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Ariana Narváez, de 26 años, cuenta cómo sobrevivió desde las 23:00 del domingo 27 de octubre hasta las 08:00 del martes 29 tras un volcamiento ocurrido en Ibarra.
Ella fue la única sobreviviente. El conductor Alberto Padilla falleció.
"El momento de la caída al precipicio -de aproximadamente 300 metros- me pareció eterno. Yo y Kevin regresábamos por la vía Panamericana, por el ingreso norte de Ibarra, cuando el carro que conducía mi amigo se salió del camino.
Eran las 23:00 del domingo cuando retornábamos a Ibarra luego de dejar al padre de mi amigo en la comunidad de San Ana, Carchi, ubicada la vía Ibarra-San Lorenzo.
Hace un mes conocí a Kevin a quien me presentó mi hermana, Andrea. El domingo, por la tarde, fue a mi casa y me pidió que le acompañara. Veníamos conversando, pero hubo un momento en que nos quedamos en silencio y entonces al parecer, Kevin se quedó dormido.
El carro saltó por la cuneta y comenzó a caer al barranco. Nunca he sentido un miedo tan grande. En ese momento lo único que hice fue pensar en Dios. Le pedía que me salvara, que no quería morir porque tengo que cuidar a mi hija Amanda Nicole, de 7 años.
El carro dio cuatro vueltas violentas. Me golpeaba y quería sostenerme con las manos y gritaba desesperada. Mi compañero enmudeció. Por mi mente pasaban las imágenes de mi hija, de mi madre y de mi hermana.
De pronto salí expulsada por la ventana. Me choqué contra la peña y comencé a rodar. Estaba desesperada. Abría las manos intentando sostenerme en las ramas. Finalmente, logré sujetarme a la raíz de un árbol y eso me salvó la vida.
Estaba muy oscuro y no podía ver, pero escuché que el carro se estrelló abajo al final de la peña. No supe más de Kevin. Yo le preguntaba desesperada si estaba bien, pero no me respondió.
Esa noche –domingo- solo quería salir a la carretera y pedir ayuda. Comencé a gritar fuerte: auxilio, ayúdenme, alguien que me escuche. Me pareció que la noche estaba más oscura que nunca, solo veía las luces de los carros que pasaban a los lejos.
Les gritaba, pero no me escuchaban. Tenía la boca seca, frío y un intenso dolor en la pierna izquierda. Estaba desorientada. Esperaba que amaneciera lo más pronto para ver en dónde me encontraba.
No me podía poner de pie y decidí arrastrarme arañando la tierra y haciendo huecos con una lata que encontré. Escalé, más o menos, unos 100 metros.
Luego del frío de la primera madrugada que estuve en ese precipicio hizo un calor intenso. Tenía sed y los labios secos. Me sentí tan sola que me empecé hablar con Dios. Le pedí perdón y ayuda. Me cansé de gritar. Así pasé mi segundo día como sobreviviente del volcamiento del carro.
Esa noche dormí y el martes amanecí con más ánimo. Presentía que ese día me volvería a encontrar con mi familia. Estaba decidida a seguir arrastrándome para subir a la carretera. Grité nuevamente pidiendo auxilio y un obrero que limpiaba la cuneta en la vía Panamericana me respondió.
Me dijo que siga hablando para ubicarme y que ya iba a pedir ayuda. A las 08:00 llegaron los Bomberos. Fue el momento más confortable de esta tragedia. Luego vino lo triste, pues me enteré que Kevin estaba muerto.
Sus familiares, presenciaron el rescate, y me confirmaron que su nombre era Alberto Danilo Padilla y trabajaba como guardia".
Fuente: EL COMERCIO
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