viernes, 21 de septiembre de 2012

La cruzada de César Ricaurte

***SNN






Sebastián VallejoSebastián Vallejo

Lo hice. Leí completo el discurso de César Ricaurte al momento de recibir el Premio a la Libertad de Expresión otorgado por Editorial Perfil. Estoy aterrado por el país que sufrimos. Ricaurte la pinta negra cuando se refiere a los acosos sistemáticos de la maquinaria gobiernista contra el ejercicio libre de un periodismo crítico.


No ahorra analogías: el autoritarismo es una constante, la Yihad contra el periodismo una realidad y el fundamentalismo corroe a este Gobierno que intenta “vestirse con nuevos ropajes para esconder su corrupto rostro”.


También destinó parte de su tiempo para ejemplificar las amenazas a la libertad de expresión, no como una ligereza, sino como la vivencia diaria del periodista que la suda por la verdad. Estaba, encabezando la lista, Janeth Hinostroza.


Y aunque resulta gravísimo que una presentadora tenga que autoexiliarse de su labor periodística por amenazas a su integridad como resultado de una delicada investigación, no resulta menos grave convertirla en mártir cuando todavía las razones que envuelven este caso son oscuras o, por lo menos, limitadas.


Pero eso no importa; Ricaurte, sin mayor extensión en sus argumentos, la nombró, junto con Chucky 7, el caso de El Universo, Juan Carlos Calderón y Christian Zurita. Ni un despojo de criticidad, ni un gramo de contrastes o matices. Para ellos el mundo es blanco o negro. Los grises son para los tiranos.


Pero muy aparte de eso, su postura y la solvencia de sus convicciones debieron estremecer a más de un asistente. Comenzando por esa “agenta del Estado”, o periodista de El Ciudadano, que insistía en perseguir y acosar a Ricaurte, que se excusó alegando la libertad que él tenía de conceder entrevistas a quien él considere (libertad reservada para él, según parece). También debieron sentir esa inquietante realidad sus “amigos” argentinos que dijeron: “Argentina va por el mismo camino”.


El más estremecido, sin embargo, debió ser el propio Jorge Fontevecchia, CEO de Editorial Perfil. Y así debió ser ante tanta mención de autoritarismos y persecuciones y silenciamientos.


Fontevecchia debió recordar, como viva llama, los años del genocidio de Videla durante el famoso Proceso de Reorganización Nacional. Y debió hacerlo, como periodista, porque durante la dictadura fue director y editor de La Semana. Y fue en ese período en que Fontevecchia no dudó en llenarse de pauta oficial y acompañar a generales y almirantes en sus viajes, mientras legitimaba el golpe del 76.


Tampoco dudó en firmar un editorial que exhortaba al mundo: “Por favor, no nos vengan a hablar de campos de concentración, de matanzas clandestinas o de terror nocturno (…). Esta es una fecha clave para defender al Proceso”.


De esas manos recibió el premio César Ricaurte. A lo mejor lo tiene merecido. A lo mejor eso es prensa independiente.




Fuente: EL TELÉGRAFO*



 

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