viernes, 15 de noviembre de 2013

El perverso caso Fybeca

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por rubendariobuitron

Una década después de lo sucedido, parece llegar alguna brizna de luz a uno de los hechos policiales más oscuros en lo que va del siglo XXI en el Ecuador: el caso Fybeca. Por fin, la Fiscalía denunció la actuación del grupo GEA, que operaba de manera irregular, y acusó a 31 policías.
“Vamos a demostrar que en este hecho los acusados cometieron un delito de grave violación a los derechos humanos por ejecuciones extrajudiciales”, dijo este jueves el fiscal Galo Chiriboga y describió una serie de hechos que forman parte del informe de la Inspectoría de Policía, pero que no fueron tomados en cuenta por los jueces policiales de aquella época.
“Se violentaron los protocolos de intervención, no se comunicó el suceso a la radio patrulla, se comprobó que habían movido los cuerpos para alterar la escena del crimen, se disparó a los asaltantes cuando estaban tenidos en el piso, boca abajo, pese a que solo dos de los presuntos delincuentes estaban armados”.
La medida de Chiriboga incluye el arresto domiciliario contra quien fue el comandante de la Policía de esa época, Jorge Poveda, creador del Grupo Especial Antidelincuencial (GEA) al mando del mayor Eduardo G., quien supuestamente ese día llegó de Esmeraldas “para capturar a un delincuente por una denuncia sobre la supuesta intención de atentar contra el alcalde Jaime Nebot”.
El caso Fybeca se produjo el miércoles 19 de noviembre de 2003. En Guayaquil. Y el estupor e indignación ciudadanos nacieron de una foto captada por el reportero gráfico Martín Herrera, de diario El Universo, cuando yo era editor general de ese periódico.
Años después volví a ver a Martín. Conversamos. Recordamos. Llegamos a la certeza de que eran otros tiempos para el periodismo, porque en ese entonces el editor general era un periodista más que se involucraba y se comprometía con los procesos que vivía cada reportero y cada fotógrafo.
Nos jugábamos contra quienes dominaban con mano autoritaria, oligárquica, feudal, el poder político y económico en aquella ciudad, desde donde salía con fuerza la idea de ser mucho más fuertes en las penas judiciales contra los delincuentes.
¿Fue una coincidencia que hubiera ocurrido esa masacre justo cuando en el entonces Congreso Nacional la mayoría socialcristiana pugnaba por lo que llamaba “endurecer las penas” sin ninguna contemplación humana contra quienes cometan delitos?
Yo estoy seguro de que no. De que el caso Fybeca se armó entre los poderes más oscuros de la ciudad (civiles y policiales) con el propósito de tener un ejemplo concreto, vivo y nuevo de que los asaltantes y criminales necesitaban “una lección” y el país un hecho que apoye la tesis.
Pero existen imágenes que cambian percepciones, que derriban versiones urdidas, que revelan la verdad cruda.
Cuando se armó la balacera en la farmacia Fybeca del barrio La Alborada, alrededor de las siete de la mañana, casi nadie contaba con la presencia de la mirada atenta del fotógrafo Martín Herrera.
Martín recordaba que esa semana le designamos para cubrir la sección Sucesos, junto al reportero Rafael Hernández, hoy en Ecuavisa.
“Salimos a las seis y media de la mañana y en el escáner que captaba la frecuencia de la Policía no pasaba nada.
Entonces le propuse a Rafael ir al mercado Pedro Pablo Gómez, porque en aquella época había problemas con los policías metropolitanos, pero tampoco pasaba nada.
Regresamos al sector del cementerio y escuchamos en el escáner que la Policía pedía ambulancias para el sector de La Alborada.
Estábamos cerca, a unos diez minutos. Al aproximarnos encontramos un embotellamiento de unas tres cuadras a la redonda.
No podíamos avanzar en el auto y decidimos ir a pie. Tres mujeres corrían en sentido contrario. Hay una balacera y hay muertos, gritaron”.
Lo primero que vio Martín fue un auto blanco y dos cadáveres en el piso. Comenzó a tomar algunas fotografías e intentó entrar a la farmacia. Vio muchos cuerpos tirados adentro, pero no lo dejaron ingresar.
Un policía se le acercó y le dijo que se marchara, que no debía quedar nadie allí. ¿La idea era que nadie supiera lo que en verdad pasó?
En el parterre central de la avenida puso el teleobjetivo 80-200 y observó que por una pequeña calle peatonal un hombre empujaba a otro.
Martín no le vio la cara a la víctima, porque le habían tapado con una camiseta.
Pero siguió con su cámara. Hizo la secuencia desde que vio salir a los dos hombres hasta que se embarcaron en la parte posterior de un jeep Pathfinder.
Pasó el momento, llegaron más periodistas “y yo no me di cuenta de lo que había fotografiado”.
Cuando la Policía les permitió entrar a la farmacia, le sorprendió la ubicación de los cuerpos y la ausencia de vidrios rotos. Nada evidenciaba la balacera.
Cerca del mediodía, los jefes policiales hicieron una rueda de prensa y dijeron que no había ningún detenido. Pero Martín tenía la foto.
Publicamos la secuencia un día después en el Diario El Universo, como parte de la serie captada por Herrera.
La esposa del detenido, Dolores Vélez, reconoció a su esposo en esa imagen del hombre tapado con una camiseta.
Así empezó la historia del oscuro caso Fybeca, gracias a la lúcida, profesional, atenta y ética mirada de Martín Herrera.
¿Cuál era la relación política Nebot-González-Poveda en todo lo que ocurrió? ¿Qué intenciones ocultas -o no- se escondían en la posible planeación de la masacre?
Es el tema de fondo que la Fiscalía aún debe investigar.

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Fotografía de Martín Herrera, Diario El Universo



Fuente: http://rubendariobuitron.wordpress.com/2013/11/15/la-perversion-del-caso-fybeca/



1 comentario:

  1. que maten a estos delincuentes, sicarios q asesinan cuando quieren, esperemos que no maten a familiares de quien los defienden...

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