miércoles, 24 de octubre de 2012

La CIA debería explicar su interés “vital” en Ecuador

***SNN






Para algunos les suena a ciencia ficción o a una mala película de James Bond. Como si la “guerra fría” fuese cosa del pasado.



Bastaría reflexionar sobre el último debate entre el presidente Barack Obama y su contendor Mitt Romney para entender la lógica estadounidense de su política exterior: su soberanía sobrepasa sus fronteras y todos los países forman parte de su agenda doméstica bajo el consabido criterio de que, donde peligren sus intereses, la CIA, las fuerzas armadas, la diplomacia y hasta las empresas privadas pueden actuar como si fuese su casa o dominio privado.



De ahí que no resulta extraño y puramente anecdótico lo que cuenta el ex diplomático inglés Craig Murray: la CIA invertirá $ 87 millones para evitar la reelección de Rafael Correa.



Incluso confirma algunas versiones, sin datos de esas sumas de dinero, que circularon en algunos cables de WikiLeaks, además de otros “rumores” sobre la presencia de agentes encubiertos, colaboradores locales y agencias “tercerizadoras” de la mayor entidad de espionaje de los EE.UU.



Por ese motivo, la CIA o las autoridades del gobierno de Obama, sus representantes diplomáticos en Ecuador deberían explicar, con todo detalle, hasta dónde es cierta esa información y a la vez decirles a los ecuatorianos por qué tanto interés en vigilar nuestra democracia.



Como se tratan de acciones encubiertas, jamás habrá un reconocimiento explícito. Pero la palabra de un ex diplomático, que no tiene nada que ganar ni perder con Ecuador, no es asunto de broma.



Lo que sí debe quedar claro ante el resto del mundo es que en este país la democracia no está tutelada por ninguna potencia extranjera y que sus colaboradores y socios internos dejen de hacer el trabajo más indigno, con esos informes, reportes y hasta pagos que, se dice, ocurren para sostener una política hacia nuestro país, con el único afán de garantizar el retorno de la ultraderecha al poder y sus planes más sumisos a intereses neocoloniales.





Fuente: EL TELÈGRAFO*


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