Renato Hernández estaba preocupado. Arrimado a una de las paredes de la escuela de conducción Aneta conversaba con otras dos personas. Los tres son choferes de transporte escolar.



Hernández tenía incertidumbre sobre el proceso de recategorización de las licencias profesionales (incluye a choferes de buses interprovinciales, interparroquiales, intraparroquiales y escolares). Por eso, el pasado viernes viajó de Cayambe a Aneta , en el sector de La Pradera, en el norte de Quito.



La prueba a los conductores empezó el 18 de junio del año pasado. La Agencia Nacional de Tránsito contrató a Aneta para este proceso, que comenzó con la evaluación de los choferes de buses interprovinciales de todo el país.



La evaluación terminará este mes.


Hernández todavía no rinde las pruebas, pues ese día fue a conocer los requisitos. Fue acompañado de Oswaldo Pazmiño, de la Cooperativa Cerocay de Cayambe. Hernández no tenía claro el proceso de las pruebas y, más que nada, tenía temor de que el test práctico lo rindiera en un bus de mayor capacidad al de un escolar.



Los choferes deben superar pruebas prácticas, psicosensométricas y teóricas. En cada una de ellas tienen tres oportunidades. De no aprobar, pierden la categoría de su licencia. Es decir, si un chofer con licencia tipo E no pasa bajaría a la categoría D.



Pazmiño y Hernández fueron hasta Aneta para conocer el recorrido que debían seguir al momento de la prueba práctica. Tal como lo pensaban, esta evaluación se rinde en un bus con capacidad para 45 pasajeros, de mayor tamaño que un bus escolar.



Según Aneta, si un chofer quiere rendir esta prueba en un bus escolar de 32 pasajeros puede llevar su unidad. Esta evaluación califica, entre otras cosas, las destrezas para el manejo, las precauciones que se tienen antes de subir en la unidad y el respeto y conocimiento de las leyes de tránsito.



Este tema no le preocupaba a Guido Cañar, transportista escolar de Quito. Él tuvo un problema mayor. “Tengo daltonismo y no sé si me van a dar la licencia recategorizada o no”. Por esa deficiencia no aprobó su examen.



Los choferes que presenten problemas físicos, como visuales o auditivos, deben someterse a un tratamiento u operación, dependiendo del caso. Luego de la recuperación de la cirugía deberán presentarse nuevamente a las pruebas para verificar si su deficiencia ha sido superada.



Fernando Pabón, encargado de la prueba psicosensométrica, explicó que las deficiencias más frecuentes son las visuales y auditivas. En esta prueba además se califican la coordinación y el reflejo.



Como el proceso se encuentra en etapa final, los choferes de los diferentes tipos de transporte acuden a rendir las pruebas. Según Aneta, hasta principios de diciembre pasado, 18 370 conductores interprovinciales e interparroquiales se habían presentado.



Las tres evaluaciones duran una hora y media. Para la teórica, los conductores deben estudiar un banco de preguntas.



Marcelo Montenegro y Carlos Pineida, conductores de la Cooperativa Flota Pichincha de El Quinche, salieron nerviosos de su prueba teórica. Aunque dijeron que estudiaron, las preguntas fueron difíciles de responder. “Nos pusimos un poco nerviosos.



Pensamos que las preguntas serían menos difíciles”, comentó Montenegro, mientras limpiaba con su mano el sudor en su rostro.



Los conductores debían responder 20 preguntas. La calificación mínima es 16. En total, el banco de preguntas tiene 313 ítems sobre tránsito.



César Cortez, de la Cooperativa Flor del Valle de Cayambe, reprobó la primera prueba teórica. Todo fue por una confusión. “En la cooperativa compramos un folleto de preguntas, pero no han sido las mismas de Aneta”.



Cuando Cortez tuvo el cuestionario indicado rindió su examen. El viernes pasado, este conductor dio la prueba psicosensométrica. La aprobó. Con ese test Cortez acabó el proceso. Debe esperar para renovar su licencia que debe tener el sello de recategorizado.




Fuente: EL COMERCIO*