***SNN
La historia de Barcelona de Ecuador tiene, en
las últimas décadas, una perversa relación con
la política. A Barcelona se lo usado como
plataforma de popularidad
Por: rubendariobuitron
Si
algún defecto trágico tenemos los periodistas que manejamos los medios es que,
aunque luchemos conscientemente por no parecernos, terminamos haciéndolo. Y
siéndolo.
La
agenda temática es casi la misma, con ligeras variaciones. Una foto más grande o
más pequeña, un titular más grande o más pequeño, un espacio más grande o menos
grande, pero los asuntos que tratamos no varían.
¿Qué
sentirá el lector cuando mira en la televisión matinal a los mismos invitados en
un grupo de canales (los privados) y a los "otros mismos invitados" en el grupo
de canales públicos?
¿Cuál
será su percepción si escucha en la radio que en los distintos noticiarios con
frecuencia se repiten los personajes, los analistas, los comentarios, los
observadores?
¿Qué
opción distinta, alternativa, fresca, novedosa les damos los medios impresos y
los ciber-impresos a nuestros lectores?
Nos
dejamos ganar por el concepto de manada, que tan bien lo define Kapucinski.
Mientras todos los medios y periodistas del mundo cubrían el Mundial España
1982, en África se producía una de las masacres más espantosas del siglo XX, con
un millón de muertos. Pero todos abrieron portada con el original titular "Todo
el planeta tras el balón".
¿Todo
el planeta tras el balón? ¿Todos menos el millón de muertos en África? ¿Y los
millones de pobres en América Latina, en Asia, en el Caribe, que ni siquiera
tenían televisor en blanco y negro?
¿Todo
el planeta tras el balón? ¿Todos menos los oprimidos, los hambrientos, los
encarcelados, los pobres, los vagabundos, los mendigos del mundo?
¿Todo
el planeta tras el balón? ¿Todos menos (hasta de ellos hay que hablar) la élite
que detesta el fútbol porque es un deporte "demasiado popular"?
Lo
recuerdo ahora que en mi país todos estamos pendientes de que Barcelona de
Ecuador quede campeón nacional de fútbol luego de 14 años de sequia
triunfadora.
Y
no es que sea un error recoger y expresar la expectativa que existe sobre ese
resultado dep0rtivo, sino que ni siquiera somos capaces de buscar nuevos ángulos
al tema.
La
historia de Barcelona de Ecuador tiene, en las últimas décadas, una perversa
relación con la política. A Barcelona se lo usado como plataforma de
popularidad.
Y ha coincidido, entre comillas, que muchos de los que han
presidido el club terminaron como diputados, alcaldes, prefectos, ministros y
candidatos a la presidencia de la República.
Igual
ha ocurrido con otros equipos del país. Es cierto. Pero en ninguno ha sido tan
evidente como en Barcelona. Lo equívoco del periodismo deportivo es creer que
estos fenómenos noticiosos "solo son deportivos".
Nada
que ver. Son fenémenos sociológicos y políticos porque tienen que ver con
públicos masivos, con millones de ciudadanos, con los sentimientos y la pasión
de la gente por una camiseta histórica.
Pero
que, por eso mismo, sirven para que los políticos se aprovechen cuando
prácticamente ha arrancado la campaña electoral y los candidatos suponen que los
seguidores de Barcelona de forma automática votarán por ellos.
¿Qué
corresponde hacer en estos casos? Lo elemental: contextualizar. Recordar. Hacer
historia. Darle espacio al lector para que emocione y disfrute y goce con su
campeonato, pero que tampoco olvide que puede ser utilizado, manipulado. Que sus
sentimientos, aficiones y emociones no están a la venta de ninguna marca ni de
ningún político.
Para
eso, sin embargo, hay que entender que el periodismo de verdad -incluido el
deportivo- tiene la obligación no de abanderarse del equipo más popular, sino de
también todos los intereses políticos y económicos que están detrás de esas
aparentemente inocentes estructuras futbolísticas.
Y
si por decir lo que acabo de decir me llaman amargado o aguafiestas, gracias.
Este el el rol ético del periodista. Poner el dedo en la llaga, aunque duela,
aunque arda, aunque abra los ojos a quienes los cierran desde una complicidad
ilusa o sospechosa.
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miércoles, 28 de noviembre de 2012
¿El fútbol es inocente?
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