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crimen | Los testigos del crimen dijeron que el vicealcalde de Mocache, Félix Cansing, recibió cinco impactos de bala a quemarropa, pero en realidad fueron siete.
Ayer se hizo público el protocolo de autopsia y se confirmó que seis balas le perforaron el pecho y una más ingresó por el cuello, hasta la parte posterior del cráneo. Esta última causó mayor daño y aceleró su muerte.
El vicealcalde, que ganó las elecciones en el 2009 con el apoyo de País, fue enterrado anteayer en el cementerio público de Mocache (provincia de Los Ríos). La Policía y el Ejército coordinaron un operativo de seguridad para acompañar a los familiares en el traslado, por las principales calles del poblado.
El grupo de Inteligencia que se conformó con policías de Quevedo y de Babahoyo baraja varias hipótesis sobre el móvil del asesinato registrado el domingo pasado, cerca de las 09:30.
Las reacciones
La Asociación de Municipalidades del Ecuador (AME) rechazó el asesinato del Vicealcalde de Mocache y exhortó a las autoridades para que se dé con el paradero de los responsables.
En el Municipio de Mocache se colocaron listones negros y se izó la Bandera del Ecuador hasta media hasta, en señal de duelo. La atención en la dependencia se reanuda hoy.
El alcalde de Mocache , Leandro Ullón, reforzó la seguridad personal. Se moviliza en dos camionetas y sus custodios están armados. Un contingente del Ejército llegó para ayudar a la Policía en la seguridad.
La Policía descarta por el momento que se haya tratado de una retaliación política o de un crimen pasional. “Los primeros indicios dan cuenta de que el fallecido tenía algunos enemigos y que posiblemente contrataron asesinos a sueldo para matarlo”, manifestó uno de los agentes a cargo de la investigación.
Cansing era integrante de la Asociación de Ganaderos de la provincia, criaba caballos de paso y se encontraba vinculado a la actividad comercial agrícola. Estaba separado de su esposa.
Según la Dirección Nacional de la Policía Judicial, durante el 2009 se registraron 100 asesinatos en Los Ríos. El año pasado, la cifra subió a 135. Las principales causas de las muertes vinculadas al sicariato fueron conflictos de tierra, ajustes de cuentas, deudas económicas impagas y venganzas pasionales.
El jefe de la policía provincial, Francisco De los Reyes, aseguró que uno de los problemas anexos al sicariato, y que preocupan a las autoridades, es el porte ilegal de armas. En cantones de la Costa como Vinces, las personas se acostumbraron a caminar por las calles con armas.
En junio del año pasado, entre las calles 10 de Agosto y Olmedo, en el centro de Vinces, fue acribillado Roberto Pincay, de 46 años. Dos desconocidos le dispararon a quemarropa cuando caminaba junto con su hija y luego escaparon en una motocicleta. Pocos minutos antes, Pincay había declarado como testigo en una audiencia de formulación de cargos en contra de unos sospechosos de robo a mano armada.
El mismo mes se cometió un doble asesinato en el recinto Abras de Mantequilla (Vinces). Un matrimonio fue acribillado por un desconocido y sus cadáveres estaban escondidos en medio de una plantación de arroz, a pocos metros de la sencilla vivienda en donde residían.
“Nosotros hacemos controles permanentes, pero es difícil tener una cobertura total. Mucha gente cree que puede resolver sus problemas acudiendo a los actos de violencia, pero se equivocan”, dice De los Reyes. Y las personas que son aprehendidas, agrega, recuperan fácilmente la libertad en los juzgados y eso es otro problema que debemos enfrentar.
Hasta hace un año, la Policía reconocía que en la Costa centro: Manabí y Santo Domingo de los Tsáchilas (especialmente) operaban dos tipos de bandas de sicarios. Una era liderada por extranjeros y funcionaba como fuerza de choque de las organizaciones dedicadas al narcotráfico. La otra banda estaba conformada por ecuatorianos que, sin mayor experiencia en el asesinato a sueldo, trataban de emular a las organizaciones más grandes.
Muchos de los integrantes de esta última facción en Santo Domingo eran miembros de las pandillas Punto G y Latin Kings. Hubo una guerra interna entre estas dos bandas y los cabecillas fueron asesinados.
Galo Carrera, jefe del Comando de Policía de Santo Domingo, dice que desde que él está a cargo de la plaza (15 meses) no ha recibido informes sobre muertes vinculadas al sicariato o de problemas mayores con los integrantes de pandillas locales. “Si hay muertes violentas, pero son por ajustes de cuentas o problemas de tierras”, señala.
Según un agente de la Policía Judicial cree que las bandas de sicarios han cambiado su lógica de operaciones. Se han convertido en una suerte de gitanos porque, a diferencia de tiempos anteriores, ya no se establecen en un solo sector, sino que están en constante movimiento. Incluso aprovechan el libre ingreso al país para cometer asesinatos y luego escapar cruzando las fronteras.
Carrera asegura que en Santo Domingo de los Tsáchilas se realizan operativos de control permanentes para evitar que el fenómeno del sicariato vuelva a apoderarse de la zona. “Por ejemplo salimos a revisar a todos los conductores de motocicletas porque sabemos que muchos van armados y que cometen delitos en este tipo de vehículos”.
Punto de vista Anaité Vargas / Experta
El sicariato entró al campo político
La práctica del sicariato como tal ya ingresó al Ecuador. En el caso de políticos como víctimas, hay que investigar más a fondo, pero es evidente que en los escenarios político y económico hay intereses de poder que entran en juego. Por lo que aparecen otros mecanismos de solución de conflictos.
Al hablar de una autoridad nos referimos a un punto de poder. Y estas rencillas son justamente porque no accedieron a X situación, que estaba en su potestad por ser autoridad. Hay que considerar que Ecuador tiene colectivos que por mucho tiempo han hecho lo que han querido, pero hoy hay autoridades que atentan contra sus intereses. Y si existen sicarios que por USD 30 se prestan para un asesinato, se vuelve fácil ‘eliminar’ ese problema, a través de eliminar a esa autoridad.
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