domingo, 1 de diciembre de 2013

Los 18 fugitivos de la cárcel La Roca dejaron huellas de su paradero

***SNN




En salones de belleza completó su transformación. En menos de 48 horas, pasó de rubia a morena. La esposa de José Luis Z., considerado por la Policía como el máximo líder de la banda Los Choneros, tiñó tres veces su cabello. Así trató de despistar a los agentes de la Unidad de Inteligencia. 


A la mujer le tomó tres semanas llegar desde Manta (Ecuador) hasta Bogotá (Colombia), según información de la Policía a la que tuvo acceso este Diario. 


Allí le esperaba José Luis Z. Él era requerido por la Justicia luego de que se fugara, junto con otros 17 internos, de La Roca como se conoce al Centro de Rehabilitación Social N. 2 de Guayaquil. 


Datos de la Policía refieren que durante la huida, registrada el 11 de febrero pasado, los internos sometieron a 14 guías y se escaparon en botes y lanchas por el río Daule. La tarde del viernes 22 de noviembre, José Luis Z. llegó al aeropuerto de Tababela, en las afueras de Quito. 


El Bloque de Búsqueda de la Policía lo capturó dos semanas antes en Bogotá (Colombia) y así se puso fin a una operación que duró ocho meses y que tenía como fin la recaptura de los 18 fugitivos. 


Para llegar hasta el paradero de José Luis Z., seis agentes de la Dirección General de Inteligencia de la Policía siguieron los movimientos de su cónyuge. A la mujer se la identificó en el momento en que tomó un avión desde Manta a Quito. 


En la capital siguió su camino vía terrestre hasta Tulcán, cruzó a Colombia por Ipiales y llegó a Cali. Allí compró un vuelo a Bogotá. Inteligencia policial revela que la mujer realizó paradas por peluquerías e hizo otras maniobras para despistar a los investigadores. 


Afuera de la Terminal Terrestre de Cali, por ejemplo, tomó un taxi, propiedad de los hermanos de Gilberto P., otro de los internos que en febrero se fugó de la cárcel La Roca. Antes de llegar a las residencias en donde la mujer se hospedó, el vehículo dio decenas de vueltas en redondeles y se metió en pasajes sin salida. 


Para llegar a Cali, la cónyuge compró un boleto de autobús, pero cuando la unidad estaba a punto de salir se bajó. A último momento, adquirió otro tiquete. Las precauciones que tuvo lograron burlar los seguimientos. Durante cuatro días, los policías ecuatorianos perdieron su rastro. 


En medio de 7,6 millones de bogotanos, la esposa del interno era la aguja del pajar. Pero la pista que dejó tras una corta llamada a su esposo fue la clave para volver a localizarla. En esta investigación formó parte la Policía colombiana. 


En la tercera semana de seguimiento, cuando la esposa llegó hasta donde estaba el fugitivo, los agentes lo capturaron. José Luis Z. no fue el único que dejó pistas. 


El 17 de abril pasado, César V., considerado por la Policía como el jefe de la banda Los Templados, relacionada al narcotráfico, sicariato y extorsión, también fue detenido en Colombia. 


En el allanamiento al departamento de César V., los agentes decomisaron un celular y ahí localizaron una fotografía en la que se veía al fugitivo junto con José Luis Z. e Ives C., otro de los exprófugos de La Roca. 


En la imagen, también se veían mujeres y botellas de licor. Para los agentes del Bloque de Búsqueda de la Policía Nacional, la fotografía no solo era la evidencia de una noche de diversión. 


Era sobre todo, la prueba que confirmaba que hubo contacto permanente entre los sospechosos tras la fuga. En abril, los agentes ya habían identificado los puntos de reunión, residencias y lugares más frecuentados por los prófugos. 


Sus favoritos eran discotecas, galleras y centros comerciales en Cali. 12 días después del arresto de César V., fue capturado Ives C. en Bogotá, él décimo de los 18 fugitivos y uno de los hombres que aparecía en la foto de aquel celular. 


A partir de allí fue cuestión de tiempo para que el resto de internos sea localizado y posteriormente capturado. La operación fue un efecto dominó. La clave se basó en que todos dejaron alguna pista y los investigadores las siguieron. 


César V. creó un canal de videos en YouTube. Grabó dos mensajes para el presidente Rafael Correa y el ministro del Interior José Serrano. Hizo amenazas por Twitter contra este último funcionario. 


El estudio de esas comunicaciones llevó a los policías hasta un departamento en un barrio residencial de Cali. Junto al sospechoso fue detenido Rodrigo S., quien -según medios colombianos- amenazó con estallar un cilindro de gas. 


Tras esto, el ministro Serrano advirtió al resto de fugados que sería mejor que se entregaran a las autoridades. Y añadió, en abril, que no iba a escatimar gastos hasta dar con ellos. 



USD 1,1 millón en recapturas 

El 12 de febrero pasado, Rodrigo Suárez, comandante de la Policía, Milton Zárate, director nacional de la Policía Judicial, y el ministro Serrano crearon el llamado Bloque de Búsqueda. 


11 oficiales de la Dirección General de Inteligencia, las unidades de Inteligencia Antidelincuencial y de Lucha contra el Crimen Organizado y de la Dirección de Antinarcóticos conformaron este equipo. 


Se dividieron en dos grupos y se repartieron los 18 'blancos'. José Luis Z. era el más importante, pues es considerado como el líder de Los Choneros y el único que no dejó negocios o conexiones en el país, solo su esposa. 


También se fijó un presupuesto para la compra de información de USD 1 150 000, casi similar al presupuesto necesario para entregar a 290 000 personas un botón de pánico. 


La primera captura fue en Guayaquil. Se dio tras información que la Policía recibió como parte del programa de recompensas del Ministerio del Interior. En este se ofrecía USD 50 000 y USD 100 000 por datos sobre los paraderos. 


El 26 de febrero, 15 días después de la fuga, los dos primeros internos regresaron a prisión. Con César V. y Rodrigo S. aprehendidos, la Policía estableció sus conexiones con otro prófugo: Eduardo V. Él fue rastreado a través de evidencias recogidas en la detención de los otros dos fugados. 


Se determinó que Eduardo V. cruzó con documentos falsos por Perú hasta llegar a Brasil. Allí se refugió en la localidad de Río Branco. La Policía menciona que hizo de su escondite a la triple frontera. Fue detenido el 18 de septiembre. 


Las investigaciones a los internos conectaron también con quienes posiblemente los ayudaron a escapar de La Roca. La detención de Alberto José F., el 2 de mayo, en Trujillo (Perú), evidenció la presunta relación que habría mantenido con un capitán de la Policía en servicio activo. 


A este se lo indaga por haber supuestamente facilitado la logística en el escape. La operación para recapturar a los fugitivos de La Roca dejó 30 detenidos. Concluyó la madrugada del sábado 23 de noviembre con la audiencia en contra de José Luis Z., en Quito. Un juez lo devolvió de nuevo a prisión. 



La Roca cambió de función 

El Consejo Nacional de Rehabilitación Social resolvió en septiembre pasado suprimir el Centro de Rehabilitación Social de Varones N. 2, conocido como La Roca. 


El 14 de septiembre el Ministerio de Justicia detalló en un comunicado que las instalaciones de esa cárcel se usarían para que funcione el Centro de Ingreso Temporal y Diagnóstico de las personas privadas de libertad. Es decir, para quienes aún no tienen sentencia en firme o ejecutoriada. 


Ya en agosto pasado, los 94 internos de La Roca fueron trasladados al nuevo Centro de Rehabilitación Social Guayas. El complejo fue inaugurado oficialmente en septiembre pasado.


 Su construcción costó cerca de USD 64 millones. Los presos considerados de alta peligrosidad fueron trasladados el 5 de agosto, por seguridad, bajo un completo hermetismo. 


El pasado 9 de septiembre, el presidente Rafael Correa hizo un recorrido por el pabellón de máxima seguridad. Se encontró con que los presos habrían dañado las luminarias de las celdas y las cámaras de vigilancia. 


La coordinación 

Tras la detención de José Luis Z., Milton Zárate, director Nacional de la Policía Judicial, aseguró que el trabajo coordinado entre las policías de Colombia, Perú y Brasil fue fundamental para recapturar a los internos. 


En las ciudades donde fueron detenidos los exprófugos, los agentes de Inteligencia tuvieron que dejar sus armas de fuego, ya que portarlas no está permitido por la legislación interna. Se apoyaron en el trabajo de uniformados locales e Interpol. 


El ministro José Serrano anunció, la semana pasada, que indicará la inversión que se hizo por las recapturas y que ese costo lo deberán asumir los sospechosos.



Fuente: http://www.elcomercio.com/seguridad/Rasquina-La_Roca-fugados-Ecuador-Choneros_0_1039696059.html.



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