Imagen tomada de internet. (SNN) |
Por: Pedro Pierre
En estos días, ¡cuántas alabanzas y celebraciones ha habido por el Día Internacional de los Derechos Humanos! ¿No será que cuanto más hablamos de lo mismo es porque más lo olvidamos? Porque:
Es atropello a los derechos de las personas especiales la teletón organizada recientemente en Guayaquil por el Municipio, porque sus derechos no se resuelven con limosnas ni obras de caridad.
Es atropello a los derechos humanos el arresto y encarcelamiento, sin boleta de captura ni de allanamiento, de los “10 de Luluncoto”, porque se deben respetar los pasos legales. ¿No será que los policías pasan a ser los delincuentes?
Es atropello a los derechos humanos el procesamiento como terroristas para más de 200 dirigentes indígenas porque defienden sus derechos contra los proyectos de muerte de la minería.
Es atropello a los derechos humanos querer erigir en el malecón de Guayaquil un monumento a León Febres-Cordero, por la falta de respeto a los muertos y desaparecidos por él durante su gobierno.
Es atropello a los derechos humanos tantas propagandas navideñas que nos hacen creer, comprar y asumir mentiras que nos destruyen personal y colectivamente.
Es atropello a los derechos humanos querer gobernar con la Biblia en la mano a la manera sin salida de los Estados islamistas del Medio Oriente.
Es atropello a los derechos humanos y vergüenza cínica otorgar el Premio Nobel de la Paz a la Unión Europea que desde décadas bombardea países pobres y ahora reduce al hambre y a la miseria hasta la cuarta parte de su propia población.
Es atropello a los derechos humanos mantener cautivo, desde ya 6 meses por parte de Inglaterra, a Julian Assange en la embajada de Ecuador en Londres porque no les gusta a los Estados terroristas que se denuncien sus fechorías mediante sus mismos escritos.
Es atropello a los derechos humanos las colonizaciones israelíes en los territorios palestinos y jordanos que siguen con cinismo mortal a pesar de 64 condenaciones de la ONU.
Es atropello a los derechos humanos que cinco países controlen e impidan las decisiones de la ONU que contradicen sus intereses hegemónicos y que se llenan la boca con palabras de paz cuando son los mayores vendedores de armas del planeta. Etc., etc.
Tenía razón Jesús cuando denunciaba: “Los que se consideran jefes de las naciones actúan como dictadores y los mismos que las oprimen se hacen llamar bienhechores”.
Despertemos porque “se equivoca el pez que cree que el pescador viene a alimentarlo”. No seamos “teletontos”…
Fuente: EL TELÈGRAFO*
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