sábado, 21 de julio de 2012

Filipinos van en familia a comprar pistolas y rifles

***SNN





Aficionado. En la feria de Manila los padres demuestran su pasión armamentista delante de sus hijos.

EFE | Los rifles y pistolas de último modelo se exhiben y despachan en un ambiente familiar durante la feria de armas de Manila, en la cual los padres demuestran su pasión armamentística delante de sus hijos.


La abundancia de armas de fuego y accesorios deleita a los cientos de aficionados que acuden al recinto en el que se celebra esta feria bianual desde hace dos décadas, en la que participan unos doscientos comerciantes. Es uno de los eventos más aguardados por el enorme número de filipinos que sienten pasión por el armamento.


El público recorre con tranquilidad y curiosidad los pasillos y se detiene frente a los puestos, sujeta con sus manos las armas exhibidas y las palpa con cuidado antes de decidir si las compran.
"Tengo en casa una carabina M4M1 y me gusta ir a disparar de vez en cuando a un campo de tiro. Estoy loco por las armas, también colecciono puñales", dice Ariel Mesina, un visitante de 40 años al que acompaña su hijo de siete años.


"Él también es un apasionado. A veces dispara en el campo de tiro conmigo", añade con orgullo con la mirada fijada en el pequeño.


Pese al tipo de mercancía que está a la venta, el ambiente es muy distendido, los visitantes pasean con la misma naturalidad con que lo harían en cualquier otro comercio y muchos se fotografían posando solos o en familia sujetando revólveres o rifles de gran calibre.


Nadette, una mujer de 38 años que camina junto a su hijo de seis años por el recinto con gesto que denota cierta apatía, aclara que a ella no le gustan las armas pero acompaña a su marido, que quiere adquirir un nuevo revólver.


"En casa guardamos una pistola, es importante para tener seguridad en caso de que alguien quiera robarnos", comenta la mujer.


Anthony Delisay, de 43 años, se abre paso por los abarrotados pasillos portando sobre un hombro a su pequeña de 14 meses.


"Hemos venido solo a echar un vistazo, yo solo tengo una escopeta de aire comprimido porque soy un amante de la caza. Procuramos venir todos los años", explica en perfecto español con acento caribeño, aprendido durante los años que trabajó en un barco mercante.


Por su parte, los vendedores no dan abasto para responder a las preguntas y peticiones de los clientes.
Dino Reyes, propietario del proveedor filipino Lynx Firearms, destaca que "solo la mitad viene realmente con intención de comprar, mientras que los otros curiosean, pero es suficiente para atraer a nuevos entusiastas".


Reyes explica que la mayoría compra pistolas de pequeño tamaño, generalmente de la principal marca filipina, Armscore, pero también tienen éxito la brasileña Taurus y la argentina Bersa.


Los métodos para llamar la atención son diversos: uno de los comerciales acciona cada diez segundos su pistola eléctrica que emite descargas de 3.800 voltios, otro enumera a pleno pulmón las virtudes del arma que promociona y un tercero coloca a la entrada de su caseta la enorme cabeza de un búfalo africano cazado en Zimbabue en 2008 con uno de los rifles que expone, con el fin de vender alguno.


"¡Esto es increíble! En ninguna feria del mundo he visto un ambiente tan distendido, una facilidad tan grande para interactuar con los clientes", exclama asombrado Sandro Amadini, un fabricante italiano especializado en la venta de armas a la policía.


Según la web especializada Gunpolicy.org, en Filipinas hay más de 3,9 millones de armas legales en poder de civiles, de una población de 95 millones de habitantes.


Este elevado número se debe en parte a la facilidad para obtener una licencia tras estudiar un curso sobre leyes de tenencia de armas y otro sobre su manejo por un precio que ronda los 122 dólares.
"En Filipinas no es nada difícil poseer un arma, siempre que no se tenga antecedentes penales", admite Ramón Quinto, especialista legal de la Asociación Filipina de Práctica de Tiro.




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