sábado, 21 de agosto de 2010

Un refugio en la mitad de la selva

***SNN
EXPRESO
Llegar requiere tres horas de recorrido fluvial

El Napo Wildlife Center, un ecohotel de lujo ubicado en la selva del Parque Nacional Yasuní, es uno de los mejores del país. Obtuvo un reconocimiento internacional el año pasado.
Foto: Darwin Eugenio / Expreso

Además de las comodidades del hotel, los turistas pueden observar especies como los caimanes de la zona.

El sitio también cuenta con un observatorio de aves, ubicado a 50 metros de altura, sobre un árbol de ceibo.

El recibimiento. Lo hacen guías profesionales, expertos en biología, aves, mamíferos, plantas exóticas y medicinales, que dominan al menos tres idiomas.

Conservación. Otro objetivo es mantener las prohibiciones de cazar y pescar en ese territorio protegido.

El turismo sostenible es impulsado por la comunidad quichua Añangu, que habita en la provincia de Orellana. Sus pobladores crearon el más grande ecohotel de lujo alternativo enclavado en la Amazonia ecuatoriana: el Napo Wildlife Center, NWC Lodge.

Fue levantado junto a la laguna Añangucocha, en el territorio ancestral de la comunidad Añangu, gracias a la iniciativa de sus habitantes y el apoyo de la ong Tropical Nature Conservation System, con la que formaron una sociedad.

El mejor refugio en plena selva recibió en 2009 un premio al desempeño y calidad otorgado por la organización internacional Rainforest Alliance, en Nueva York. Su estructura fue diseñada y edificada con materiales extraídos de la zona, sin afectar el ecosistema.

Geovanny Rivadeneira, gerente del proyecto, recuerda que la unión y organización de los lugareños fue importante. “Todo este territorio fue zonificado por ellos para impulsar el turismo comunitario”.

El plan incluye la conservación de aproximadamente 21.400 hectáreas de bosque tropical, del Parque Nacional Yasuní, declarado Reserva de Biosfera por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

“Nosotros quisimos dar ejemplo a otras comunidades para que preserven la selva”, manifiesta Meliton Jumbo, presidente de la comuna Añangu.

El propósito es impulsar el trabajo permanente para todos en el sector y brindarles salud y educación. “El proyecto es manejado totalmente por los indígenas”, cuenta el administrador del hotel, Félix Manosalvas. Aclara que el 60 por ciento de los trabajadores es mestizo y el 40 por ciento, indígena.

Yasuní es una de las áreas protegidas con más diversidad de flora en el planeta. Estudios indican que su bosque tropical es el segundo más variado del mundo. La biodiversidad es complementada con otros atractivos como ríos, la laguna de Añangucocha, saladeros y lamederos, que son depósitos de arcilla donde aves y mamíferos concurren para comer tierra mineralizada.

La reserva de un cupo en este hotel selvático debe hacerse con al menos tres meses de anticipación porque la demanda es alta durante todo el año. Diariamente llegan unos 50 turistas provenientes de Europa, Asia, Medio Oriente y Estados Unidos.

Para llegar, hay que viajar una hora en lancha por el río Napo y dos a través de un riachuelo, en el que están a la vista la flora y fauna existente en la reserva.

El recibimiento lo hacen guías profesionales, expertos en biología, aves, mamíferos, plantas exóticas y medicinales, que dominan al menos tres idiomas.

Mariano Grefa, guía quichua, cuenta que ellos enseñan a los visitantes su saber ancestral, sin ocultarles nada.

Con respecto a los recursos culturales, la comunidad ofrece a los visitantes conocimientos de técnicas ancestrales de uso y manejo de los bienes disponibles, gastronomía especializada, la opción de degustar chicha y alimentos típicos de la región, además de comprar las artesanías elaboradas con productos vegetales por las mujeres de la comunidad.

Los visitantes también tienen la opción de recorrer el centro de interpretación para observar los rituales de sanación de los yachaj o chamanes.

El francés Regis Damade, quien ha recorrido muchos lugares turísticos del mundo, luego de un tour de una semana por el Yasuní, afirma que es lo mejor que ha visto. “Es un paraíso, es un lugar muy importante para la humanidad, que debe conservarse”.

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