miércoles, 10 de agosto de 2011

A los 51 años se entera que sus padres eran sus raptores

***SNN


Sin saberlo, Celinda Marisela fue obligada a vivir una vida que no le correspondía.


Cuando tenía un año de nacida la raptaron.


Cincuenta y un años después de ese hecho, que la ha marcado para siempre, ella se enteró de que las personas que creía que eran sus padres, en realidad fueron quienes la separaron de su verdadera familia.


Transcurría el 2009. En Italia eran las 23h00 de una noche que se volvió más oscura para Marisela, luego de una llamada que recibió de Ecuador.


La voz al otro lado de la línea le revelaba una verdad increíble.


"¿Conoces en realidad tus raíces?... tus apellidos no son García Ferrín, tu eres Bravo Mendieta, tus padres no son tus padres. Ellos te raptaron cuando apenas tenías un año de edad".


Celinda guardó silencio, la voz al otro lado del teléfono le preguntó "¿me estás escuchando?". Ella respondió sí, sigue hablando, dame más detalles.


Dolores Enedina siguió hablando, dio los datos que más pudo. Se arriesgó, sabía que esa era la única oportunidad que tenía para que la hermana que había buscado toda su vida conociera la verdad. Lo hizo pese a que previamente sabía que Celinda sufría de presión alta, por eso entre las primeras preguntas que le hizo antes de confesarle la verdad, fue consultarle cómo estaba de salud.


El rapto. Era el año 1957. En el sitio Santa Teresa del cantón Pedernales, provincia de Manabí, los esposos Enma Mendieta Pinargote (actualmente tiene 77 años) y Abelino Bravo (100) ya fallecido, eran quienes acogían a los profesores que llegaban a dar clases a esa zona rural. En esa época les abrieron las puertas a Teresa Ferrín y a Carlos García, quienes se ganaron la confianza y el aprecio de la familia.


Los esposos Bravo Mendieta tenían tres hijos, una cuarta, a quien llamarían Marisela, estaba por nacer.


Cuando la pequeña llegó al mundo la pareja de profesores se enamoró de ella y siempre que tenían que ir a un lugar la llevaban consigo. En una de esas oportunidades le pidieron permiso a doña Emma y a don Abelino para llevar a la bebé hasta al cantón Junín. Solo sería un mes. Los esposos aceptaron, pues en la campiña manabita la palabra vale más que una firma, y además por esos tiempos la palabra rapto ni siquiera se conocía en las películas, por lo que la sola posibilidad de aquello no existía.


Pasó el mes, los dos meses, el año. Los profesores nunca más regresaron. Doña Emma y su esposo denunciaron en las radios, enviaron cartas a Junín y nada; era como si a los profesores se los hubiera tragado la tierra.


Emma lloraba. Los siguientes 10 hijos que tuvo le recordaban a su niña robada.


Los nuevos hijos sintieron la nostalgia de su madre, en especial Dolores."Yo la veía llorar a mi mamá demasiado, cuando iba a la poza a lavar la encontraba llorando entre los cafetales, hasta que un día le pregunté por qué lloraba tanto y allí


ella me reveló que mi hermana había sido robada", recordó.


La búsqueda. Fueron 51 años de búsqueda. Dolores, quien actualmente vive en Manta y trabaja como secretaria del colegio Julio Pierregrosse, recordó que ella y sus demás hermanos averiguaban a cada persona que se llamara Carlos García y Teresa Ferrín, más aún si eran oriundos de Junín.


Cada pista, cada dato, era tomado en serio. Hasta que un día conocieron el paradero de Carlos, quien 34 años después había llegado a Pedernales. Cuando lo vieron no solo le reprocharon lo hecho, sino que además le imploraron que dijera el paradero de Mariela. Doña Emma se le arrodilló: "Dígame dónde está mi hija, dígame, por favor". Ferrín respondió: "Ella ya es adulta. Pero para qué decirle la verdad, ella va a sufrir, agregó.


Dolores también le imploró. "Mi padre está viejo, va a morir. Deje que al menos antes de partir vea a su hija".


Lo único que aceptó el raptor fue darles una foto de Marisela y revelarles que ella vivía en Italia.


La familia Bravo Mendieta no se daba por vencida. Con esa foto fue a la embajada de Italia en Ecuador, pero allí tampoco obtuvieron datos concretos.


Años después de ese hecho, por azares del destino, un hombre oriundo de Junín llegó a vivir al lado de la casa de Dolores. Ella lo indagó, le contó la historia y Roger Farías (vecino) le dijo que sí conocía a Carlos Ferrín. Fue él quien al comprender y notar el sufrimiento de la familia Bravo Mendieta consiguió el número telefónico de Marisela en Italia.


Reacción. Marisela narró al equipo de El Diario que tras conocer la noticia se enfermó de la presión, cayó en un estado de "Shock" nervioso. Al día siguiente fui a la casa de mi hijo Vicente, quien también vivía en Italia, y llorando como una loca descontrolada como cuando se muere un familiar, le conté la noticia. Él tampoco lo creía. "A los 50 años de edad me enteré que me habían robado la vida", confesó esta manabita.


Esta historia continuará mañana...


Fuente: EL DIARIO*

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