Los vecinos y pescadores tienen miedo de hablar sobre lo ocurrido. Se asustan al ver las cámaras fotográficas. No contestan las preguntas; fruncen el ceño.


“Por hablar casi matan a Raúl (nombre protegido) el otro día”, grita un pescador mientras se aleja del sitio donde se tejen las redes que se usan para capturar especies de mar.


“No les den información”. Raúl fue el primer campesino que llegó al sitio donde se produjo el accidente de la avioneta con placas mexicanas, ocurrido el 13 de mayo pasado.


Apareció en primer plano en varios canales de televisión nacionales y locales, como si se tratara de un personaje público. No se difuminó su rostro ni se alteró su voz para protegerlo.


El ministro del Interior, José Serrano, había advertido que se trataba posiblemente de un caso vinculado con el narcotráfico.
Pese a ello, la identidad del agricultor encabezó también las notas de crónica roja de los periódicos de mayor circulación.


Se publicaron su nombre y su apellido y se hizo eco de un rumor en los noticieros y páginas impresas: que los pobladores posiblemente tomaron parte del dinero que transportaba la aeronave.


Según la Policía, ellos llegaron al sitio del accidente a las 20:40. Y el accidente, según la Fiscalía, se produjo a las 19:30. Un oficial de Pedernales aseguró que se vio a unos 30 pobladores en el sitio.
Entre ellos estaba Raúl.


El pasado 15 de junio, él fue víctima de un atentado. Siete hombres armados ingresaron a su domicilio por la fuerza y lo amenazaron.


Cuando escuchó los pasos, los desconocidos ya estaban cerca de la puerta de madera. La tumbaron y entraron.
Su esposa e hijos no pudieron escapar.


Los golpearon y maniataron. Les exigieron que confiesen dónde estaba el dinero que supuestamente habían tomado de la avioneta. El agricultor estaba cansado de responder que no sabía del tema.


Desde que se produjo el accidente había recibido visitas de personas que se identificaron como policías y luego como militares. Ellos supuestamente investigaban lo ocurrido.


A todos les contestó lo mismo. Que cuando él llegó al sitio del accidente se asustó cuando vio los dos cadáveres de los tripulantes y se alejó para avisar a la Policía. Los gendarmes fueron quienes descubrieron los fajos de dinero dentro de una maleta.


“A simple vista no se podía saber que había dinero. Estaba todo oscuro y lleno de hierros retorcidos”, dice otro poblador que estuvo en el sitio. “Cuando la Policía llegó y vio el paquete pidió a toda la gente que se retirara y luego ya no supimos más”.


Los policías trasladaron los dólares al comando de Pedernales, en medio de un ambiente de hermetismo. Mientras los contaban se especuló con la cifra. Se dijo que podían ser unos USD 4 millones y eso alimentó la hipótesis de que había más dinero en la avioneta siniestrada.


Finalmente se confirmó que eran USD 1,3 millones. Entonces, el jefe de la Policía local, Ulises Parreño, afirmó que no se faltó a la cadena de custodia.


Raúl recuerda que el día del atentado, los siete desconocidos intentaron llevárselo al mar en lancha. Lo arrastraron desde la vivienda de caña, que está a unos 20 metros de la playa.


Para entonces, la Policía ya había sido informada sobre lo que estaba ocurriendo. La Unidad de la Policía Comunitaria del Coaque está a cinco minutos de recorrido en vehículo.


Los vecinos denunciaron el hecho al escuchar los gritos y las amenazas. Es un pueblo pequeño. Las casas están construidas cerca y por los orificios de las paredes de madera se puede observar lo que pasa afuera.


Los gendarmes ingresaron al recinto, pero no atraparon a los desconocidos, que se fugaron en las lanchas. Raúl tuvo que dejar las pocas pertenencias que tenía y salir del lugar con su familia.
Su casa, de caña y madera, ahora está abandonada. Él, en algún lugar que por seguridad no puede revelarse, se recupera de los golpes que recibió.


La Policía asegura que inició una investigación para dar con los responsables y ya tiene una hipótesis. Se trataría, presuntamente, de delincuencia común, afincada en Pedernales.


Gente que se organizó alrededor del rumor del dinero desaparecido para tratar de recuperarlo. Cuando se produjo el atentado, Raúl recuerda que lo llamaban por su nombre y le recordaban que él estuvo primero en el sitio del accidente.


“No pueden ser los narcotraficantes porque ellos no actúan así. Los sospechosos tenían machetes y una cartuchera. Los narcotraficantes, en cambio, tienen armas sofisticadas”, dice un policía que estuvo en el operativo de rescate.


Pero un agente de Inteligencia confirmó que las bandas locales trabajan al servicio de los carteles. En Pedernales hay dos agrupaciones que se disputan el control de los barrios, para la venta de droga al menudeo.


Los vecinos de los barrios en donde viven coinciden en que los cabecillas de las bandas han dejado la zona momentáneamente tras el reforzamiento de la seguridad en Pedernales.


Agentes de Inteligencia de la Policía y del Ejército custodian la ciudad y las playas cercanas. También se observan sobrevuelos de helicópteros de la Policía.


Un gendarme dijo que tienen la disposición de informar sobre cualquier novedad, pero no de dar protección personalizada a las personas que el día del accidente estuvieron en el sitio antes de que llegara la Policía.
Raúl no tuvo resguardo policial y la Fiscalía tampoco pidió que se lo incluyera en el sistema de protección de testigos.


Este Diario quiso consultar las razones, pero en el Comando de la Policía de Pedernales se dijo que tienen una orden: no dar información sobre el caso.


Pedernales no tiene un fiscal titular y por eso las diligencias se coordinan con funcionarios que llegan de Portoviejo.
La indagación


Entre las pistas que se investigan sobre el accidente aéreo consta un recibo de depósito bancario por USD 10 000 que se halló entre los escombros de la avioneta. La transacción la hizo uno de los dos tripulantes, que falleció tras el accidente.

 

En el expediente de la Fiscalía reza que el depósito se hizo el 7 mayo pasado, a las 16:30, en Culiacán, estado de Sinaloa. El territorio es considerado como un fortín del cartel de la droga del mismo nombre, liderado por Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán.





Fuente: EL COMERCIO*