domingo, 27 de marzo de 2011

El señor de los tsunamis

***SNN

¿Exagerados? El capitán Edwin Pinto Uscocovich, jefe del centro de alerta de tsunamis del Inocar en Guayaquil, dice que no. Se refiere a la alarma decretada por el Gobierno el pasado 11 de marzo tras el terremoto y posterior tsunami que azotó la región noroeste de Japón y golpeó las costas de varios países de América, incluido Ecuador. Foto: Cortesía Inocar


(Expreso).- Pinto, es máster en Oceanografía en la Universidad de Texas (EE.UU.) y candidato a Ph.D en Oceanografía en esa misma institución, donde fue profesor, sostiene que la forma en cómo se implementó no fue la mejor, pero sí necesaria.


Desde su pequeño despacho, rodeado de mapas y equipos de monitoreo, en el que segundo a segundo se registran los más mínimos movimientos del planeta, afirma que institucionalmente el país está preparado para una eventualidad, pero no la población, a la que falta educarla en la materia. Pone como ejemplo excepcional lo que realizan varias instituciones en Esmeraldas, frente a cuyas costas se instalará, antes de que acabe el año, una boya (tsunamógrafo) que permitirá monitorear los movimientos del mar.


Después del tsunami de Japón hay una preocupación entre la gente: se dice que va a venir algo peor.


Bueno, a lo largo de la historia el ser humano quiso pronosticar la ocurrencia de sismos o de asociar la ocurrencia de sismos en lugares distantes entre sí. Caso Chile con Japón. La realidad es que, de acuerdo con la teoría del movimiento de placas tectónicas, no existe esa relación.


La teoría es que ya se produjeron en Chile, Japón y Nueva Zelanda. Mirando el mapa, y haciendo una lectura histórica de otros eventos, el siguiente sería en la costa oeste de EE.UU.


No necesariamente. Podría ocurrir uno frente a las costas de EE.UU., sí. De hecho es un lugar muy sísmico y con mucha probabilidad que suceda de nuevo, pero no porque esté asociado a los sismos de Chile, Japón y Nueva Zelanda. Podría pasar otro sismo frente a Japón o Chile, antes que en California. De acontecer allí, sería devastador.


¿Por qué dicen: va a ser el más devastador?


El terremoto más fuerte está por venir. Eso es cierto. Nuestro planeta está compuesto de placas tectónicas, tiene movimientos en su subsuelo. Las placas se mueven entre sí, lo que hace que ocurran sismos. Más fuertes que los que vivimos están por venir. Hubo sismos muy fuertes durante miles de años, y seguirán habiendo. Lo importante ahora es saber de qué manera reaccionar, antes que preocuparnos por el lugar y la hora del próximo.


Si el de Chile de 1960 es considera el peor, con 9,6 en la escala de Richter, y se espera uno mucho más catastrófico, ¿sería de diez?


Podría ser uno de diez o superior a diez. La escala de Richter es abierta, no tiene un límite superior. En los últimos 100 años, que es lo que tenemos medido, el más grande fue el de Chile, pero 100 años en la historia de la tierra es nada. A lo mejor hubo sismos mucho mayores que el de Chile, pero no tenemos registros.

¿Podrán suceder en el futuro nuevamente?

Sí.


Cuando se dice 9,6 o 10, ¿eso en realidad qué quiere decir?


En la escala de Richter o logarítmica lo que se mide es la cantidad de energía liberada en el epicentro, donde ocurre el sismo. ¿Qué significa escala logarítmica? Que un sismo de 9, por ejemplo, es 10 veces mayor que uno de 8. Y este a su vez, es 100 veces mayor que uno de 7, y este 1.000 veces que uno de 6. Es decir, que por cada número que aumentamos en la escala multiplicamos por 10 la cantidad de energía liberada en el sitio donde ocurre el epicentro del sismo.


¿Qué ocurriría con uno de 10?


Si el epicentro se ubica en un lugar poblado, justamente debajo de una ciudad como ocurrió en Haití, la destrucción será mayor. Advertir el nivel de daño que alcanzaría un sismo de 10 o más es complicado porque depende mucho de su ubicación.


¿Podría acontecer un sismo de la magnitud de Japón frente a las costas ecuatorianas?


No se descarta. Estadísticamente es menos probable porque nuestros sismos son menores. El movimiento de las placas tectónicas en nuestra región no es tan rápido como en Japón, pero no se descarta un sismo de gran magnitud frente a nuestras costas. ¿Cuándo? Eso nosotros no lo podemos pronosticar.


¿De qué depende la velocidad de las placas?


De la velocidad de generación de material magmático que aflora a la superficie. Mientras por un lado aflora magma, por otro la placa se hunde en otros lugares. Es la manera en que la tierra acomoda sus placas. En el caso de las costas de Japón, la velocidad de hundimiento de una placa por debajo de la otra es muy rápida, porque la generación de nuevo material magmático también es más rápido que frente a las costas de Sudamérica. Cuando decimos más rápido, hablamos de milímetros más rápido al año, pero en extensión es muy grande, es una acumulación de energía gigante a la que asistimos cada año por este movimiento de placas.


Después de lo ocurrido en Japón, la duda es: ¿Ecuador sí está preparado?


Nosotros trabajamos el tema de tsunamis desde 1972. Contamos con un centro de alerta y nos preparamos para un evento en nuestras costas. Adquiriremos una boya (tsunamógrafo) que nos permitirá una mejor descripción del comportamiento del océano en caso de ocurrir un tsunami. En eso trabajamos desde hace seis años.


¿Cuándo el país contará con esa boya o tsunamógrafo?


Esperamos que en el transcurso de este año. Tendremos un censor que alimentará el sistema del Centro de Alertas de Hawái. Estamos en el proceso de adquisición. Se espera que en los próximos meses se compre. Antes de que termine el año estará instalada. Hay pruebas por hacer. Necesitamos instalar, acá en el Inocar, el centro de recepción y procesamiento de información de manera automática. En eso estamos.


¿Dónde se instalará?


Hacia el oeste de la fosa de subducción. Es decir, frente al sitio donde ocurriría un sismo que genere un tsunami en las costas del país. El lugar sería entre Esmeraldas y Manabí.


¿Guayaquil correría riesgo en un tsunami?


Afortunadamente los esteros son ramales de mar que tienen más de 50 kilómetros de largo. Por lo tanto, una ola devastadora se dispersaría antes de llegar a la ciudad. Si llegara a pasar un tsunami devastador, lo que habría sería una inundación menor.


En Samborondón hay preocupación por el río...


Entendemos la preocupación, pero no pasaría nada por la protección natural de los manglares. Existen modelos numéricos que en su momento se corrieron aduciendo que Guayaquil sería afectada, pero de acuerdo con los nuevos, prácticamente se descarta una devastación de Guayaquil. Habría una inundación, pero menor. Contrario a las ciudades costeras.


Durante el tsunami de Japón tuvimos todo el tiempo del mundo para evacuar la zona costera, pero hubo problemas. ¿En realidad estamos preparados?


Institucionalmente sí. Las entidades que debemos generar la alerta y las que difundirán esa alerta entre la comunidad saben lo que tienen que hacer. Nos falta es difusión y educar a la gente. En este punto resalto el trabajo que se hizo en Esmeraldas.


¿Qué se hizo?


Junto con la Secretaría de Gestión de Riesgos, la Unesco, el Inocar y el Municipio se implementó un plan de contingencia. Esmeraldas está lista para reaccionar de manera adecuada. Es un trabajo de años. Es un ejemplo para el resto de ciudades de la Costa.


¿Por qué Esmeraldas?


Porque es un sector con un riesgo mayor que el resto de ciudades, porque ya se presentó este tipo de eventos. Por ese motivo se comenzó allí. Ahí tenemos señalética instalada, lugares donde la gente sabe que son zonas inundables por tsunamis.


¿No es el fin del mundo, como cree la gente?


(Risas) Todos nos vamos a morir en algún momento. Pero es imposible pronosticarlo. En la corta historia de la geología de la tierra que conocemos, no existe una mayor ocurrencia de eventos destructivos en los últimos años como se piensa. Catástrofes hubo toda la vida, lo que pasa es que ahora nos enteramos de manera más rápida y en vivo por los medios. Y como somos más, pues hay más muertos.


¿No nos ocultan nada?


(Risas) No. El científico está para dar información, no para ocultarla.


"La escala de Richter es abierta, no tiene un límite superior. En los últimos 100 años, que es lo que tenemos medido, el más grande fue el de Chile, pero 100 años en la historia de la tierra es nada. A lo mejor hubo sismos mucho mayores que el de Chile, pero no tenemos registros".


Por: Francisco Quintero
Editor Metropolitano

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