imagenPreguntar por la finca Anamaría está prohibido en Quinsaloma. En este cantón del noroeste de Los Ríos, la sola mención del sitio donde se produjo un triple asesinato provoca miradas esquivas y respuestas evasivas.


El 4 de agosto del 2011, una pareja de esposos y su hijo, de 3 años, fueron hallados sin vida a 500 metros de su vivienda, una casa sencilla rodeada de árboles frutales. Esa noche, vecinos descubrieron los cuerpos en un recodo del río Umbe, que recorre por un costado de la finca.

Carlos Ll. y su esposa, Silvia P., tenían grandes cortes que luego se determinó habían sido hechos con machete y el pequeño tenía señales de estrangulamiento. El cuerpo del niño apareció junto al de su madre, aguas abajo

La finca es un predio sembrado con plátanos, cacao, caña y cítricos, al que se accede directamente por un sinuoso camino de 17 kilómetros que conecta a Quinsaloma con la vía a Quevedo. Se presume que, según agentes policiales a cargo de la investigación, en un intento por ocultar la evidencia del triple crimen los asesinos quemaron la casa.

Seis meses después del asesinato, otra vivienda, más grande, ahora se erige a la entrada de la vivienda. A un costado de la villa, en medio del camino que conduce directamente al río, está tirado el letrero con el nombre de la finca. Un mujer joven, casi adolescente, recibe molesta a los extraños. Dice no saber nada sobre lo que allí pasó en agosto pasado.

Los esposos eran muy conocidos en Quinsaloma. Él, un ingeniero agrónomo, se dedicaba a la administración de su finca. La Fiscalía de Quinsaloma, que indaga su muerte, maneja varias hipótesis para esclarecer este caso.

En su investigación, la fiscal de Quinsaloma, Inés Barco, vinculó a cuatro personas. Una de ellas, Carolina Ll., prima del hombre asesinado, es investigada como sospechosa de ser la autora intelectual del crimen. La Fiscalía la asoció por la versión que rindió uno de los dos primeros detenidos.

La mujer fue detenida el pasado lunes 16 de enero, luego de que el Juzgado VI de lo Penal de Los Ríos emitiera una orden de aprehensión para investigaciones. Agentes especiales de la Policía la arrestaron en un centro comercial del norte de Guayaquil.

La condujeron a Ventanas y luego a Quevedo, donde se dispuso su prisión preventiva.

Su detención llamó la atención en Quinsaloma, donde la imputada es conocida. Su padre, ex concejal, rechaza las acusaciones sobre el caso. Dice que en esa fecha, cuando se registró el crimen, su hija dio a luz a dos gemelos.

“Ingresó a la clínica el 25 de julio y le hicieron la cesárea el 2 de agosto. El crimen fue el 4 de agosto; mi hija estaba aún recuperándose”, sostiene. Carolina Ll. permanece recluida en el pabellón de mujeres del Centro de Rehabilitación Social de Guayaquil.

El padre dice temer por la vida de su hija, por la suya y por la de los gemelos, que por estas acusaciones crecerían sin su madre. Cree que el hombre que involucró a Carolina, la mayor de sus hijos, lo hizo bajo presión.

imagen“Es un muchacho pobre, los policías vinieron y le pusieron una pistola en la cabeza. Le dijeron que le pagarían USD 2 000 para que declarara, para que involucrara a alguien más”.

El 24 de enero, la Policía detuvo a otro de los vinculados dentro del proceso. Se trata de un familiar de Carolina Ll. En su versión, el detenido aseguró que era mentira que ella les haya ofrecido dinero para victimar a la pareja y su hijo.

Con esa versión, la defensa de la detenida pidió a la Fiscalía su libertad. Este no es el único crimen que se registró en Quinsaloma el año pasado.


La Fiscalía del cantón indaga otro hecho similar, ocurrido dos meses antes. El 6 de junio los agentes descubrieron el cuerpo calcinado de un hombre de 25 años. El cadáver yacía sobre los restos de un colchón, en el dormitorio de la vivienda incinerada.

La víctima era primo materno de Carlos Ll., asesinado en la finca Anamaría. La autopsia determinó que el fuego no fue lo que causó la muerte del joven. “Era un lindo muchacho. El forense dijo que primero lo mataron y luego incendiaron su vivienda. Era muy trabajador, mantenía a su madre, que ya está muy mayor”, relata una familiar cercana.

La Fiscalía mantiene la reserva sobre la investigación por ambos crímenes. Barco, la única fiscal del cantón, prefiere no atender a la prensa. Su despacho se ubica en una vieja casona, al costado de una calle de piedra a menos de 200 metros del Parque Central del poblado.

El pasado 28 de enero, los padres de Carolina Ll. denunciaron en la Fiscalía de Quevedo que un desconocido ingresó armado a su vivienda. “Estábamos en la terraza. El hombre trepó, pero no sabía que estábamos arriba. Lo detuvimos, pero en ese momento sonó un disparo. La bala impactó en la pierna derecha de mi otro hijo”.

El padre de la detenida dice que, por seguridad, trasladaron a los gemelos a otra ciudad. El fiscal de Delitos contra la Vida de Quevedo, Pedro Piguave, solicitó para la próxima semana el reconocimiento de lugar de los hechos. Aníbal P., el sospechoso de incursionar en la vivienda de los padres de Carolina Ll., permanece detenido en la cárcel de Quevedo.

“Dispuse que se haga el análisis de Criminalística para ver si utilizó el arma de fuego que se le encontró”, manifiesta el agente fiscal. El funcionario judicial sostiene que hasta el momento no hay indicios que relacionen el presunto atentado contra los padres de la detenida con las muertes de Quinsaloma.


Poco personal policial

Un solo patrullero recorre las calles de tierra y asfalto gastado del centro de Quinsaloma, cantón en donde residen 16 476 personas. El destacamento de Policía, instalado en una casa esquinera a la salida de la ciudad, cuenta con ocho uniformados, dos de ellos asignados a la Policía Judicial. “Falta personal, necesitamos mínimo 16 personas, porque se patrulla las 24 horas”, dice uno de los uniformados en el retén.

El jefe del destacamento, el sargento Segundo Aguilar, indica que en el cantón los mayores problemas son por peleas o riñas familiares y los litigios de tierras. El oficial prefiere guardar reserva cuando se le recuerdan los dos crímenes registrados en el poblado el año pasado, ambos de miembros de una sola familia, una de las más conocidas del sector. “De eso no le puedo dar más información, porque son casos reservados que se están investigando”, afirma el policía.

Los moradores de Quinsaloma también prefieren mantener distancias sobre ambos hechos. Al preguntarle sobre la ubicación de la finca Anamaría, una moradora responde bastante nerviosa no saber dónde queda.



Fuente: EL COMERCIO*