***SNN
by rubendariobuitron
A 48 horas del partido eliminatorio entre las selecciones de Ecuador y Bolivia, en Quito, este viernes 7, un video se convirtió en trend topic: http://www.youtube.com/watch?v=mTcFbxhmDT4&feature=youtu.be
Las inusuales imágenes de los seleccionados ecuatorianos tomando un baño en una piscina jacuzzi en la Casa de la Selección y bailando algún ritmo de moda despertaron las reacciones más sorprendentes en una sociedad como la ecuatoriana que, definitivamente -a juzgar por los juicios de valor emitidos bajo el video- no termina de ser pacata, hipócrita y mojigata.
¿Hay algún motivo para escandalizarse por el video subido a YuoTube por el delantero Christian Benítez?
¿Cuánto de morbo escondido, rubor beatífico o vergüenza del cuerpo existe entre quienes comentan negativamente, si las escenas son tan rutinarias como las que protagonizariamos cualquiera de nosotros si estuviese con un grupo de amigos o amigas o familiares o pareja, disfrutando un rato de esparcimiento?
Alguna visión machista tampoco faltó: es un espectáculo sórdido para las chicas desenfadadas. ¿Por qué? ¿Cómo se baña la gente bajo la ducha, en los jacuzzis o en las piscinas públicas o privadas? ¿Las mujeres con hábito de monja y los hombres con sotana y cantando melodías pusilánimes?
¿Tiene un futbolista -ser humano, al fin- derecho a tener un espacio de recreación, en especial cuando el peso del estrés y la responsabilidad se le viene con todo? ¿O no lo tiene porque “es un abanderado ecuatoriano y debe ser recatado”, como alguien comentó en una página digital?
¿Ser nosotros mismos es tan difícil en el Ecuador? Parecería que sí.
Parecería que en una sociedad como la nuestra, tan conservadora y curuchupa, estamos condenados a n0 ser espontáneos, a no ser libres, a no expresarnos abiertamente, a no decir las cosas cuando las debemos decir, a evitar la frontalidad.
Somos tan pasilleros, tan yaravíes, tan melodramáticos, tan chismosos, tan envidiosos y criticones.
Prohibido ser feliz, parece ser el primer mandamiento de la hipocresía nacional. Prohibido ser feliz, especialmente en YouTube.
La revolución que nos falta en este país, sin duda, es la de la alegría, la de ser capaces de reír de nosotros mismos.
Las inusuales imágenes de los seleccionados ecuatorianos tomando un baño en una piscina jacuzzi en la Casa de la Selección y bailando algún ritmo de moda despertaron las reacciones más sorprendentes en una sociedad como la ecuatoriana que, definitivamente -a juzgar por los juicios de valor emitidos bajo el video- no termina de ser pacata, hipócrita y mojigata.
¿Hay algún motivo para escandalizarse por el video subido a YuoTube por el delantero Christian Benítez?
¿Cuánto de morbo escondido, rubor beatífico o vergüenza del cuerpo existe entre quienes comentan negativamente, si las escenas son tan rutinarias como las que protagonizariamos cualquiera de nosotros si estuviese con un grupo de amigos o amigas o familiares o pareja, disfrutando un rato de esparcimiento?
Alguna visión machista tampoco faltó: es un espectáculo sórdido para las chicas desenfadadas. ¿Por qué? ¿Cómo se baña la gente bajo la ducha, en los jacuzzis o en las piscinas públicas o privadas? ¿Las mujeres con hábito de monja y los hombres con sotana y cantando melodías pusilánimes?
¿Tiene un futbolista -ser humano, al fin- derecho a tener un espacio de recreación, en especial cuando el peso del estrés y la responsabilidad se le viene con todo? ¿O no lo tiene porque “es un abanderado ecuatoriano y debe ser recatado”, como alguien comentó en una página digital?
¿Ser nosotros mismos es tan difícil en el Ecuador? Parecería que sí.
Parecería que en una sociedad como la nuestra, tan conservadora y curuchupa, estamos condenados a n0 ser espontáneos, a no ser libres, a no expresarnos abiertamente, a no decir las cosas cuando las debemos decir, a evitar la frontalidad.
Somos tan pasilleros, tan yaravíes, tan melodramáticos, tan chismosos, tan envidiosos y criticones.
Prohibido ser feliz, parece ser el primer mandamiento de la hipocresía nacional. Prohibido ser feliz, especialmente en YouTube.
La revolución que nos falta en este país, sin duda, es la de la alegría, la de ser capaces de reír de nosotros mismos.
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