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"Me pasaban muchas cosas por la cabeza, te sientes muy nervioso porque miras alrededor y ves millones de gentes, te preguntas qué está pasando. 'Vamos a hacer todo lo posible', te dices. Te sientes extraño".
Usain Bolt no le dirigió la palabra en todos los Juegos, pero Álex Quiñónez estaba hoy feliz, y no era para menos: disputó la final de los 200 metros en los Juegos Olímpicos, fue séptimo y detuvo el tiempo al otro lado del mundo, en Ecuador.
"Me siento muy feliz por llegar a la final y por haber paralizado todo un país", dijo Quiñónez tras sus 20,57 segundos en la final ganada por Bolt con una marca de 19,32. "Estoy feliz porque todo el mundo me apoya. Y esta temporada he hecho cosas que no esperaba".
La presencia de un latinoamericano en la final de los 200 metros no es muy habitual, aunque hay precedentes en la historia olímpica de argentinos, cubanos, panameños y brasileños.
Pero un ecuatoriano no lo había logrado nunca. Y en el atletismo, más allá del oro de Jefferson Pérez en los 20 kilómetros marcha de Atlanta 96 y la plata en la misma prueba en Pekín 2008, sólo aparecen en finales Liliana Chalá en los 400 metros y Martha Tenorio en el maratón.
¿Pero en los 200 metros junto a los velocistas más refinados del mundo, de la historia? Nunca había sucedido, y Quiñónez notó el peso del momento.
"Me pasaban muchas cosas por la cabeza, te sientes muy nervioso porque miras alrededor y ves millones de gentes, te preguntas qué está pasando. 'Vamos a hacer todo lo posible', te dices. Te sientes extraño".
El ecuatoriano de 22 años estuvo lejos de los 20,28, su mejor marca personal, lograda esta temporada. "Hice todo lo posible por hacer una mejor marca, pero como es mi primera Olimpiada estaba muy nervioso. Había pasado lo duro, pero me sentía muy nervioso. No fue la mejor carrera mía. Pero lo hice y vamos a ver de aquí adelante que se dará".
Sonriente y eléctrico aún en sus movimientos, como si todavía estuviera disputando la carrera, Quiñónez recordó que estuvo dos años fuera del atletismo -"se me partió un músculo de la pierna"- y que sólo regresó hace unos pocos meses a las competencias.
El ecuatoriano no se cansó de repartir agradecimientos. "Se lo agradezco a mucha gente, y al ministro de Deporte que nos ha dado todo su apoyo".
"Esto se da inesperadamente, porque tú llegas y dices 'qué voy a hacer, ¿pasaré o no pasaré?'. Y luego piensas: 'Si todo el mundo puede, yo también podré llegar'".
"Corrí como si todo Ecuador estuviera conmigo y pasé a las semifinales. En las semifinales ya corrí con más presión". ¿Por qué tanta presión? "Me llamó el vicepresidente de la república y yo sentía una presión más grande. Gracias a dios llegué a la final".
"He cumplido a mi país, soy feliz porque hice todas las cosas bien. Agradezco a mi entrenador, Jorge Casierra, porque él creyó en mí cuando había tanta gente que decía que cómo iba a llegar yo a una final...".
Quiñónez se lleva de Londres mucho más de lo que soñaba, aunque el sábado, cuando celebre su cumpleaños número 23, algo le faltará.
"¿Hablaste con Bolt durante los Juegos?", le preguntaron. "No". "¿Ni una palabra, nunca te saludó?". "No, nada", admitió Quiñónez ya de espaldas y abandonando la cita con el periodista.
Fuente: EL COMERCIO*
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