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Según la UNASE, la implementación de tecnología y el acceso a las comunicaciones de los detenidos les dan facilidades para este tipo de delitos.
“La alta tecnología y las facilidades de comunicación que tienen las personas privadas de su libertad dentro de las cárceles se ha convertido en un arma de doble filo”, dijo Juan Carlos Iza, jefe de la Unidad Antisecuestro (Unase).
El oficial aseguró que si bien es cierto el delito de extorsión ha disminuido desde el 2011 hasta la fecha debido a la prevención y controles, las llamadas de extorsión telefónica desde los centros de rehabilitación social subieron considerablemente.
“Marcelo”, médico de profesión, recibió una llamada a su celular. El mensaje fue claro: “me contrataron para matarte, pero si me das más dinero no lo hago”, le dijeron. Como no era la primera vez que escuchaba este tipo de llamadas y mensajes amenazantes que lo único que buscan es atemorizar a las víctimas denunció el hecho a la Policía y no hizo caso a la advertencia.
Los delincuentes dejaron de comunicarse con él, luego de que “Marcelo” les advirtiera de la llamada. “Cuando un sicario va a matar a alguien lo que menos hace es buscar a la víctima para negociar”, dijo Iza. Que ocurra algo semejante es una pista clave para que la víctima reconozca que lo que quieren es sacarle dinero.
Teléfonos, herramientas claves
Según Iza, investigar las extorsiones que se originan desde las cárceles es mucho más complicado que hacerlo con delincuentes que están libres. “No les importa que los descubran porque están presos”, dijo.
Una de las medidas que la Unase ha tomado para evitar este tipo de delitos es realizar constantes operativos para incautar teléfonos. “En el último operativo realizado se consiguieron como setenta celulares en diferentes cárceles del país”, señaló.
Agregó, además, que aunque la mayoría de llamadas para engañar son desde adentro de los centros de rehabilitación, la información y los teléfonos de las víctimas son conseguidos desde afuera.
“Envían a familiares o amigos a investigar, también les piden revistas o guías telefónicas”, manifestó Iza.
Durante el 2011, la Fiscalía receptó 1.354 denuncias de extorsión en el país. De esta cantidad, apenas ochenta y dos llegaron a la etapa de instrucción fiscal y solo treinta y cuatro tuvieron dictamen acusatorio.
En los primeros meses del 2012 la cifra de denuncias alcanzó a doscientos cincuenta y cuatro.
El jefe de la Unase dijo que muchos de los casos de extorsión telefónica no son denunciados, “pues las víctimas se conforman con que no las vuelvan a amenazar. Es necesario que la gente denuncie para saber desde qué teléfonos se realizan las llamadas”, comentó.
No solo piden plata
Según Iza, los valores que los delincuentes requieren dependen mucho de la cantidad de información que tengan. “Mientras más datos sepan, más dinero pedirán”, dijo.
Los montos van desde los mil hasta máximo los tres mil dólares, aunque también pueden existir peticiones menores. “Hay otros que piden que les pongan minutos a su celular o códigos de tarjetas de recarga”.
Henry Estrada, fiscal de Pichincha, comentó que el mejor modo de convencer a una víctima es advertirle sobre el riesgo de sus seres queridos. “Hacen que entren en pánico y que opten por pagar sumas de dinero para que no ocurra nada”, explicó.
Recomendaciones
El gendarme indicó además que es importante que la gente desconfíe cuando tiene este tipo de anuncios, pues aunque la víctima no lo sospeche los delincuentes buscan cualquier manera para conseguir información.
En el caso de los empresarios es fundamental que todos los empleados estén capacitados y advertidos de manejar adecuadamente la información de los ejecutivos.
“A veces se hacen pasar por posibles clientes para poder obtener información valiosa”, dijo Iza.
Otra de las recomendaciones es el adecuado uso de las redes sociales. El agente indicó que los datos que se suban a estas páginas web no deben comprometer la seguridad de una persona. “Las fotos, la información, todo puede ser usado por los extorsionadores”.
Iza explica que incluso los hampones pueden descargar las imágenes de la cuenta de una persona para luego enviarlas a sus familiares y fingir que los mantienen vigilados.
Otros chantajes
Iza manifestó que existen otro tipo de extorsiones como la usura, en donde los prestamistas amenazan e intimidan a sus clientes para que apresuren sus pagos o cancelen los intereses que ellos quieren.
En febrero de este año un hombre fue víctima de plagio supuestamente por parte de tres agentes. “También hemos desarticulado bandas en donde están involucrados policías”, comentó Iza.
Este tipo de casos son frecuentes, manifestó, cuando la parte extorsionada está vinculada con algún hecho ilícito. “Esta gente no denuncia porque sabe que también comete un delito”, aclaró.
Fuente: EXTRA*
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