirigido por Vicente Carrillo Fuentes, hermano del fundador del cartel, Amado Carrillo Fuentes, conocido como “el Señor de los Cielos”, muerto.
Cartel de Sinaloa. Tiene presencia en 17 estados mexicanos. Está liderado por el “Chapo Guzmán”, considerado el narcotraficante más poderoso del mundo. El “Chapo” habría traicionado un acuerdo entre carteles, lo que desató una guerra entre ellos.


Cartel de los hermanos Beltrán Leiva. Liderado por Arturo Beltrán Leiva, quien murió en Cuernavaca en diciembre del año pasado, en un enfrentamiento con la Policía. Su guardia de choque la dirigía Edgar “la Barbie” Valdez. A su muerte, “la Barbie” intentó tomar el control del cartel, pero se enfrentó a X Beltrán Leiva, quien lo acusaba de ser responsable de la muerte de su hermano.


Cartel del Golfo. Tiene presencia en 13 estados. Su líder, Osiel Cárdenas Guillén, estuvo preso en México y fue extraditado a Estados Unidos. Formó un grupo paramilitar con disidentes de las fuerzas especiales de México y Guatemala, llamado Los Zetas, que tras su prisión se separaron del cartel.
Cartel de Tijuana. Tiene presencia en 15 estados. Dirigido por los hermanos Arellano Félix.


Francisco Javier Arellano está preso y su hermano Francisco Rafael Arellano fue extraditado a Estados Unidos.
Los Zetas. No solo trafican con drogas, sino que tienen redes de trata de blancas y extorsión a migrantes. Su área de acción está en el estado de Tamaulipas, ruta de paso de los migrantes que vienen desde Guatemala. Su líder sería Heriberto Lascano.
Los Negros. Fueron originalmente constituidos como guardia de choque del cartel de los hermanos Beltrán Leiva para defenderse de Los Zetas. A la muerte de Arturo Beltrán, sus dos lugartenientes, Gerardo Álvarez y Edgar “la Barbie” Valdez, formaron su propio cartel. Controlan dos estados. Hoy son aliados de Los Zetas.
La Familia. Controla el estado de Michoacán. Su líder, Nazario Moreno, es apodado “el Loco”. En los años 80 era parte del Cartel del Golfo y su personal fue entrenado por Los Zetas.


El último capo preso
En respuesta al grupo paramilitar de Los Zetas, el cartel de los hermanos Beltrán Leiva creó una organización apodada como Los Negros, cuyo capitán era Edgar “la Barbie Valdez”, recientemente aprehendido por la policía. Cuando murió Beltrán, “la Barbie” montó su propio cartel. En su declaración policial sostuvo, además, que dio refugio al hombre que disparó contra el futbolista Salvador Cabañas y que lo albergó por tres meses. Cabañas habría sido amigo de su agresor.

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