domingo, 15 de agosto de 2010

No hay delincuencia

***SNN
EL UNIVERSO

Bernard Fougéres
bernardf@telconet.net

Rectificaré el panorama exagerado por la prensa sensacionalista, pondré las cosas en su sitio. No hay atracos a los bancos sino retiros no autorizados. No hay asaltos callejeros sino préstamos contundentes no reembolsables. No hay hurtos de automóviles sino cambios firmes en el manejo vehicular.

No hay robos en los colectivos sino aligeramiento casual de bolsillos ambulantes. Los semáforos no tienen luz anaranjada sino verde en proceso de maduración o roja en vía de formación.

No hay escasez de agua potable sino retención en la fuente. No tenemos desnutrición sino limitación provisional de calorías. No hay hambre sino regulación nacional de la energía metabólica.

No hay colas frente a las ventanillas del IESS sino canalización racional de los trámites individuales. No hay pobreza sino carencia permanente de efectivo. No hay impuestos ni gravámenes sino benévola solidaridad del Estado con el ingreso privado.

No hay pornografía en la televisión sino deshojamiento audiovisual de ropas informales. No tenemos suburbios sino zonas palafíticas de desconcentración urbana. No hay devaluación de la moneda sino aligeramiento del poder adquisitivo. No hubo dolarización sino cambio de uniforme del Mariscal Sucre.

No hay prostitutas sino comerciantes minoristas de la sensualidad, impulsadoras de caricias al granel, concupiscencia interactiva. No puede haber aumento de precio de los combustibles sino sofisticación de tarifas en hidrocarburos. No hay maestros con sueldos microscópicos sino propagadores de ideales sin valor comercial.

No existe corrupción, nunca jamás la hubo, sino negocios en vía de aclaración. No hay crisis ecológica sino ardillas desdentadas dispuestas a canjear su cola por un cascanueces.

No hay calentamiento global sino Gas de Efecto Invernadero derivado de causalidades antropogénicas. Cuanto menos lo entienda, mejor para usted.

No existió jamás el llamado Holocausto. Los amontonamientos de cadáveres fueron montajes cinematográficos destinados a dañar la imagen de un partido político que tenía como ideal suprimir de la faz de la tierra a quienes no tuvieran el cabello rubio, los ojos azules.

Los hornos crematorios pertenecieron sin duda a gigantescas panaderías, las cámaras de gas fueron duchas alimentadas por un desinfectante llamado Zyklon B, inocente versión del cianuro que no hubiera matado siquiera a una pulga.

No hay presos políticos en ningún país del mundo sino delincuentes traviesos en vías de rehabilitación social. En Guantánamo no existió jamás la tortura sino enérgica reeducación por medio de sofisticados sistemas eléctricos, tratamientos sutiles que permitieron a ciertos presos sacarse unas muelas sin acudir donde el dentista. No hay disidencia sino falta de coincidencia con reincidencia.

No hubo armas de destrucción masiva donde Sadam Hussein. No se sabe cuántos norteamericanos siguen muriendo en la segunda guerra. Lo que dice Google es que en la primera fallecieron 300.000 iraquíes y 148 estadounidenses. Sin embargo, quedo agradecido con el ejército norteamericano, pues recuerdo que liberó Francia de la ocupación nazi.

En el suelo de Normandía donde desembarcaron los Aliados, cerca de donde nací, visité siendo muy niño cementerios donde yacen miles y miles de combatientes norteamericanos que ofrendaron su vida en el famoso día D, el 6 de junio de 1944 para salvar la mía y la de los míos.

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