domingo, 26 de septiembre de 2010

Machalilla, un escenario natural que se asemeja a las ‘encantadas’

***SNN
El Universo
Áreas protegidas
La Isla de la Plata es parte de la reserva marina del Parque. Es sitio de anidación de los piqueros de Nasca.
Cerca de la Isla de la Plata existen arrecifes de coral con infinidad de especies que atraen el turismo de buceo.
Estudios científicos han comprobado que las tortugas carey que visitan el PNM tienen conexión con Galápagos, Costa Rica y Panamá.
 Pescadores dicen no hallar peces en zonas permitidas.
Habitantes de Salaite se dedican a la quema de madera para producir ladrillos. Aseguran no encontrar otra fuente de ingresos.


Sitio de importancia para la observación de ballenas y arrecifes de coral, sitio de importancia para la protección de las tortugas carey, sitio de importancia para la protección de las aves, sitio incluido en la Lista de Humedales de Importancia Internacional de la Convención de Ramsar. Son solo algunos de los reconocimientos que el Parque Nacional Machalilla (PNM), en Manabí, ha recibido desde su creación, en 1979.


Sus 56.184 hectáreas, una de las zonas protegidas más grandes del país, albergan riquezas terrestres y marinas que, según el mismo director provincial del Ambiente, Roddy Macías, recién en este año están recibiendo la implementación de medidas para su protección, aunque estas no resulten suficientes.


El vigente Plan de Manejo del PNM data de 1998, cuando ya se identificaba que entre las principales amenazas estaba la extracción selectiva de madera del bosque natural húmedo y seco, además de un deterioro de la vegetación natural arbustiva seca en las cuencas bajas del río Salaite y esteros Pueblo Nuevo y El Guasmo.


Sin embargo, durante un recorrido realizado a inicios del presente mes, por este Diario, estelas de humo que se desprenden de hornos dan cuenta de que la elaboración de ladrillos en los alrededores de Salaite, en la costa sur manabita, se mantiene pese a que la zona está incluida en el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP).


Macías explica que los habitantes de Salaite tienen permitida la actividad, ya que esta ha sido su ocupación ancestral, “siempre y cuando no utilicen madera extraída del Parque”. Él reconoce que no se puede garantizar el cumplimiento de la disposición, pero asegura que los miembros de la comunidad no causan un impacto ambiental significativo, sino las personas que llegan desde otras provincias con fines industriales.


La demanda de madera se evidencia en los camiones repletos con leña y troncos de árboles diversos que se internan por los caminos de tierra que se desprenden de la carretera que bordea la costa, oficialmente denominada Ruta del Spondylus, hacia las ladrilleras instaladas en medio del bosque.


Alrededor de diez familias aún se dedican a la actividad en esta área. Galo Barcia, de 37 años, trabaja en la confección de ladrillos desde que tiene uso de razón, según dice. Afirma que su padre le enseñó a recoger leña o el tronco del árbol de muyuyo, característico de la zona, para quemar y elaborar centenares de ladrillos diarios que luego comercializa a $ 0,09 cada uno desde la década del setenta. “Ya hacíamos esto desde antes de que vinieran los del Parque (refiriéndose a las autoridades) y ahora nos quieren prohibir”, comenta Klínger Barcia, de 49 años.


Quienes habitan dentro del Parque admiten que la elaboración de ladrillos busca ser erradicada por las autoridades ambientales, pero afirman también que esperan opciones económicas satisfactorias del Gobierno antes de abandonar el oficio. “Han tratado de desalojarnos ya dos veces, pero nosotros vivimos de esto y nunca nos dan alternativas como para dedicarnos a otra cosa, siempre y cuando tengamos los mismos ingresos”, afirma Barcia mientras prepara su horno para proceder a la quema de madera.


En los últimos cinco meses, autoridades del PNM han retenido al menos cinco vehículos que trataban de sacar 13 metros cúbicos de especies madereras, entre ellas el cedro, que actualmente se encuentra en riesgo de extinción. El sitio deforestado es la comuna Casa Vieja, en donde incluso se han abierto trochas de acceso hacia el recurso maderable.


Fernando Vera, director del PNM, justifica que los traficantes de madera encuentran facilidades por el poco o nulo control que existe en la Ruta del Spondylus, principalmente desde Puerto López hasta el cantón La Libertad, en Santa Elena.


Pero este espacio donde convergen seis sistemas vegetales, entre ellos bosques de matorrales secos, siempre verdes, de neblina y otros que albergan a más de 200 especies de aves, 80 de mamíferos y 24 de anfibios y reptiles, enfrenta otro problema: la pesca ilegal en los alrededores de las islas e islotes.


Luis Suárez, director de Conservación Internacional, entidad que apoya proyectos del PNM, explica que hace tres años no existía una iniciativa de protección para las 14.430 hectáreas de reserva marina que tiene el Parque, y que en conjunto con otras entidades, públicas y privadas, se intenta detener las extracción de recursos marinos. “La falta de recursos es el principal problema, hemos sabido que los guardaparques ven que se está efectuando una pesca ilegal pero no tienen gasolina en su embarcación para ir y detenerlos”, comenta.


Pero Macías asegura que estos inconvenientes se han superado en el último año, cuyo presupuesto ha sido de $ 200.000, aproximadamente, incluidos los aportes privados. Fondos que no alcanzan a cubrir el control y vigilancia de la totalidad del territorio. El Plan de Manejo del PNM, que no menciona cifras presupuestarias, se cumplió en el 32%, según una evaluación realizada en el 2006 por el Ministerio del Ambiente. ¿Esa cantidad cubre o no las necesidades? “Para un área protegida nunca será suficiente. Lo importante es lograr una cooperación interinstitucional que nos ayude en el control, pero mientras tanto contamos con la colaboración de la comunidad, que ahora nos ayuda denunciando irregularidades”, explica el Director provincial del Ambiente.


Pero Rigoberto Lucas, pescador de Salango, afirma que algunos de sus compañeros evaden los controles porque en los sitios permitidos ya no hay peces, mientras recoge su red cerca de una fábrica de harina de pescado polar.


Mientras tanto, los pelícanos y fragatas aún aparecen por doquier, y si algún visitante cuenta con suerte, puede encontrarse de frente con un oso hormiguero, mono, tigrillo, una guanta, muchas gaviotas y más elementos que forman parte de un encanto que necesita hacer honor a su título: área protegida.


Flora y fauna atraen interés: medidas de control
Regulación de turismo
Luis Suárez, director de Conservación Internacional, comenta que están a la espera de la implementación de dos resoluciones: una que regule el turismo de buceo y otra que controle la observación de ballenas.

Acuerdo de protección
En agosto, la Subsecretaría de Recursos Pesqueros del Ministerio de Agricultura, Ganadería, Acuacultura y Pesca del Ecuador emitió un acuerdo que prohíbe la pesca, almacenamiento y venta de mantarrayas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario