Fueron adictos a las drogas y lucharon para escapar de ellas. Aunque no están totalmente recuperados, colaboran con la sociedad brindando charlas a otros adictos.



Su mensaje: se puede salir de este mundo de autodestrucción.

EL COMERCIO entrevistó a tres motivadores que saben perfectamente de qué hablan cuando dicen que caer en la droga es caer en el infierno.

Ronny Bossano es uno de ellos. Él no tolera ver los focos de su dormitorio encendidos cuando despierta. Esas luces le recuerdan la habitación del hospital donde casi pierde la vida. Aún recuerda las agujas en sus manos y pecho, y las sondas en su cabeza.

Luego de casi morir, Bossano entró a un centro de rehabilitación y al cabo de 7 meses se recuperó. Hasta ese día, en que perdió los signos vitales, sus padres no se dieron cuenta de que consumía drogas.

Bossano se rasca constantemente la nariz mientras relata cómo se hizo adicto a las drogas. Para el todo empezó a los 8 años en una reunión familiar donde probó un vaso de ron. Acerca la mano a su pecho y reconoce que tiene una personalidad adictiva. A la misma edad probó marihuana con unos amigos. A los 12 años, el consumo de esa sustancia se hizo regular, al menos una vez al mes.

Bossano pensaba que la sustancia era natural y su consumo era normal. Con el tiempo la marihuana le llevó al consumo de cocaína. Esta pasó a ser su sustancia predilecta. Bossano la consumió desde los 15 hasta los 19 años. También probó éxtasis, ácido, micropuntos, base, crack, fiber… Llegó a un punto de su vida en el que estas sustancias “ya no le cogían”.Entonces creyó que debía probar con más drogas para divertirse más y vivir nuevas sensaciones.

A los 19 años sufrió una sobredosis de cocaína. Durante su recuperación comprendió que alcohol era una de sus mayores adicciones. “La droga líquida o alcohol es peor que las drogas sólidas”. Ronny creía que mientras más drogas consumía se volvía mejor persona. Bossano dice que el adicto pide ayuda a gritos. Él, por ejemplo, solía entablar relaciones con chicas para dejar la sustancia, pero nada funcionaba. Volvía a consumirla con más fuerza. “Mi cuerpo me lo pedía”. Sentía compulsiones y obsesión.

Bossano es una persona que se deprime fácilmente, por eso se auto recetaba ‘pepas’ como el rivotril y el sanax combinados con alcohol. “Me hacía los pases o moscos para ir a estudiar, no podía vivir sin droga”. Ahora estudia Psicología y quiere especializarse en adicciones para sustentar las bases de recuperación. Dice que amor es lo que más necesita el adicto.



Lea mañana los otros testimonios.





Fuente: EL COMERCIO*