miércoles, 8 de septiembre de 2010

Un estudioso de la naturaleza

***SNN
DIARIO EXPRESO
Testimonio personal del Dr. Carlos García Rizzo
Foto: Amelia Andrade / Expreso
Es catedrático de la Universidad de Guayaquil desde hace 47 años. Forma parte de la historia de la Facultad de Ciencias Naturales, que ayudó a formar como unidad académica.

Currículum. También fue profesor de la Facultad de Ciencias Químicas del alma máter y vicerrector de la Universidad Técnica de Machala.

El doctor en Ciencias Naturales Carlos García Rizzo tiene un rostro adusto, que refleja el paso de sus 72 años. La primera impresión que genera es la de un hombre duro. Es estricto en clase, admite, pero sensible y agradecido con la vida por el sacrificio que sus padres y su hermano mayor, Luis Alfredo, hicieron para que llegue a ser un profesional.

Estudió en la escuela Francisco García Avilés, donde conoció al director del plantel, Lauro Dávila, quien escribió la letra de la canción Guayaquil de mis amores. Allí y en el colegio Aguirre Abad, que estaba ubicado en las calles Chimborazo y 9 de Octubre, destacó como buen estudiante.

Hizo la primaria con Luis Alfredo, pero el último no quiso estudiar más. Un día dijo “papá, yo quiero trabajar para que mis hermanos avancen, sean profesionales”, recuerda el catedrático de Morfología Vegetal y Metodología de la Investigación de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad de Guayaquil, donde trabaja hace 47 años.

Ese sacrificio, que hizo posible que él obtenga su doctorado y sus hermanos menores lleguen a ser médico y una especialista en niños atípicos, lo conmueve tanto que llora.
Recupera el control y agrega que, en medio de la modestia de su hogar, junto a sus padres, el guayaquileño Salvador García y la vinceña, hija de italiano, Eloísa Rizzo, adquirió el compromiso de alcanzar una carrera y mejorar su estatus. Y lo hizo con honores, “obtuve el premio Contenta” en la misma universidad donde hoy educa.

Desde el laboratorio de Botánica, donde tiene maquetas de semillas con las que enseña el proceso de germinación de las plantas, cuenta que se inició como maestro siendo ayudante de cátedra en el herbario (laboratorio que guarda una colección de plantas disecadas). “Tenemos un buen herbario, con calificación internacional”.

Después de ganar un concurso de méritos y oposición, rindiendo exámenes orales ante sus maestros, obtuvo la cátedra de Biogeografía, ciencia que estudia la distribución de los seres vivos sobre la Tierra. Luego empezó a dictar Botánica, con el nombre de Morfología Vegetal.

Con discreto orgullo dice que ha sido becado varias veces para especializarse fuera del país, como docente y como experto en cooperativismo.

En Cali estudió Biología y la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo envió a la Universidad do Brasil, en Río de Janeiro (1964). Allá estudió cinco meses. A su regreso lo esperaba el cargo de biólogo de la campaña de control de la peste bubónica en el país.

“La peste había ocasionado muchos problemas, sobre todo muertes y una cuarentena. Si la enfermedad persistía, de acuerdo con las disposiciones sanitarias de la OMS, se podían cerrar el puerto de Guayaquil y el aeropuerto”.

La información fue el punto de partida de su investigación sobre ratas, ratones y roedores. Hasta entonces no se conocía qué tipo de estos animales y reservorios tenía la enfermedad. Resultó que en la Costa era la rata novergicus, mientras que en la Sierra eran ratas silvestres y los vectores, pulgas distintas según la región, explica. El trabajo lo hizo en el departamento de Peste del Instituto Nacional de Higiene (INH).

Su mayor orgullo: los aproximadamente 700 proyectos de investigación hechos por sus alumnos, quienes son profesionales de alta calidad, que le han hecho sentir que valió la pena su esfuerzo por prepararlos.

Lo que mis padres me enseñaron a mí, yo les he enseñado a mis cinco hijos. Ellos tuvieron una mejor posición que nosotros. Todos mis hijos son profesionales de tercer nivel, especialistas en Electrónica, Electricidad, mi hija es abogada... Tengo ocho nietos.

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