sábado, 19 de febrero de 2011

Homenaje a Eugenio Espejo

***SNN

EXPRESO

El próximo lunes se conmemorará 264 años del natalicio del médico, científico y formador de voluntades más destacado en la historia: el quiteño precursor de nuestra independencia.
Foto: Expreso


El próximo día lunes 21 de febrero se conmemorará 264 años del nacimiento, en Quito (1747), de uno de los ecuatorianos más ilustres de todos los tiempos.


La medicina lo recuerda, por su brillante y pionero aporte a la salud pública del Ecuador y la del mundo, resumido en un texto conocido como Reflexiones sobre las Viruelas, que en sus manuscritos de 1785, causó admiración, también escándalo, en el Reino de Quito y en España, por su enorme erudición, profundo espíritu crítico y revolucionarias propuestas de cambio.


Espejo realizó su trabajo, por encargo del cabildo quiteño que había recibido, enviado por el Rey de España, una “Disertación Físico-Médica en la cual se prescribe un método seguro de preservar a los Pueblos de Viruelas hasta lograr la completa extinción de ellas en todo el Reyno” y que se consideró conveniente hacer evaluar.


El destacado compatriota, pese a cultivar “el arte de esconderse”, o tal vez por ello, -no perdía su tiempo-, cumplió vertiginosamente el pedido y se extendió mucho más allá de lo solicitado. Su documento, uno de los primeros trabajos sobre temas médicos producidos en el actual territorio ecuatoriano, estableció con genial anticipación, lo que ahora se llaman los determinantes sociales de la salud. También lineamientos aún vigentes sobre la formación de los médicos, a los que recomendaba, amén de vocación y buen talento (de nada valen para los progresos de la Medicina los ordinarios), el conocimiento de las lenguas extranjeras y la Retórica. Y por supuesto, toda una amplia diatriba contra lo que denominaba los falsos médicos, sobre los que señalaba: “no hay peste más devorante que se le parezca, ni contagio más venenoso a quién se le pueda comprar”.


Especuló, igualmente, sobre la higiene de las ciudades que, por entonces, no eran de uso común, tal cual propiciar que las aguas fluyan limpiando sus calles.


Difundió, asimismo, las recién nacientes teorías políticas que, en esos días, promulgaban preferir el bien común sobre el particular, destacando que ese comportamiento todo el mundo lo proclama pero nadie lo practica.


Fue tan significativo el trabajo realizado por el Zapador de la Colonia -como lo llamó Benítez Vinueza-, en sus Reflexiones, que el autor del libro: Francisco Gil, un distinguido cirujano español, decidió anexarlas en una segunda edición de su texto, “por lo mucho que pueden contribuir a la preocupación común que hay y que sirve de obstáculo para que el proyecto sea generalmente adoptado”.


Por todo lo señalado, y más, el día del natalicio de Espejo se constituyó en el día del Médico Ecuatoriano.


Los periodistas, en cambio, celebran su día clásico en coincidencia con la aparición del primer número del papel periódico intitulado Primicias de la Cultura de Quito, dirigido y escrito casi en su totalidad por el Precursor, hecho sucedido el jueves 5 de enero de 1792.


Y toda la sociedad ecuatoriana y americana mantiene viva su memoria por ser el más americano y representativo de los precursores de la Independencia de España. Espejo, junto con el colombiano Antonio Nariño, con quien tuvo oportunidad de contactar en ocasión de una visita a Bogotá, y el venezolano Francisco de Miranda, son -como llamó a este último Alfonso Rumazo- los protolíderes de la búsqueda de la libertad en Nuestra América.


El Ecuador lo identifica como la figura que, recogiéndola de las múltiples rebeliones indígenas, sembró la semilla de la libertad ecuatoriana que hicieron fructificar años más tarde, las acciones cumplidas el 9 de Octubre de 1820 y el 24 de Mayo de 1822.


Fue médico, científico y formador de juventudes


Más que un precursor de la Independencia, Eugenio de Santa Cruz y Espejo fue un extraordinario científico, médico y formador de juventudes.


Así lo define el historiador guayaquileño Arq. Melvin Hoyos, quien asegura que uno de los legados que dejó en el campo de la medicina fueron las investigaciones bacterianas inéditas, en las que habla de los “Corpúsculos responsables de enfermedades”.


Hoyos asegura que dichos manuscrito reposan en manos del doctor Miguel Díaz Cueva, en Cuenca.


Remontándose en la historia, Hoyos recuerda que Espejo, como un hombre de letras, además de científico imbuido de las ideas liberales de las revoluciones que se daban en Europa, y empapado de las ideas filosóficas de Montesquieu, vio que el futuro del mundo estaba dentro de esos principios.


“Era un fiel creyente de que por ahí tenían que caminar las sociedades americanas que hasta ese momento estaban bajo el yugo español”, indica el historiador, quien considera que ese detalle les permitió ver a un Espejo con una mentalidad de avanzada, liberal, aclara.


De esos tópicos científicos, unido al Espejo metido en los libros que manejaban en la antigua biblioteca que era de los Jesuitas, se convierte en formador de nuevas generaciones que se educaban en Quito.


“En esas nuevas generaciones estaban José Mejía Lequerica, Olmedo, así como otros que se involucraron con laIndependencia.


Hoyos insiste en que es por esa actividad que lo califica como el formador de espíritus y, por tanto, responsables de crear una nueva generación.

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