jueves, 26 de agosto de 2010

Compañera de sobreviviente de masacre pide viajar a México

***SNN
EXPRESO/ AFP

La última comunicación telefónica que mantuvo con Luis Freddy Lala Pomavilla fue hace dos meses, cuando le comentó que al menos otros dos ecuatorianos estaban en el grupo de indocumentados

Angelita Lala, una jóven indígena ecuatoriana, dijo este jueves que quiere viajar a México para comprobar que está vivo su compañero Luis Freddy Lala Pomavilla, único sobreviviente de una matanza de 72 posibles migrantes latinoamericanos, en el estado de Tamaulipas.

Angelita, de 17 años y embarazada de Freddy, añadió que representantes de la Secretaría Nacional del Migrante (Senami) la visitaron en su humilde casa en Ger, una aldea de campesinos en la provincia de Cañar, para decirle que su "marido está bien".

"Pero parece que ellos no saben nada, por eso quiero ir a ver con mis propios ojos que él está bien, que está con vida", manifestó Angelita, quien se muestra nerviosa y preocupada por la situación de su compañero de 18 años de edad, sobreviviente de la masacre más grande atribuida a narcotraficantes en México y en la que habría víctimas ecuatorianas.

"Yo sí quiero ir a visitarle porque no sé nada de él", dijo la mujer después de conocer que Lala Pomavilla pretendía ingresar ilegalmente a Estados Unidos.

La última comunicación telefónica que mantuvo con su compañero fue hace dos meses, cuando le comentó que al menos otros dos ecuatorianos estaban en el grupo de indocumentados e incluso le pidió que estuviera tranquila porque ya estaba en Guatemala, en camino hacia Los Angeles con la ayuda de coyoteros, como se denomina a los traficantes de migrantes hacia Estados unidos.

"Ha sido mentira, nunca llegó a Estados Unidos", indicó la indígena en un deficiente castellano y que por momentos dialoga en idioma quichua con familiares y vecinos que le acompañan en su casa, enclavada en lo alto de una descampada montaña de la cordillera de Los Andes.

La mujer lleva tres años de pareja con Lala Pomavilla y tiene cuatro meses de embarazo luego de perder a un hijo, que murió a los seis meses de edad.

En su pequeña vivienda de paredes de barro y tapada con planchas de latón, aguarda impaciente para comunicarse con el hombre, que dejó sus instrumentos de labranza en busca del "sueño americano", como lo hicieran sus padres hace varios años.

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