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En vísperas de los 20 años de la muerte de Pablo Escobar, que se recuerdan mañana, en Colombia se escucha por primera vez una entrevista en la que el líder de uno de los carteles más sanguinarios habla de legalizar las drogas.
"A veces a mí se me acusa de narcotráfico, una actividad que por el momento históricamente es ilegal, pero a la larga y en el futuro se va a demostrar que tiende a la legalización”.
Son las palabras de Pablo Emilio Escobar Gaviria en una entrevista que concedió en agosto de 1998 a la periodista Yolanda Ruiz y que fue transmitida el viernes pasado por primera vez en vísperas de los 20 años de la muerte del narcotraficante que lideró el cartel de Medellín, considerado el más sanguinario de Colombia.
La grabación fue censurada en su momento, dice Ruiz a bbcmundo.com. La periodista la desempolvó de sus archivos para mostrarla completa al aire en RCN La Radio, medio de comunicación del que ahora es directora de noticias.
A la entrevistadora le impacta cómo los temas de los que Escobar habla, como la legalización del consumo y del tráfico de drogas, el lavado de dinero (conocido en Colombia como dineros calientes) y el diálogo con la narcoguerrilla, aún siguen vigentes en este país sudamericano considerado como el segundo productor de cocaína en el mundo tras Perú, según informes recientes.
A Escobar, quien fue asesinado el 2 de diciembre de 1993 por la Policía colombiana con apoyo de la DEA (siglas en inglés del Departamento Antinarcóticos de EE.UU.), se le atribuyen la creación de un ejército de sicarios en la lucha por ganar territorio en el tráfico de drogas y actos terroristas como coches bomba.
Con sus acciones marcadas por la violencia, sus excentricidades (su hacienda Nápoles llegó a tener 3.000 hectáreas, donde albergaba una colección de autos de lujo y hasta un zoológico de animales exóticos introducidos ilegalmente a Colombia a punta de coimas en aduanas) y sus obras en barrios marginales de su feudo, Medellín, como canchas, casas para pobres, escuelas y hasta una iglesia, dejó un legado de referencias para las sociedades donde el narcotráfico echa raíces.
Nacido el 1 de diciembre de 1949 en Rionegro (departamento de Antioquia), en el noroeste de Colombia, a Escobar se lo responsabiliza de los asesinatos bajo encargo de Guillermo Cano, director del diario El Espectador, por denunciarlo; Luis Carlos Galán, excandidato presidencial que había prometido combatir a la narcoguerrilla, y Rodrigo Lara, ministro de Justicia que fue asesinado en abril de 1984, luego de investigar y divulgar las actividades ilícitas del narcotraficante.
Además, sumaría cientos de muertos por bombas colocadas en un avión comercial y en la sede del servicio secreto DAS en Bogotá. Según la Fundación Colombia con Memoria, las víctimas de Escobar podrían ascender a 50.000.
Luz María Escobar, hermana de quien fue líder del cartel de Medellín, ha pedido esta semana perdón a las víctimas. Asegura que no supo de las actividades de su hermano hasta 1980, cuando él citó a toda la familia para entregarles un testamento.
Cuenta que trece años antes de su muerte, Escobar les dijo: “Les voy a decir una cosa: soy un mafioso y los mafiosos morimos jóvenes y morimos a bala”.
En la entrevista con Ruiz, el Zar de la Cocaína, como lo denominaban los organismos de inteligencia, evita hablar de la violencia que acaecía con furia en ese entonces por enfrentamientos entre los llamados carteles de Medellín (que Escobar lideraba) y de Cali.
Más bien el narcotraficante se autodefine como alguien que aún tiene pretensiones políticas, luego de que había sido elegido diputado alterno del departamento colombiano de Antioquia en marzo de 1982, cargo por el que se le suspendió la inmunidad parlamentaria, el 20 octubre 1983, para que fuera juzgado por actividades ilícitas.
Le dice a Ruiz: “Eso es lo único que me hace enfrentar a los micrófonos para manifestarle al pueblo de Colombia, que me conoce y me apoya, que soy ajeno a todas esas acusaciones (de masacres) que son tejidas por ciertos intereses que se han formado contra mi persona”.
En la entrevista, Escobar afirma que el Estado colombiano estaba totalmente penetrado por dineros del narcotráfico.
Desde la clandestinidad, le dijo a Ruiz que los llamados “dineros calientes están incluidos en todos los sectores económicos (...). El Estado y el mismo gobierno reciben ese dinero de impuestos de las personas que están sindicadas de comerciar con drogas ilegales”.
Al analista Rodrigo Pardo le llama la atención la demagogia con la que Escobar trata de disfrazar sus actividades ilícitas. “Pablo Escobar montó la máquina de terror más poderosa que ha existido en la historia colombiana”, asegura.
A veinte años de su muerte, aún genera repudio por los crímenes y agradecimiento por su beneficencia en sectores populares. A su tumba peregrinan turistas, curiosos y devotos. No le faltan flores en el cementerio de Montesacro, en Medellín.
"Todas estas personas que son sindicadas públicamente de pertenecer al narcotráfico son realmente las únicas personas que invierten en el país”.
"Existe una preocupación por el consumo de las drogas, pero cuando se hace en exceso sin ningún tipo de educación. Las drogas necesitan una clasificación, como el alcohol”.
Fuente: EL UNIVERSO
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