miércoles, 8 de diciembre de 2010

Sicarios apresados en Quito serían de grupo paramilitar de Colombia

***SNN




Julio Marín, alias Sarco, fue uno de los tres colombianos detenidos por la Policía, tras una investigación de dos meses.








 Luis Toro, alias Paisa, fue detenido por la Policía durante un operativo.






 Bagney Molina es otro de los presuntos miembros de un grupo paramilitar.


Julio Marín, (a) Sarco; Luis Toro, (a) Paisa; y, Bagney Molina, (a) Camilo, detenidos en Quito la noche del jueves pasado acusados de dedicarse al sicariato, serían parte de al menos catorce ex paramilitares colombianos, quienes llegaron desde Pereira, hace más de cinco meses, con la consigna de manejar el mercado de drogas interno.


Una investigación de más de dos meses llevó a agentes de la Unidad de Inteligencia Antidelincuencial (UIAD) a determinar que esta célula del grupo denominado Cordillera, que trabajaba en el eje cafetero de Pereira (occidente de Colombia), era la causante de la muerte de al menos ocho líderes de bandas dedicadas a la distribución de drogas en el sector de La Mariscal, norte de la urbe.


“La idea no era entrar a competir en el mercado con nadie, el fin era eliminarlos a todos”, dijo uno de los miembros de la UIAD, quien aseguró que por el operativo su cabeza ya tiene precio.


Los últimos en ser asesinados por los tres sicarios habrían sido cuatro nigerianos, todos líderes del expendio de drogas en La Mariscal. Este hecho, ocurrido el 18 de octubre pasado, dejó varios testigos que resultaron clave para la identificación de alias, teléfonos y direcciones de dónde operaban los miembros de esta banda.


Menos de 60 días les habría tomado a esta agrupación el apoderarse de la venta de drogas en La Mariscal, dice uno de los agentes investigadores. Para ello, junto a los nigerianos, mataron con tiros en la cabeza a dos colombianos, descuartizaron a Johnny Otero y degollaron a otra mujer, el 6 de noviembre pasado.


Mediante cruce de información entre las policías de Ecuador y Colombia se estableció que Marín, líder de la banda en la capital, Toro y Molina fueron paramilitares y al menos dos de ellos registraban detenciones por asesinato y narcotráfico.


La misma noche del operativo en que se capturó a Toro, Molina y Marín, agentes policiales detuvieron a nueve extranjeros más: seis cubanos y tres colombianos. Todos estaban relacionados con esta célula criminal, al ser quienes vendían las tamugas o bombas (fundas pequeñas) de cocaína y marihuana.


La banda estaba tan bien organizada que llevaba un cuaderno, tipo contabilidad, de cuántas “bombas” entregaban, en qué lugares y a qué costos. Incluso, comentó el coronel Héctor Mejía, director nacional de la Policía Judicial, que durante los allanamientos se descubrió que existía un mapa de la ciudad de Quito en el que se describían los sectores en su poder y las áreas a las que pretendían extenderse, llegando hasta otros cantones de la provincia de Pichincha.


Locales como el No bar, Tijuana Bar, SFQ Bar y lo que sería, a decir de los uniformados, el centro de operaciones de la banda: La Casa de la Cerveza, todos ubicados a lo largo de la zona rosa de Quito, están siendo investigados, ya que existiría la posibilidad de que meseros, administradores y guardias estén involucrados en el expendio de estupefacientes.


A esta célula del grupo Cordillera no solo se le estaría indagando por delitos como el sicariato o narcotráfico. En uno de los inmuebles allanados se encontró un centenar de tarjetas de cobranza que revelan que también se dedicaban al “prestadiario” o préstamo de dinero con un cobro diario de intereses por fuera de lo permitido.


Falsificación de documentos públicos y lavado de dinero serían otros de los delitos.


Aún no se ha definido la cantidad de droga que esta agrupación logró introducir en el país ni tampoco a qué cartel pertenecería. Extraoficialmente se dijo que el alcaloide tenía como dueño la misma agrupación de paramilitares de Colombia a la que pertenecían los detenidos.


Al momento, seis de los extranjeros detenidos permanecen en los calabozos de Migración a la espera de ser deportados, ya que ninguno justificó su permanencia en el país.


Un colombiano y un cubano se encuentran retenidos en la Jefatura Antinarcóticos de Pichincha; mientras que al cubano Frank Ortellia, que fue detenido con 15 gramos de cocaína, fue dejado en libertad, ya que lo declararon consumidor.


Marín, Toro y Molina permanecen recluidos en el pabellón A de máxima seguridad del penal García Moreno de Quito. Ellos no solo fueron llevados hasta ese sitio por su peligrosidad sino también porque la Policía se enteró de que sus jefes en Colombia ofrecieron dinero para que los maten antes de que hablen de la agrupación.

Fuente: EL UNIVERSO

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