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En la mente de miles de ecuatorianos que fueron protagonistas del dolor que causó este feriado bancario, no se ha podido borrar esos días de crisis y desesperación.
Han pasado 13 años del fatídico día, 8 de marzo de 1999, en que se decretó el feriado bancario en Ecuador, y por disposición del expresidente Jamil Mahuad se congelaron los depósitos de miles de personas que confiaron en la banca.
Este golpe del Gobierno no sólo derrumbó los sueños y las esperanzas de millones de ecuatorianos, sino que produjo tristes episodios de hombres y mujeres que cayeron en la depresión porque perdieron sus negocios y enfermaron gravemente porque no sabían cómo cancelar sus deudas.
VEA: http://youtu.be/2hQ7cNFJ_Fc
Algunas personas debieron esperar un año para recuperar su plata, otros muchos más por tener sus depósitos en pólizas de acumulación y algunos hasta ahora pueden ver sus dineros que prácticamente se pulverizaron al caer el sucre, y ser reemplazado por la moneda de Estados Unidos, y así convertirnos en un país dolarizado.
En la mente de miles de ecuatorianos que fueron protagonistas del dolor que causó este feriado bancario, no se ha podido borrar esos días de crisis y desesperación. Algunos prefieren no recordar, otros lo hacen con indignación y tristeza, a la vez que las lágrimas ruedan por sus mejillas.
Marilú la educadora que superó una embolia cerebral.
Marilú Ruiz, capacitadora de personas con discapacidad, estuvo postrada 16 meses en cama, sin hablar ni caminar como consecuencia de una embolia cerebral que le produjo el congelamiento de dos millones de sucres, así como un póliza a plazo fijo que tenía depositados en el banco La Previsora para invertirlos en su negocio de productos de limpieza.
“Para mi 1999 fue un año duro, porque al incautarme el dinero, nuestro negocio de productos de limpieza se tuvo que cerrar. Cuando de la noche a la mañana se cerró el banco fue impactante, porque no podía cancelar la plata que junto con mi esposo habíamos prestado y estaba invertida en el negocio”, recordó Marilú.
Esta crítica situación, la llevaron al poco tiempo a una embolia cerebral, “no hablaba, la boca se me viró, un ojo se me quedó fijo, no caminaba, prácticamente quedé semivegetal y poco a poco me fui recuperando”, indicó Marilú que no quería recordar nuevamente esa parte de su vida, porque la tristeza aflora.
“Nos quedamos sin nada, después de un año recuperé el dinero que ya no era la misma cantidad, pero me ayudó en mi rehabilitación”, manifestó la profesional que desde hace ocho años dedica su vida a la discapacidad y previo a hablar con Andes, dictaba una clase de elaboración de productos de limpieza en el Consejo Nacional de Discapacidades (Conadis).
Con lo que le pasó, Marilú dejó de confiar en la banca, aunque ahora por su trabajo tiene cuenta en el banco Territorial. Ella, dijo que su familia participó de la marcha de los crespones negros, para ayudar a recuperar sus dineros.
En cuanto a aplicar justicia a los culpables de esta crisis bancaria que afectó sobremanera a los ecuatorianos, sostuvo que “así es nuestro país de ripley, aquí en nuestro país no hay culpables simplemente protagonistas. Los culpables evadieron el castigo de las autoridades, pero la de Dios imagino que no”, consideró.
El periodista y la estilista que cayeron en la depresión
Francisco Fernández (nombre protegido), periodista, recordó que en ese tiempo tenía una póliza a largo plazo en el Banco del Progreso “y de buenas a primera vino en marzo el feriado bancario, después el congelamiento, ahí se pulverizaron absolutamente todos los sueños, todo se hizo nada, porque pasó esa diferencia brutal, de 25.000 sucres a un dólar”, dijo el perjudicado que en su momento la indignación y el dolor lo invadió.
El profesional vivió un momento doloroso, porque “siempre uno tiene aspiración de crecer, de progresar y quedar al mismo nivel de la nada, ver la tristeza de tanta gente que se unía a la uno, fue decepcionante no tener aquello que había soñado”.
Al recordar la famosa marcha de los Crespones Negros, manifestó que mucha gente entró ingenuamente en esas caminatas, algunos pensaron que iban a lograr un cambio radical en la situación, no se logró absolutamente nada, fueron marchas de pérdida de tiempo, porque nadie recuperó su plata en la medida que quería recuperar.
Para él, los responsables que llevaron a la crisis económica del país fue el exlegislador Jaime Nebot y el superministro de Economía, Guillermo Lasso, en la administración de Jamil Mahuad.
“Yo recuerdo que fue de Jaime Nebot que salió la retención en la fuente en los bancos, fue idea de él que cada vez que uno iba hacer un depósito, el banco se quede con una parte del dinero”, indicó.
“Lasso convertido en superministro por Jamil Mahuad empezó una campaña impuestóloga, donde todas las salidas del gobierno era a través de impuestos, esto termina después degenerando en el famoso feriado y luego en el congelamiento bancario, en marzo del 99, que afectó a miles directamente y a millones indirectamente, porque todas las familias de tanta gente también se afectaron con esta situación”, puntualizó.
Ahora llama la atención, manifestó, que están unidos de nuevo y ahí los vemos, como Lasso que causó tanto dolor en la parte que tuvo que ver en el feriado bancario; y, el alcalde Nebot que de una forma u otra comenzó esta ruta que terminó en toda esa situación.
Muchos saben quiénes son los culpables, la madurez del pueblo ecuatoriano evitó que haya una guerra civil, porque se desató un caos absoluto, ya que nadie podía disponer de sus dineros, siempre hubo ese comentario que había quienes sabían lo que iba a ocurrir y pusieron a buen recaudo sus bienes. Fue un momento muy crítico que vivió el Ecuador.
Efectivamente, algunos conocieron del feriado bancario y previamente retiraron sus depósitos, entre ellos algunos banqueros que sacaron sus dineros y los depositaron en el exterior; y algunos ciudadanos que hicieron caso a los rumores del feriado bancario, retiraron a tiempo su plata.
Una de ellas fue Chabelita Reyes, estilista profesional, quien al conocer el rumor que se iba a declarar el feriado bancario, retiró todo el dinero de sus cuatro cuentas de ahorro del Banco Guayaquil, y de la corriente en Filanbanco.
“Yo trabajaba en el Policentro y mis cuentas de ahorro estaban en Filanbanco y Banco de Guayaquil, mis clientas me informaron lo que se venía, entonces pude sacar mi dinero. Una semana antes ya se rumoraba lo que iba a pasar”, manifestó la profesional.
La misma suerte no corrió su esposo, dijo, porque tenía una cuenta en el Banco del Progreso y se le quedó congelado su dinero, después de unos años la recuperó. “El Guayaquil no sufrió el cierre porque en ese gobierno lo solventaron al banco, pero ya mucha gente había sacado sus dineros”, giró.
Recordó que le dijo del rumor del feriado a muchas de sus amigas y clientas, pero no le quisieron creer, cuando sucedió se arrepintieron de no haberle hecho caso…
Ella consideró que algunos banqueros, responsables de esta crisis bancaria, los metieron presos, como Fernando Aspiazu, exgerente y dueño del banco del Progreso.
Lamentó que mucha gente resultó perjudicada. Por eso, Chabelita nunca más abrió una cuenta bancaria, ”porque me quedó una mala experiencia, aunque no perdí mi dinero”.
La familia Vera Chalén, de la opulencia a la miseria
En 1998, el estibador portuario Arturo Vera Chía tenía 261 millones de sucres en el sistema financiero nacional, fruto de sus ahorros y de las liquidaciones que recibió tras jubilarse de varias empresas navieras para las cuales laboró 32 años.
Don Arturo, ahora de 60 años, confiado del supuesto poder económico del Banco del Progreso y Filanbanco, depositó todo el dinero en pólizas o depósitos a plazo y siguió viviendo de su pensión jubilar.
Como todo padre de familia, pensó en asegurar una buena educación para sus hijos y esposa Ana Chalén. Compró una casa y de las calles Camilo Destruge y Avenida del Ejército, pasó a vivir en una moderna y espaciosa villa de la ciudadela Amazonas, en el sur de la capital económica del Ecuador.
Sus hijos ya estudiaban en academias navales y universidades particulares. El menor de sus cinco hijos gozaba de todos los caprichos que un niño puede recibir. Buena ropa, buena alimentación y golosinas.
Era diciembre de 1998 y los rumores de la crisis que soportaban los bancos ya habían llegado a los oídos de don Arturo, quien confiado en la palabra de los banqueros mantuvo sus recursos y continuó su vida de opulencia bien ganada por su esfuerzo y trabajo. Las noticias de solvencia bancaria de los medios de comunicación auparon la confianza del estibador jubilado.
De repente, el 8 marzo, cuando Don Arturo podía retirar su dinero en pólizas, el Gobierno de Jamil Mahuad congeló los depósitos superiores a dos millones de sucres y el mundo se derrumbó para los siete integrantes de la familia Vera Chalén.
“Ahí (en ese momento) me atacaron los nervios y la azúcar se me subió. Después, perdí dos dedos del pié derecho, perdí la vista y hasta ahora sigo en tratamiento médico. Ahora tengo soriasis. (Esta fueron) Las consecuencias de los irresponsables de la banca. Aún lo sigo pagando”, manifestó Vera Chía.
Las pólizas por 100 millones de sucres que Don Arturo tenía en Filanbanco fueron negociadas con un chulquero de la banca, quien les compró los papeles financieros a mitad de precio. Entonces, Vera Chía, confiado mantuvo los 50 millones de sucres en el banco de William y Roberto Isaías.
Después, ese dinero se pulverizó y se transformó en tan solo 1.200 dólares, tras el anuncio del Presidente Mahuad de dolarizar la economía nacional y fijar la moneda norteamericana en 25.000 sucres por dólar.
Lo mismo ocurrió con los 160 millones de sucres que don Arturo mantenía en el Banco del Progreso. “No pude sacar mi plata. Tuve que vender mis dos carros, mis electrodomésticos, la mayoría de cosas de valor que adquirí durante 32 años de trabajar como estibador en el Puerto Marítimo.
Una vez hasta cogí un revolver para matarme y mi hijo mayor ya fallecido entró al dormitorio y me dijo papá baje eso no lo haga”, comentó en un tono firme y pausado Arturo Vera.
Con el problema encima, le tocó abandonar la casa de las Amazonas y alquilarla para irse a vivir a Manta, donde había adquirido una casa pequeña del Banco Ecuatoriano de la Vivienda.
La vivienda arrendada en el sur de Guayaquil estuvo a punto de ser vendida, pero unos compadres que viven en el exterior convencieron al ex estibador que no lo haga.
“Me tumbaron. De tener 261 millones de sucres, de repente ya no tenía nada. Nos vimos obligados a vender las pólizas en mitad de precio porque uno de mis hijos, le repito, ingresaba a la Armada. Mi hija se nos casaba y como teníamos bastante dinero habíamos programado lo mejor para ellos, pero todo se hizo humo”, señaló.
Doña Ana, llora y se sobrecoge al recordar lo vivido, tras el feriado bancario. Recuerda cómo su empleada de 30 años de servicio le dio de comer muchas veces. No tenían ni para comprar guineo. La empleada doméstica los proveía de arroz y atún. “No teníamos que comer en ese entonces”, expresó la mujer, también de 60 años.
Sus cuatro hijos, quienes habían nacido bajo todas las comodidades, tuvieron que salir de las instituciones pagadas donde estudiaban y ser matriculados en escuelas y colegios fiscales. “Mis hijos eran bien estimados, bien puestos, porque teníamos dinero”, sostiene.
Las lágrimas de doña Ana no cesan. Los recuerdos del sufrimiento vivido por el congelamiento de los depósitos familiares aún la quiebran al recordar cómo su tercer hijo tuvo que cuidar carros en la noche y en las mañanas salir a jugar indor fútbol, bajo el sistema de apuestas, para llevar dos dólares para comer algo en la tarde. Cuando perdía no llevaba nada.
“No teníamos para el almuerzo. En ese entonces mi esposo sufría mucho. Él había estado acostumbrado a tener mucho dinero, pero así es la vida. Ahora no teníamos nada”.
Las dos hijas de la familia Vera-Chalén también tuvieron que trabajar en el día y estudiar en la noche. El feriado bancario, el congelamiento de los depósitos destruyeron la economía de ellos, pero la unión familiar y el amor estuvo intacto todo el tiempo.
Don Arturo recuerda con enojo a los banqueros Fernando Aspiazu y los hermanos Isaías, titulares de las dos instituciones bancarias más grandes del Ecuador que pulverizaron el dinero de los ecuatorianos. El primero abrió las bóvedas de su entidad financiera y enseñó el dinero guardado, pero igual quebraron.
El otrora estibador fuerte y “templado” como se autodefine Vera Chía, reniega que ahora, para el próximo proceso electoral, aparezca el banquero Guillermo Lasso como salvador de la patria. “Yo no me he olvidado que este Guillermo Lasso fue el ministro de ese Mahuad que formó el desastre. Puso en crisis al país. Ahora tratando de meterse. Ese es un sinvergüenza, hizo un poco de estupideces”, refiere.
Actualmente, la flamante casa en la ciudadela Amazonas de los Vera-Chalén ha sido dividida en tres departamentos. Uno es habitado por ellos y los otros dos espacios están alquilados. La vivienda luce descolorida, pero el amor y sinceridad en el trato de Don Arturo y Doña Ana sigue intacto.
Sus hijos se superaron. Arturo , el vástago mayor, quien salvó a su padre del suicidio falleció hace cuatro años por una mala práctica médica, Isabel aún vive con sus viejos, como ella los llama. Ana María, ejerce su carrera de contadora pública y vive sola. Francisco pudo seguir su sueño de ser miembro de la Armada y en Diciembre ascenderá a sargento segundo. Finalmente, Alfonso, el más pequeño, siguió los pasos de su hermano y ahora es cabo segundo de la rama castrense señalada.
Enrique paralizó sus sueños, al final pudo superarse
A Enrique (nombre protegido) también lo invaden sentimientos de indignación e impotencia cuando recuerda el feriado bancario. Él cuenta que en esa época tenía 29 años de edad y muchos sueños de comprarse una casa con sus ahorros que tenía en un depósito a plazo en el Banco del Progreso.
Señala que a fines de 1998 con un dólar que promediaba los 6.000 a 6.500 sucres se dejó convencer por los interesantes réditos que prometía el ahora desaparecido banco a los clientes que dejaban sus ahorros en pólizas de acumulación y dejó sus 30 millones de sucres (en ese entonces 5.000 dólares) a un plazo de seis meses.
Pese a que tenía sus dudas porque a finales de ese año ya circulaban rumores sobre la mala situación de la banca, finalmente tomó la decisión de depositar su dinero porque creyó en la prensa privada, que tanto en televisión, radio y periódicos, repetía que la situación financiera de la banca era sana.
No obstante, mientras su plata permanecía “guardada” en el banco, veía como los precios de la gasolina y los alimentos se disparaban y el dólar subía de un día para otro en cantidades que parecían de “locura”.
Enrique cuenta que en febrero de 1999 los rumores sobre la caída de los bancos se hicieron más fuertes, por lo que acudió en más de una ocasión al Banco del Progreso para buscar una solución y poder retirar su dinero, pero la única respuesta que obtuvo es que el banco tenía solidez y que debía esperar el plazo convenido.
Pero llegó el trágico 8 de marzo del 1999 cuando en cadena de televisión el entonces presidente Jamil Mahuad anunció el feriado bancario y congelamiento de los depósitos de un año para quienes tenían más de 2 millones de sucres.
“No sabía qué hacer, la indignación me invadía porque se esfumaba mi sueño de comprar la casa porque estaba por casarme con mi novia. Todos esos proyectos se trastocaron y solo encontré consuelo en mi novia y mis padres”, dice el ahora padre de 42 años de edad.
El hombre indica que Mahuad le dio la estocada final a sus aspiraciones cuando en enero del 2000 anunció la dolarización, por lo que cada dólar pasaba a costar 25.000 sucres.
“Cuando me devolvieron mi dinero en un certificado reprogramado solo recibí 1.200 dólares, es decir me despojaron de 3.800 dólares. Esto es el peor atraco de la historia, y dónde están esos banqueros culpables y los políticos responsables”, cuestionó.
“Ahora lo más indignante es ver a un Guillermo Lasso, quien fue Superministro de Economía del gobierno más corrupto de la historia, presentarse como candidato a la Presidencia de la República y erigirse como ‘salvador’ de la patria. ¿La gente está consciente de lo que pasó, acaso ya perdió la memoria del daño que causó la banca en la era de Mahuad?”, reflexionó.
Enrique dice que la reunión en días pasados del banquero Lasso y el alcalde Jaime Nebot le recuerda a la “aplanadora” nombre con el que se bautizó al bloque de mayoría del entonces Congreso Nacional (Partido Social Cristiano-Democracia Popular) que creó la Agencia de Garantía de Depósitos y otra serie de leyes para proteger a los banqueros, en desmedro de los depositantes.
Ahora, después de 13 años del que llama “atraco bancario”, Enrique con mucho esfuerzo y sacrificio logró sobreponerse económicamente, pero aprendió una lección que se la transmite a sus hijos: “No hay banquero bueno”.
Fuente: ANDES*
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