Pedro Pierre
Con la proximidad de las elecciones nacionales, no faltan candidatos que hacen promesas imposibles… Es el caso de dos de ellos, banqueros o ex banqueros, que nos prometen erradicar la pobreza en el país. No es promesa; es burla.
Ellos acumularon dinero, sea gracias al sudor de sus trabajadores, sea gracias al dinero de sus depositantes, sea gracias a los impuestos que no pagaron, sea por la doble contabilidad que se suele realizar. Lo que les “sobra” no representa beneficios pequeños: se nos anuncia que la banca privada tendrá este año ganancias que se acercan a los 400 millones de dólares: con sudor y dinero ajenos. En Ecuador, dinero sí hay, pero en pocas manos o pocos bancos.
La lucha contra la pobreza pasa por la lucha contra la riqueza y no hemos escuchado a estos grandes señores decirnos que van siquiera a compartir algo de lo que ganan o roban. La pobreza es el fruto de la acumulación de dinero: los ricos quitan a los pobres para enriquecerse. Así de simple.
Por esta razón la nacionalización de los bancos ecuatorianos, por parte del presidente Rafael Correa, me parece una propuesta válida. ¿No serán nuestros los bancos si es nuestro el dinero que tienen? ¿No serán nuestras -o digamos de las y los trabajadores- las empresas que se construyen sobre el sudor de sus obreros? En este sentido debemos decir que los bancos y las empresas son un bien común de los ecuatorianos.
Bueno fuera que los administrara el Estado… si nosotros no estamos capacitados para administrarlos. Así que ¡a apoyar la nacionalización de los bancos y de las grandes empresas del país! ¿No será esto avanzar hacia el socialismo latinoamericano del siglo 21?
En cuanto a confiar en dichos banqueros, fijémonos en lo que dice la Biblia: “No te hagas amigo de uno más fuerte y más rico que tú. Juntarías un cántaro de arcilla y una olla de fierro. Uno golpearía a la otra y se quebrarían… Mientras le seas útil, se sirve de ti… Te quita todo lo que tengas; después de eso se burlará de ti. Cuídate, pues, y pon mucha atención, pues junto a ti está caminando tu caída. ¿Qué paz puede haber entre la hiena y el perro? ¿Y qué paz entre el rico y el pobre?”.
Parecen palabras olvidadas… ¿porque quién no quiere ser millonario? Tenemos un pequeño banquero agazapado en nuestro corazón, que nos quiere corromper. Optemos por vivir sencillamente, compartiendo y cuidándonos de los banqueros y empresarios que quieren hacerse pasar por milagreros: quieren apagar el fuego con gasolina.
Fuente: EL TELÈGRAFO*
Ellos acumularon dinero, sea gracias al sudor de sus trabajadores, sea gracias al dinero de sus depositantes, sea gracias a los impuestos que no pagaron, sea por la doble contabilidad que se suele realizar. Lo que les “sobra” no representa beneficios pequeños: se nos anuncia que la banca privada tendrá este año ganancias que se acercan a los 400 millones de dólares: con sudor y dinero ajenos. En Ecuador, dinero sí hay, pero en pocas manos o pocos bancos.
La lucha contra la pobreza pasa por la lucha contra la riqueza y no hemos escuchado a estos grandes señores decirnos que van siquiera a compartir algo de lo que ganan o roban. La pobreza es el fruto de la acumulación de dinero: los ricos quitan a los pobres para enriquecerse. Así de simple.
Por esta razón la nacionalización de los bancos ecuatorianos, por parte del presidente Rafael Correa, me parece una propuesta válida. ¿No serán nuestros los bancos si es nuestro el dinero que tienen? ¿No serán nuestras -o digamos de las y los trabajadores- las empresas que se construyen sobre el sudor de sus obreros? En este sentido debemos decir que los bancos y las empresas son un bien común de los ecuatorianos.
Bueno fuera que los administrara el Estado… si nosotros no estamos capacitados para administrarlos. Así que ¡a apoyar la nacionalización de los bancos y de las grandes empresas del país! ¿No será esto avanzar hacia el socialismo latinoamericano del siglo 21?
En cuanto a confiar en dichos banqueros, fijémonos en lo que dice la Biblia: “No te hagas amigo de uno más fuerte y más rico que tú. Juntarías un cántaro de arcilla y una olla de fierro. Uno golpearía a la otra y se quebrarían… Mientras le seas útil, se sirve de ti… Te quita todo lo que tengas; después de eso se burlará de ti. Cuídate, pues, y pon mucha atención, pues junto a ti está caminando tu caída. ¿Qué paz puede haber entre la hiena y el perro? ¿Y qué paz entre el rico y el pobre?”.
Parecen palabras olvidadas… ¿porque quién no quiere ser millonario? Tenemos un pequeño banquero agazapado en nuestro corazón, que nos quiere corromper. Optemos por vivir sencillamente, compartiendo y cuidándonos de los banqueros y empresarios que quieren hacerse pasar por milagreros: quieren apagar el fuego con gasolina.
Fuente: EL TELÈGRAFO*
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