martes, 16 de octubre de 2012

Vida dura con embarazos precoces

 ***SNN
 
 
 
 
 
Sin duda que la existencia de una niña sufre alteraciones profundas cuando se enfrenta a las circunstancias de un embarazo precoz.


Y esto sucede de una manera general, esto es en todos los aspectos de su vida, lesionando gravemente las expectativas presentes y futuras que ella y su familia hubieran podido alentar, perjudicando de este modo las posibilidades de desarrollo personal y socioeconómico, pues a partir de este momento la madre adolescente entra a un ciclo de pobreza agravada, del que le será casi imposible salir y del que también formarán parte los hijos que llegarán.



Nancy Bravo de Ramsey

Nancy Bravo de Ramsey

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Todo aquello como consecuencia de la falta de oportunidades que encontrará a su paso por el abandono de sus estudios que, obligada por las circunstancias, debió hacer, truncando su capacitación para la preparación de su mejor futuro, por convertirse en madre prematura precisamente cuando debía estar atendiendo su formación y buen desarrollo físico, cultural, biológico, mental y aun moral.
 
 
Pero, ¿qué es un embarazo precoz? En términos utilizados a nivel mundial, es aquel que se produce en una joven que se encuentra en las edades comprendidas entre la adolescencia inicial o pubertad -que es cuando comienza la edad fértil- y el final de esa etapa de desarrollo fisiológico.


A este respecto, la Organización Mundial de la Salud establece la adolescencia entre los 10 y los 19 años.


Y en un asunto de tanta seriedad y connotación -en el que no solo se ve afectado el grupo familiar, sino además toda la comunidad nacional-, no podemos llamarnos a engaño y disfrazar la realidad. Peor aún en nuestro país que, de acuerdo a datos recientes, se encuentra ubicado en uno de los sitios de Latinoamérica más altos de la tasa de maternidad adolescente.


Sabemos que en el Ecuador los jóvenes empiezan a tener una vida sexual activa a partir de los 13 años. Por lo tanto, es necesario que los diversos sectores que conforman la comunidad ecuatoriana -padres de familia, profesores, autoridades, la Iglesia y aun los mismos estudiantes- sumen su propio esfuerzo, a fin de proporcionarle las más amplias facilidades de acción a la Estrategia Nacional Intersectorial de Planificación Familiar y Prevención del Embarazo en Adolescentes (Enipla), que actualmente es política de Estado.


Para lograr los resultados programados, se ha conformado un frente de trabajo con los ministerios de Salud, Educación, Inclusión Económica y Social y Coordinador de Desarrollo Social, así como con la Secretaría del Migrante.


Dramáticas son las cifras ecuatorianas y en general de América Latina, que tienen que ver con los embarazos precoces, a diferencia de las que se observa en los países de Europa y Asia, cifras que van de la mano con las naciones de mayor desarrollo, como las escandinavas, de especial evolución en asuntos sociales.


En estos preocupantes datos solo nos superan los países africanos y en especial los subsaharianos. Para dar una idea de la situación señalamos que de las 705.163 adolescentes ecuatorianas censadas, 121.288 ya han sido madres, con un crecimiento del 10% en los últimos 10 años.


¿Cómo llegamos a esta crítica situación que entraña un grave riesgo nacional? Varias son las causas, con la pobreza a la cabeza, que junto con la limitada educación de la familia son el común denominador en los casos de embarazo precoz.


A ellas se suman la migración de los padres, que en la última década lesionó severamente a la familia ecuatoriana, dejando solos a los hijos en la atención de sus asuntos con un criterio inmaduro, cómodo e irresponsable, la violencia intrafamiliar, el maltrato, el acoso y la violación de las niñas por parte de sus familiares, profesores, enamorados y compañeros; un profesorado inepto e indolente, reacio a ayudar a sus alumnos a encaminar sus actos; insensibilidad de los maestros de educación sexual que no pudieron abordar tales temas con el debido conocimiento, enseñándoles a los jóvenes -hombres y mujeres- no solo el uso de los preservativos, sino, además, una vida sexual con respeto, amor, dignidad y responsabilidad, muy propia de seres humanos sensibles.





Fuente: EL TELÉGRAFO*





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