martes, 7 de septiembre de 2010

Red de coyoteros es manejada desde Cuenca

***SNN
DIARIO EXPRESO - Víctor Hugo Carreño - Desde Azogues

Red de coyoteros es manejada desde Cuenca
Enganchadores acuden a comunidades para ofrecer viajes ilegales a EE.UU. en $ 10.000 y $ 12.000. Los pobladores aceptan para buscar mejores días y construir casas como las de sus vecinos.
Foto: Jonathan Miranda / Expreso
En San Miguel de Cojitambo y Mosquera, en la provincia de Cañar, sus pobladores tienen familiares en EE.UU. que migraron de manera ilegal. María Chimbai junto a la casa de su hija que costó $ 50.000.
Foto: Jonathan Miranda / Expreso
En familia. Ana Luisa Romero separa maíz junto a sus hijas y familiares cercanos; su esposo está en EE.UU.
Foto: Jonathan Miranda / Expreso
Soledad. Laura Urgeles en la casa que construyó con las remesas que le envió primero su esposo y luego su hijo.
Foto: Vanessa Paladines / Expreso
Luis Rocano tiene una carpeta con una copia de la denuncia presentada en la Fiscalía de Azuay por la desaparición de su hija. Pide un castigo para el pasador.

Desde noviembre, Ana Luisa Romero afronta sola la crianza de sus tres hijos en la pequeña comunidad de Mosquera, cercana al cantón Biblián (Cañar). Los ingresos los obtiene a través de la venta de maíz y papas que cosecha en un terreno detrás de su vivienda blanca y de la leche que le prodigan sus reses.

Su esposo Wilson Cuenca inició, hace diez meses, la búsqueda del sueño americano. Aunque trabaja en Queens, en una lavandería, en los últimos meses dejó de enviar dinero porque primero tiene que cancelar los 13.000 dólares que prestó a sus amigos para pagarle a una coyotera por el viaje a Estados Unidos.

La contactó en Cuenca para que lo ayude a cruzar “por camino”, como llaman los comuneros a ingresar ilegalmente, por tierra, a través de México.

Los habitantes del sector rural son los blancos de los coyoteros, quienes operan desde Cuenca, según las investigaciones de la Fiscalía de Cañar.

Las bandas tienen enganchadores en las comunidades, que convencen a los pobladores de que en Estados Unidos pueden acceder a mejores oportunidades y ganar más dinero. Les ofrecen un viaje seguro a pesar de los peligros de ser secuestrados y asesinados como ocurrió con los 72 migrantes latinoamericanos hace dos semanas en Tamaulipas. De la masacre escapó milagrosamente el compatriota Luis Lala y otros dos centroamericanos.

El periplo para llegar a Estados Unidos es tortuoso y, en muchos casos, los viajeros son estafados por quienes integran la cadena de tráfico de personas. Uno de los afectados es Franklin Guamán, quien dejó el país hace cinco años.

Su madre Laura Urgeles (51 años) recuerda que el pasador (persona que traslada de un punto a otro durante el viaje) abandonó al grupo en el que viajaba su hijo en el desierto de la frontera entre México y Estados Unidos.

La Policía lo apresó, pero no lo deportó al Ecuador, sino a México porque él siguió al pie de la letra la recomendación de hablar con acento de ese país.

Para hacer un nuevo intento su hermano mayor, Enrique, quien reside hace 15 años en Estados Unidos, contactó a otro pasador. Le pagó $ 3.000 para que Franklin cumpliera el sueño de reencontrarse con su progenitor.

En ese entonces, su padre tenía 15 años en ese país y con el dinero que él y Enrique enviaron mensualmente, su madre construyó la casa de cemento, de dos pisos, en la que habita con su última hija, de 22 años, en la comunidad de San Miguel de Cojitambo, cercana a Azogues.

En 1990, el viaje le costó a su cónyuge 5.500 dólares, casi la mitad de lo que cobran hoy. Pero con él no tiene comunicación desde hace 7 años. Sus hermanos, también radicados en Estados Unidos, le contaron que tiene otra mujer.

En las comunidades cañarejas lo extraño es no tener familiares en el exterior. En el caso de Ana Luisa, antes de la partida de su esposo, vio cómo sus parientes dejaban, unos tras otros, la población de Mosquera.

Sus padres y cuatro de sus siete hermanas viajaron ilegalmente. De San Miguel de Cojitambo también salieron Víctor Celdo y sus dos hijas Ana y Gloria. El primero hace 15 años y las dos últimas hace 12 y 10 años, respectivamente.

María Chimbai, su esposa, quedó con la última de sus hijas: Patricia (25 años) y sus nietas adolescentes, descendientes de Ana, Victoria y Paola Cáceres. Tienen entre 13 y 14 años.

Cuando Víctor dejó la comunidad, su casa era de teja con piso de lodo. Gracias el dinero que envió, fue construida de cemento y de dos plantas.

Como esas hay muchas casas en medio del campo y de edificaciones humildes en las comunidades de Cañar; todas edificadas con las remesas enviadas por quienes un día tomaron la decisión de, con la guía de un coyotero, llegar a Estados Unidos.

Gloria envió 30.000 dólares a su madre para edificar una casa. María aportó con otros 20.000. Pero a la construcción le faltan instalaciones eléctricas y adecuaciones en la cocina y los baños. Así está desde hace seis años, en que pasó a ser un criadero de cuyes y una bodega de bicicletas y de maíz para los chanchos.

Su esposo Víctor la incentiva para que viaje, pero teme a los peligros que existen en México, más aún después de la masacre en Tamaulipas. Ana Luisa tampoco desea viajar; no quiere dejar a sus cuatro hijos: tres varones y una niña.

Dután viajó en el avión de Lala, informó el Fiscal
El fiscal general de la Nación, Washington Pesántez, señaló ayer que continuarán las investigaciones para desarticular las redes de traficantes de personas que operan en el austro.

La captura el fin de semana anterior de Miguel Dután Meneses permitió a las autoridades evidenciar que fue él quien condujo a Luis Fredy Lala, sobreviviente de la matanza de 72 migrantes en Tamaulipas, a su travesía a Estados Unidos.

Según el fiscal, Dután “ha viajado inclusive en el mismo avión del señor que fue sobreviviente de esta masacre en Tamaulipas”. Pesántez consideró que la falta de una denuncia solo retardará las indagaciones, pero “hay elementos fehacientes y no es imprescindible que él, de manera expresa, reconozca”.

La Fiscalía recibió información de su similar de México sobre el caso, pero el funcionario no adelantó detalles por la reserva de la investigación. (MCV)Luis no sabe nada de su hija María desde hace más de un año

Con la mirada perdida y el rostro mojado por las lágrimas, Luis Delfilio Rocano Brito, de 53 años, recorre los senderos de su natal El Cabo, jurisdicción del cantón Paute, recordando la sonrisa y el amor de madre de su hija María Mercedes Rocano Bau, de 35 años.

Ella dejó su casa hace más de un año con la ilusión de llegar a Estados Unidos para reunirse con su esposo. Dejó a sus tres pequeños al cuidado de su padre.

“No sé nada de María, la última comunicación que tuve fue en julio de 2009, cuando me dijo que había llegado a México. Desde ese entonces perdí todo tipo de contacto”, señala su progenitor, quien no sabe cómo buscarla.

Con lágrimas de impotencia cuenta que María Mercedes decidió, en junio de 2009, viajar a donde su esposo y contrató los servicios de un coyotero identificado como M.G., muy conocido en La Troncal por los servicios de llevar a ecuatorianos a Estados Unidos.

“M.G. nos dijo que estaba en la capacidad de tramitar los documentos para llevar a mi hija al exterior. Debía cancelar la cantidad de 11.000 dólares”, señala Luis.

El anticipo que dieron fue de 6.000 dólares. Luis los depositó en la cuenta 4002155350 del Banco del Austro a nombre del pasador. “Él nos dijo que todo iba a ser legal”, agrega.

En julio María emprendió el viaje; primero llegó a Guayaquil, luego a Honduras y posteriormente a México.

“Una sola llamada recibí de mi hija a finales de ese mes de 2009; me dijo que en dos o tres días saldría de México para ingresar a Estados Unidos.

Desde entonces no sabe nada de ella, dónde está, cómo está, qué hace. El coyotero, con quien mantiene contacto permanente, le asegura que María está por llegar y que muy pronto lo llamará.

Pero hasta ahora no hay noticias. Los hijos de María; Diana, Cristian y Jonathan, de 14, 12 y 9 años, respectivamente, siguen al cuidado de su abuelo. La deuda lo agobia. (JMJ)Pasador exige el pago de $ 5.000

Aunque no hay noticias de María, el pasador está exigiendo la cancelación de los 5.000 dólares restantes del valor acordado. “Quiero que se haga justicia, que se investigue qué pasó con mi hija”, indica Luis, quien presentó a la Fiscalía una denuncia bajo el patrocinio del consultorio jurídico de la Universidad del Azuay.

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