miércoles, 12 de enero de 2011

En Manabí se ejecutan 86 obras para enfrentar a las inundaciones

***SNN

ecuador@elcomercio.com

 Manabí se alista para un nuevo invierno. Tanto los agricultores como las autoridades saben que la prevención es la única salida para evitar que los cultivos se inunden y se pierda el dinero invertido. Por ejemplo, el Consejo Provincial de Manabí ejecuta 86 obras de prevención en los 22 cantones de la provincia, con una inversión de USD 9 millones.


En las tierras bajas del valle, entre Rocafuerte y Charapotó (cantón Sucre), el verde de las plantaciones de arroz cubre los campos. 3 000 agricultores se ocupan en el cultivo de la gramínea. El río Portoviejo nace en la zona alta del cantón Santa Ana; para que fluya sin dificultad cuando llueva, los técnicos, apoyados en la maquinaria del Consejo Provincial, trabajan en la limpieza de nueve puentes, ubicados entre Rocafuerte y Portoviejo.


Obras en Manta
En Manta se han construido muros de gaviones en barrios altos para evitar los deslizamientos de tierra.

Los agricultores de la Junta de Agua de Rocafuerte, con una retroexcavadora, extraen los sedimentos de canales de riego.
En Puerto López, obreros del Cabildo local limpian los canales de aguas lluvias que atraviesan la Av. Machalilla para que el líquido fluya hacia el mar.


Víctor Espinosa, jefe del departamento de Obras Públicas de la Prefectura, dice que los trabajos están financiados con recursos del programa 50/50 (la mitad paga el Consejo Provincial y la otra mitad corresponde a un préstamo del Banco del Estado (Bede). “En todos los cantones emprendemos diversos trabajos desde la rehabilitación de caminos vecinales, en 24 de Mayo, hasta la construcción del puente en la comunidad de Los Bravos, en Chone”, explica Espinosa.


Además, Jorge Luis Pérez, funcionario de Obras Públicas del Municipio de Portoviejo, sostiene que la prioridad en el cantón es cuidar la infraestructura de los ocho puentes. El tránsito pasa por esos viaductos y si las lluvias los afectan, la circulación hacia Portoviejo sería un caos.


La gente no se ha quedado con los brazos cruzados. Desde fines de diciembre del 2010, Segundo Vélez empezó a subir sus electrodomésticos a la segunda planta de su casa de construcción mixta (madera, ladrillo y cubierta de zinc). Él y varios agricultores de las comunidades de Tierras Amarillas, Sosote, Las Luchas (Santa Ana) y la zona urbana de Portoviejo, en el centro de Manabí, saben que es mejor estar prevenidos pues las lluvias en invierno aumentan el caudal de los ríos Portoviejo y Chico.


Segundo aprendió que cuando los ríos crecen no hay muro que los soporte, el agua se abre camino en su carrera hasta encontrar su desfogue natural: el mar.


Este agricultor, de 62 años, tiene su casa a 500 metros de la vía Rocafuerte-Portoviejo. Cerca de la vivienda existe un amplio patio lleno de palmeras de coco. Por allí pasan los ríos Portoviejo y Chico, que tienen agua permanente en sus cauces. El líquido proviene de la represa Poza Honda, en la parte alta del cantón Santa Ana, al sureste de Rocafuerte.


Los agricultores saben que parte de la culpa de las inundaciones pasadas, fenómenos de El Niño de 1982 y 1983, y los duros inviernos del 2008 y 2009, se debe a la construcción de cuatro vías de segundo orden.


José Alcívar Zambrano vive en la comunidad de Sosote, aledaña a Tierras Amarillas. La última carretera que cruza desde Puerto Loor hacia el centro urbano de Rocafuerte represó más a los ríos Chico y Portoviejo. Hay pocas alcantarillas en la base de la vía; por eso el agua de ambos ríos se queda estancada e inunda las zonas de cultivo y vivienda.


Los habitantes de esos lugares se encomiendan a los santos de siempre, Pedro y Pablo, para que el invierno sea benévolo.


Desde octubre del 2010, la maquinaria del Consejo Provincial retira los sedimentos que se acumulan en las bases del puente sobre el río Portoviejo, en el sitio El Ceibal. Cuando el cauce del río en la zona del viaducto, a 4 km de las propiedades de Segundo y José, se tapona con lechuguines y empalizadas, inunda las tierras de cultivo de 10 comunidades, como el Higuerón y La Jagua.


En la zona urbana de Portoviejo, 15 minutos al sureste de Tierras Amarillas, el trabajo del Cabildo local y de la Prefectura se concentra en la limpieza de ocho puentes. De las bases de los viaductos Jaime Roldós, Papagayo, Velasco Ibarra, Mamey, Rojo, Chile, 12 de Marzo y San Ignacio se extrajeron los sedimentos que restan profundidad al río Portoviejo.


Mario Zambrano vive en una casa de madera de dos plantas, a 120 metros del cauce del río. Lo ha visto desbordarse durante 20 años. En las márgenes del afluente crecen palmeras, mangos y una infinidad de plantas. Esos árboles son hogares de iguanas y aves acuáticas. Garzas y aves de plumaje negro, conocidas como negro fino, vuelan entre los árboles.


Segundo Vélez, José Alcívar, Gerardo Calderón y otros agricultores siguen trabajando la tierra hasta que el invierno llegue, entre enero y febrero.


Mientras tanto, los técnicos del Consejo Provincial detallan el cronograma para la movilización de la maquinaria pesada hacia los sitios de mayor riesgo, entre Santa Ana, Sucre y otros sitios susceptibles a deslizamientos de Junín, Tosagua, San Vicente y Chone.


La eliminación de lechuguines


En la comunidad de Las Luchas, del cantón Santa Ana a 30 minutos de Portoviejo, Gerardo Calderón enfrenta, en cada invierno, a los lechuguines. Las plantas acuáticas que se reproducen en la presa Poza Honda, a 25 km de Santa Ana, salen por el vertedero (zona alta del embalse), cuando el dique llega al tope de su capacidad de almacenamiento: 100 millones de metros cúbicos de agua.


Estos jacintos de agua se quedan en las márgenes del río y cuando se descomponen emanan malos olores. Gerardo corta con su machete los lechuguines, sin embargo, dice que no sirve de nada, pues se reproducen con gran facilidad.


En la represa, 30 obreros, contratados por la Secretaria Nacional del Agua (Senagua), trabajan en la eliminación manual de los lechuguines. Calderón cree que es muy poco lo que se puede hacer: si el invierno es fuerte los esteros aumentarán el caudal del río y las corrientes arrastrarán los jacintos hasta desembocar en el mar.


Similar trabajo se efectúa en la repesa La Esperanza en la zona alta del cantón Bolívar norte de Manabí. Los lechuguines complican la navegación de lanchas de madera. El agua del reservorio con capacidad de 400 millones de metros cúbicos mantiene el caudal del río Carrizal que baña las tierras bajas de Tosagua y Chone.

No hay comentarios:

Publicar un comentario