lunes, 2 de mayo de 2011

Periodismo valiente

***SNN

Por: Washington Herrera


(El Comercio).- Para ejercer el periodismo libre y honesto siempre es necesaria la valentía, porque la libertad consiste también en el firme e indeclinable deseo de buscarla y conquistarla, en un contexto histórico de la sociedad política que pugna entre dos elementos: el orden y la libertad para hacer lo que la voluntad humana desea.




Los autocráticos quieren imponer el orden y los democráticos anteponer la libertad. La responsabilidad de quien informa y orienta a las masas está enmarcada entonces en el equilibrio de estas dos tensiones y está destinada a traslucir la verdad y nada más que la verdad.




Hacer una ley expresa y acotada para normar la lucha de esta contradicción es irreflexivo, porque su intensidad depende de la situación dada en cada sociedad. Donde hay prensa privada y pública intentar normas categóricas y homogéneas es imposible e inconveniente, si es que la sociedad política no ha evolucionado hacia la madurez de conceptos y de reglas.




Por ejemplo una cosa es el acuerdo democrático para manejar equitativamente los espacios de comunicación en la televisión estatal española y otra es alcanzar la igualdad de oportunidades en la naciente televisión estatal ecuatoriana, que por el momento se basa en lealtades mal ejercidas.




Las tensiones entre la comunicación privada y los medios públicos están comenzando en el Ecuador, dentro de una destrucción de los partidos políticos que no puede compararse con el desarrollo español.




Hacer normas, legislar inequívocamente, son actividades complejas y quizá de las más difíciles tareas del intelecto humano y hacerlas en el campo subjetivo de la comunicación de masas es mucho más complicado, pues los periodistas también tienen creencias políticas.




En el gobierno impoluto de Rodrigo Borja una radio denunció veladamente que un hermano del Presidente estaba involucrado en un negocio de venta de armas al Ecuador y Borja desafió a que si ello era comprobado él renunciaba a la Presidencia y si no clausuraba la radio conforme a la ley, como en efecto ocurrió.




Tal fue la argumentación del Gobierno que hasta las autoridades gremiales de la radiodifusión interamericana comprendieron las razones del Jefe de Estado y este hecho no fue caracterizado como la restricción a la libertad de expresión. Recuerdo esto para reiterar que cuando las cosas son honestas de lado y lado, no hacen falta más leyes.

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