viernes, 25 de marzo de 2011

Cuando mueren por ser mujeres

***SNN

Karla Pesantes | Revista VISTAZO

Los homicidios contra mujeres no son nada nuevo, lo nuevo es descubrir que gran parte de ellos son cometidos por sus parejas actuales o anteriores. Son casos de violencia doméstica que culminan con la muerte de la víctima.


En 2006, una esmeraldeña de 37 años es encontrada acuchillada en el vientre. Tenía ocho meses de embarazo y el feto fue arrojado al mar. Un año después, en Guayaquil otra mujer aparece en una avenida amarrada con las manos en la espalda y estrangulada.

 No son casos de alguna novela policiaca sino expedientes judiciales de la Fiscalía recopilados entre 2005 y 2007. Como estos, hay 60 casos más de muertes violentas de mujeres de diversas edades, estrato socioeconómico y profesión. Son muertes que se agrupan en la figura del femicidio.


En esencia, el femicidio implica la muerte en extrema violencia de una víctima por su condición de mujer.

 Ellas, por lo general, han sufrido maltrato doméstico en casa y no se han atrevido a denunciar a sus agresores. Si lo hubieran hecho, quizás sus muertes se habrían evitado. El término también abarca los asesinatos realizados por varones motivados por un equivocado sentido de propiedad sobre las mujeres y las muertes que involucran abuso sexual y violaciones.


Así lo describe la primera investigación de femicidio realizada en Ecuador, a cargo de la Comisión de Transición hacia el Consejo de las Mujeres e Igualdad de Género, y el Cepam. Ambos colectivos hurgaron entre cientos de archivos judiciales. “Había expedientes donde el médico forense o el Fiscal ni siquiera se tomó la molestia de especificar en la carilla si se trataba de una mujer”, indica Ana Carcedo, magíster costarricense encargada de asesorar a las profesionales ecuatorianas.


De acuerdo con el estudio, el femicidio es una tendencia visibilizada en los 90 cuando las muertes de miles de mujeres en Ciudad Juárez (México) atrajeron la mirada internacional sobre el riesgo que viven ellas debido a su género.


“Penalizar el delito en el Código ecuatoriano significaría focalizar la atención al hecho y no descartar la muerte de una mujer como un simple homicidio cuando tienen escenarios y motivaciones distintas, nos daría el empuje cultural para investigar a fondo”, explica Carcedo.

En Costa Rica, a raíz del trabajo sobre femicidio de Carcedo se logró incluirlo como delito penado con 35 años de reclusión. Guatemala, México y recientemente Chile tienen también esta figura penal.


Vivir maltratadas
Según la Organización de las Naciones Unidas, cada 18 segundos una mujer es maltratada en el mundo, y en Ecuador, datos del Consejo de la Transición registran que cuatro de cada 10 mujeres viven en una situación de abuso intrafamiliar sin importar su condición social o económica. “Hay que reconocer que la violencia y muerte a mujeres no distingue si ella es rica o pobre. Es un problema de la sociedad machista”, dice la jurista Marena Briones.


En la investigación se filtraron 170 casos de muerte en mujeres de Guayaquil, Esmeraldas, Cuenca y Portoviejo. Se encontraron 80 homicidios, de ellos 62 corresponden a femicidios, más del 77 por ciento del total.


Ecuador se encuentra en la media de las estadísticas latinoamericanas de femicidio, con una tasa anual de cinco muertes por este delito en cada 100 mil mujeres. Según Carcedo, esto no garantiza que los datos no se dupliquen; Honduras y Guatemala en 2000 presentaban una tasa similar a la ecuatoriana. Hoy, en ambas naciones se cometen 93 femicidios al año por cada 100 mil mujeres.


Si bien Ecuador aún no está a la cabeza de estas estadísticas, Patricia Reyes, coordinadora del Cepam, expresa que lo preocupante es que la mayoría de homicidios a mujeres son femicidios. “Esto nos obliga a revisar la forma en que estos crímenes son indagados por parte del Estado. Muchas veces se muere una mujer en la casa y se coloca en el expediente que se murió por caerse de las escaleras, no se hace una investigación, no se la relaciona con los antecedentes de maltrato que sufrió”, enfatiza.


Durmiendo con el enemigo
Las investigaciones confirman que las relaciones de pareja son el primer escenario de alto riesgo para las mujeres. El grito, la bofetada o el golpe inicial ocurren en el hogar, en la convivencia. Aquello sucedió con Johanna de 26 años, en unión libre por cinco años, sufrió maltrato por tres hasta que un día amaneció apuñalada por celos, dice el parte judicial.


Según el estudio, las parejas y exparejas fueron responsables del 76 por ciento de estos femicidios, que suceden bajo una lógica de control inmediato y celos; ellas al tratar de impedir la violencia o querer separarse son asesinadas.


Un nuevo escenario del femicidio es dentro de las pandillas u organizaciones de narcotráfico. En algunos casos, el líder de la banda asume que la mujer le pertenece por lo que su vida puede ser desechada. En otros, se la trata como un objeto para cobrar una deuda o tomar revancha frente a un enemigo.


Sea cual fuera el escenario, los hallazgos de este primer informe demuestran que la discriminación de género no es ajena en Ecuador y que el femicidio es el último eslabón en la cadena de violencia. La solución es atacar a la inseguridad femenina, problema al que el Estado debe responder investigando homicidios y rescatando a mujeres que viven bajo abuso doméstico.

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