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En diferentes circunstancias y lugares, cuatro mujeres fueron abusadas sexualmente por sujetos conocidos o cercanos a la familia.
En la primera denuncia, una jovencita contó que se encontraba en una reunión social, pero cerca de las 03:20 del domingo se retiró del lugar y varios de sus amigos se ofrecieron a acompañarla a su domicilio, en la cooperativa San Ignacio, en la Nueva Prosperina.
“Me dejaron a tres cuadras de mi casa y yo me fui caminando. En el trayecto vi a un conocido de nombre ‘Paúl’”, quien la interceptó en la siguiente cuadra. La víctima denunció que el tipo, con un vidrio en la mano, amenazó con rayarle la cara si no accedía a tener relaciones sexuales con él.
A pesar de que se opuso, el sujeto le arrancó la blusa y “aprovechando que me había tomado un trago en la fiesta y en mi condición de mujer, abusó de mí”.
De repente, el supuesto violador escuchó que se aproximaban personas y salió corriendo, dejándola semidesnuda.
En otro caso, una menor de 15 años también fue abusada sexualmente por el esposo de una prima. La mamá de la menor de edad expuso en un escrito judicial que su hija se quedó durmiendo en la casa de unos sobrinos.
Desde el sector de Flor de Bastión, una madre también denunció la violación de su hija de 16 años, por parte de un vecino.
La denuncia señala que la muchacha estaba sola cuando se acercó un conocido a preguntarle por su mamá. Supuestamente el tipo quería venderle unas tablas de bingo, pero como no estaba, se marchó. Al rato la adolescente salió a comprar y el tipo, con dos amigos más, se le acercaron y ella comenzó a sentirse mareada.
“La llevaron hasta una casa que, al parecer, ellos alquilan, por cuanto allí solo viven jóvenes, y la violó”.
Otra joven denunció que se encontraba en el malecón con un individuo recién conocido, quien le pidió que le enseñe la ciudad. Después de caminar por una hora, el supuesto extranjero, quien se identificó como “Jean Carlo”, la invitó a tomarse unas cervezas, para lo cual se dirigieron a otro sitio ubicado por el parque Chile.
Posteriormente, el hombre le pidió que lo acompañe a ver un cuarto que alquiló en el mismo bar. “Me desperté como a las 20:00, desnuda y en la cama. Mi ropa y zapatos no estaban, al igual que mi celular valorado en 200 dólares”.
La afectada pidió ayuda a la dueña, quien a más de regarle ropa, le dio dinero para que se vaya a su casa.
Fuente: EXTRA*
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