lunes, 3 de enero de 2011

Dos mil once

***SNN

JUAN COCCO
Periodista argentino. Licenciado en comunicación y máster en Periodismo. Preceptor literario. Escribe desde Buenos Aires.


En un nuevo mundo que redefine sus espacios concéntricos, América Latina gravitará durante 2011 muy cerca del anillo central conformado por China, India y Brasil, hélice trípala del despegue económico global y blanco preferido de las inversiones.


El alentador giro para la región es que ha logrado mantener la senda de la expansión económica en un mundo de canibalismo financiero. Lo ha conseguido gracias a los férreos esfuerzos de muchos de sus gobernantes para salvaguardar sus cuentas públicas y para evitar un peligroso endeudamiento.


La salud macroeconómica, un estado del que América Latina no gozó plenamente durante las dos últimas décadas, será clave el próximo año. Será el sostén de un crecimiento equitativo, orientado a mejorar la calidad de vida de 180 millones de ciudadanos que viven bajo la línea de pobreza.


La atmósfera financiera de este viaje será densa. Uno de los desafíos más importantes para los funcionarios será impedir que el ingreso de capitales especulativos a la caza de altos rendimientos desequilibre las variables cardinales: tipo de cambio, balanza comercial e inversión productiva.


Algunos países ya han comenzado a sobrevolar un terreno peligroso. Perú, Chile y Colombia procurarán absorber los miles de millones de dólares que ofrece la hiperliquidez mundial mediante el Mercado Integrado Latinoamericano (MILA), un Frankenstein de las finanzas.


No será una sorpresa que las agencias calificadoras de riesgo crediticio, generadoras de la turbulenta crisis que hoy azota el mundo, encumbren el MILA como ejemplo a seguir y comiencen a elevar las notas de las naciones amigables a los flujos especulativos.


El economista chileno Ricardo Ffrench-Davis hizo una advertencia en el último número de la revista de la Cepal: “Una liberalización prematura, indiscriminada y mal secuenciada de la cuenta de capitales y de los mercados financieros nacionales se ha erigido en una fuente de costosas perturbaciones desestabilizadoras”.


A estos desafíos se sumarán también en 2011 factores externos derivados de la gran lucha de poder que están dando las economías más grandes del planeta: los Estados Unidos, la Unión Europea y China. Las emisiones cuantitativas de las dos primeras están llevando creciente inflación al dragón asiático y al resto del mapamundi.


La inflación en alimentos y energía, dos activos que China e India consumen vorazmente -y que América Latina vende a raudales-, preocupa al mundo entero. Durante este año, China ha hecho sucesivas pero pequeñas correcciones al alza de sus tipos de interés y encajes bancarios, y se espera que estas medidas se profundicen en 2011.


El aumento de precios de esos bienes básicos también será un hueso duro de roer para las naciones latinoamericanas, pero la buena noticia es que los Estados han tomado las riendas, han hecho un aprendizaje en el manejo de la macroeconomía y saben cómo proteger los intereses de los habitantes.


Sin embargo, estos retos son secundarios si se los compara con uno mayor, que en parte es consecuencia de los cambios económicos estructurales: profundizar la transformación cultural que están experimentando las sociedades latinoamericanas, que comienzan a recuperar su autoestima y se suman a la generación de sentido propio.


A los previsibles desafíos económicos del próximo año, los gobernantes deberán sumar las exigencias de un actor que está comenzando a demandar mayor justicia social en medio de la sostenida generación de riqueza: los jóvenes latinoamericanos.

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