jueves, 1 de noviembre de 2012

Murray versus la CIA

***SNN





Jaime Galarza Zavala Jaime Galarza Zavala

jaigal34@yahoo.es



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El diplomático inglés Craig Murray lanzó hace poco una bomba de tremendo poder explosivo. Afirmó hallarse en conocimiento de que la CIA -central del espionaje y el terrorismo oficial de Estados Unidos- habría resuelto destinar 87 millones de dólares para que la oposición política impida la reelección del presidente Rafael Correa.



Suma tan grande que es igual a 300 mil sueldos básicos de nuestro país. Cuánta propaganda, cuántos sobornos, cuánta guerra sucia, cuántos mercenarios puede pagar esa millonada.



La causa para este despilfarro sería doble: la decisión de Washington de impedir que un triunfo de Correa siga al indeseable triunfo de Hugo Chávez, que era el vivo deseo del aparataje norteamericano encabezado por la Casa Blanca, la CIA y el Pentágono, esa santísima trinidad que hace la desgracia del mundo.



Esto por un lado, y por otro, la feroz avidez con que el imperio quiere devorar a Julian Assange, crimen que no puede cometerlo mientras tenga la protección diplomática del Ecuador.



Pero, dicen algunos, ¿qué credibilidad merece la palabra de Craig Murray? ¿No son más creíbles los apurados desmentidos del embajador yanqui en Quito, con los cuales ha bendecido a la CIA y ratificado una extraterrestre política de no intervención por parte de Washington?



Para responder estos interrogantes hay que señalar que Craig Murray, diplomático, rector de universidades inglesas, mediador en conflictos de África por encargo de la Corona Británica, además de escritor y periodista, tiene en estos últimos años un bien ganado prestigio como activista de derechos humanos, especialmente desde que denunciara, siendo embajador en Uzbekistán, en 2004, la utilización de ese país, situado en la frontera norte de Afganistán, como centro carcelario y pista para los vuelos secretos con destino a las cárceles ocultas de la CIA en Guantánamo, Polonia, Rumania y tantas otras partes: esto con la complicidad de los servicios secretos de Gran Bretaña.



Cabalmente, estas denuncias le valieron para ser destituido. La palabra de una personalidad de estas dimensiones debe ser creída. En cuando a sus fuentes, seguramente Murray no las revelará, pero sin duda rondan las clausuras de la propia CIA, dentro de la cual, para ventura de los pueblos, se ha dado más de un Philip Agee.



Por lo demás, creerle al embajador yanqui es soñar con ángeles y querubines. En nuestra América, la bota sanguinaria del imperio está dondequiera, ya por las agresiones armadas directas y desembozadas (Cuba, Nicaragua, Guatemala, México, Granada, República Dominicana), ya por las “operaciones encubiertas” que echaron por tierra gobiernos y proyectos democráticos, con casos emblemáticos como el de Pinochet y dictaduras entreguistas como la del Ecuador, con la Junta Militar que nos tiranizó desde 1963 a 1966.




 

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