Cuando vivía en su natal Charapotó, en la provincia de Manabí, Cecilia Chávez supo lo que significaba no disponer de agua diariamente. Por esta razón, desde pequeña y junto con sus padres aprovechaba los días de lluvia para que la familia se abasteciera del líquido vital.



Recuerda que para hacerlo bastaba una canaleta, un embudo, una tubería y una cisterna. El proceso era sencillo: el agua bajaba del techo de zinc, pasaba por el canal, luego se depositaba en un recogedor y de allí descendía por el tubo hasta la cisterna.



Cuando la lluvia era fuerte, el depósito se llenaba en tres horas, aproximadamente. Este sistema casero era más práctico a esperar que llegue el tanquero.



De eso ya han transcurrido 15 años. Ahora, Cecilia vive en Quito y luego de pagar hasta USD 30 mensuales por el consumo de este servicio básico decidió regresar a las prácticas de su niñez.



En su barrio, San Enrique de Velasco, en el sector de El Condado, Cecilia volvió a su pasado. Su casa no tiene relación con aquella pequeña estructura de Charapotó y el clima tampoco. Lo único que sí es similar es aquel sistema casero para abastecerse del agua. Regresaron las canaletas, las mangueras, los embudos y también la cisterna.



Junto a su vivienda de dos pisos está una pequeña habitación amarilla. El techo no es de losa sino de asbesto y al final un canal de plástico parece sostenerlo.



En realidad, se trata del recolector de agua que se conecta con un envase plástico blanco. Este cumple las funciones de embudo, y de allí pasa a una manguera. Toda esta conexión finaliza en la cisterna que está en una parte del ingreso a la casa. Solo una pequeña tapa de metal revela la ubicación de esta infraestructura.



Hace tres años que Cecilia instaló este sistema en su casa. Recoge el agua y la purifica colocando cloro. Cada tres meses junto con su esposo, Édison Macay, limpia la cisterna. Para hacerlo ingresan en el interior del reservorio y colocan cloro. Otras veces, cuando hay dinero, contratan a una empresa para que lo haga.



Cecilia es una “salvadora” para sus vecinos cada vez que falta el líquido vital, recurren a su casa para abastecerse.



Ella se siente orgullosa de colaborar con el resto de vecinos, más aun cuando narra que no cobra un centavo. Duval Delgado, siempre que puede, destaca este sistema de recolección que permite abastecer a 90 tanques.



En las últimas semanas, el barrio se ha quedado sin servicio hasta dos días. Ella ha sido la única que no sufrió esta escasez, pero tampoco dejó que sus vecinos lo hagan.



Esos días, muchos de ellos llegaron con baldes vacíos y regresaron a sus casas con recipientes llenos. A esta innovadora no le molestó si alguien regresaba por otro: sabe que vivir sin agua es difícil.



Este sistema casero ha logrado que Cecilia se gane el afecto y gratitud de sus vecinos. Pepsico, la empresa en donde trabaja hace 11 años, la premió con USD 1 000, en julio del 2012, en la yincana regional de Vida Sustentable. Ella compitió con 3 500 participantes de Ecuador, Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Perú y Venezuela.



El primer puesto lo compartió con un brasileño y con una peruana. El segundo lugar fue para un proyecto de clases de percusión utilizando latas vacías de pintura.



El tercero también se relacionó con los buenos hábitos de utilización de agua en los hogares, al reaprovechar el líquido de la lavadora para limpiar el piso y también las escaleras de la vivienda.



Luego de ganar este premio, Cecilia considera importante continuar preservando el ambiente. Su próximo proyecto es instalar en el techo de su vivienda paneles solares para calentar el agua y dejar de lado al calefón. Esa idea ya está en marcha.



Para cuidar las reservas Monitoreo del agua


El 70% del agua que consume el Distrito Metropolitano proviene de los páramos de los nevados Cayambe, Antisana y Cotopaxi, según datos del Fondo Para la Protección del Agua (Fonag). Esto equivale a siete de cada 10 vasos de agua que ingiere cada habitante de Quito.



Para concienciar sobre la importancia del agua y su conservación, cada año el Fonag organiza Yakuñan: el camino del agua. Esta iniciativa busca acercar a los capitalinos al páramo o a aquellos sitios donde nace el recurso.



Los participantes, con técnicos de la institución, recorren las principales fuentes de agua para la ciudad. En esta actividad participaron alrededor de 200 personas.



Monitoreo del agua

La calidad del agua en Quito es monitoreada periódicamente. La Empresa Pública de Agua Potable y Saneamiento (Epmaps), publica mensualmente resultados de los análisis a los que se somete el líquido que se distribuye en la ciudad.



Se toman muestras en los tanques y en las redes de distribución. Es una tabla con los componentes de agua que son comparados con la norma INEN 1108. Para garantizar que el líquido esté en buenas condiciones, se recomienda dar mantenimiento a las tuberías y a las cisternas domiciliares.



“No voy a seguir pagando tanto por la planilla de agua potable. Este sistema es bueno y seguro”.
Cecilia Chávez





Fuente: EL COMERCIO*