domingo, 10 de abril de 2011

Vaivenes de Rafael Correa desconcertaron a la Embajada

***SNN

QUITO. La embajadora de Estados Unidos, Heather Hodges, abandonará el país esta semana una vez que el presidente Rafael Correa la expulsara al conocer algunos cables filtrados por Wikileaks.


El 8 de abril del 2010, Rafael Correa recibió el Premio al Logro Excepcional Académico 2009 de la Universidad de Illinois (ubicada en el estado del mismo nombre), en donde obtuvo su PhD en Economía. En EE.UU. vivió varios años junto a su esposa Anne.


QUITO. En el salón Amarillo de Carondelet, la secretaria de Estado de EE.UU., Hillary Clinton, y el presidente Rafael Correa hablaron sobre el futuro de la cooperación bilateral, en junio del 2010.


(El Universo).- Los cables de la sede diplomática en Quito revelan su percepción sobre el presidente Correa, de quien subrayan su obsesión por la soberanía, su tendencia a tomar decisiones sin consultar con su gabinete y su ambigüedad frente a temas de interés mutuo.


Decisiones de Correa
Luego de su mandato
Al terminar su mandato, en el 2013, el presidente Rafael Correa se radicará con su familia en Bélgica, a pedido de su esposa Anne Malherbe, quien es oriunda de ese país, según lo anunció en una entrevista con Ecuador TV.


Correa dijo que le gustaría dictar clases en la Universidad Lovaina la Nueva, donde obtuvo una maestría en Artes de Economía.


El mandatario señaló que en su movimiento hay suficientes líderes para relevarlo, como Ricardo Patiño, Doris Soliz o Nathalie Cely


La fuerte personalidad del presidente Rafael Correa, con sus exabruptos verbales y excesivo nacionalismo, así como su afán por controlar y concentrar desde Carondelet marcan la visión que sobre él reflejan los cables diplomáticos de la Embajada de EE.UU. en Quito, en algunos de los cuales, sin embargo, se destaca que, a pesar de esas características, no necesariamente tiene una actitud antiestadounidense.


Esa visión a lo largo de más de dos años está matizada por los vaivenes de la política interna, por los momentos de tensión entre ambos gobiernos y por el constante interés de EE.UU. por mantener una relación estratégica con Ecuador.


“Primero es un nacionalista y luego un izquierdoso”, dicen los diplomáticos estadounidenses en el cable Nº 137595, en enero del 2008, cuando el mandatario ya llevaba un año en el poder y la Asamblea Constituyente, con mayoría oficialista, trabajaba en una nueva Constitución, que finalmente entró en vigencia en octubre de ese año.


Los diplomáticos destacan en ese despacho que Correa ganó las elecciones del 2006 presentándose exitosamente como el candidato del “cambio” frente a una población frustrada por las administraciones caóticas y corruptas de los últimos años.


La cercanía con el presidente venezolano Hugo Chávez fue seguida de cerca; en especial al inicio de la gestión del líder de la llamada revolución ciudadana.


Si bien los reportes identifican coincidencias ideológicas y políticas entre ambos mandatarios, también subrayan que las decisiones de Correa tienen como referencia a la realidad y la dinámica ecuatorianas.


Según los cables proporcionados por Wikileaks a este Diario, el triunfo de Barack Obama en las elecciones para presidente de Estados Unidos a fines del 2008 abrió la posibilidad de impulsar un acercamiento entre ambos países.


Para entonces, no obstante, los diplomáticos estadounidenses tenían ciertas preocupaciones por los viajes que había emprendido Rafael Correa a Cuba e Irán para firmar varios acuerdos de cooperación.


En ese contexto, el 26 de enero del 2009, un cordial Correa recibió a la entonces embajadora Heather Hodges en Carondelet para un “almuerzo agradable”. En el cable Nº 188984 se informa que el mandatario expresó sus deseos de éxito a Obama y dijo que la secretaria de Estado, Hillary Clinton, le parecía “una mujer muy inteligente”.


Durante la conversación, la embajadora puso sobre la mesa su interés de tener un acuerdo “gas and go” con Ecuador (para compensar la decisión de no renovar la permanencia de su Puesto de Avanzada, FOL, en Manta), con el fin de que los aviones militares estadounidenses puedan cargar combustible en los aeropuertos ecuatorianos y puedan realizar sus chequeos técnicos.


“Lo que sea necesario para combatir al narcotráfico” fue la respuesta de Correa, quien en muestra de su sentido directo y pragmático, le dijo “ya que estamos hablando de negocios, vamos a hablar del Atpdea (preferencias arancelarias)”.


La cita sirvió para tratar varios temas. Los serios y los menos formales también. Correa le preguntó a Hodges sobre la nueva sede de la Embajada de EE.UU., que se mudó del centro al norte de la ciudad, en donde se edificó un complejo lleno de seguridades.


La funcionaria comentó que la ventaja de irse tan lejos era que las protestas no llegaban hasta allá. El presidente dijo que eso no le sorprendía, que “ellos (los manifestantes) son un montón de vagos”.


El almuerzo terminó en los mejores términos. Al punto que Correa incluso pidió un informe sobre un grafiti antiestadounidense que algún desconocido había pintado en la residencia de la embajadora.


A pesar de esas atenciones, en ese cable, los diplomáticos estadounidenses sostuvieron que “podría ser que una vez más estemos viendo a un Correa que ‘ataca a EE.UU. en público y se porta simpático en privado’, que ya hemos visto antes”.


Este buen momento duró poco. Dos semanas después, en el enlace radial del 7 de febrero del 2009, “un indignado presidente Correa” (cable Nº 191162) anunció la expulsión del agregado diplomático estadounidense Armando Astorga, quien coordinaba la ayuda de su país al Centro Operativo Anti Coyoterismo (COAC), pues según Correa sus condiciones afectaban a la soberanía y resultaban inaceptables.


El discurso de Correa fue subiendo de tono y a los pocos días también expulsó a Mark Sullivan, otro funcionario de la Embajada.


Respecto a estos acontecimientos, la sede diplomática reportó a Washington que “la presión, combinada con la inmadurez emocional de Correa y su obsesión por la protección de la soberanía..., probablemente le llevaron a reaccionar precipitadamente, sin preocuparse de las consecuencias”.


A fin de mes, la Embajada hizo un análisis para explicar “las explosiones de Correa”, en el que menciona su hipersensibilidad, así como sus preocupaciones electorales (puesto que el 26 de abril había elecciones generales) y su deseo de distraer la atención del escándalo de la supuesta “narcopolítica”.


Otro factor que contribuyó al impasse fue que el mandatario no comprendía lo que estaba sucediendo con las unidades policiales financiadas por Estados Unidos, debido a la mala comunicación interna del Gobierno, según los informes de los diplomáticos.


La Embajada, sin embargo, intentó abrir un camino para continuar con su asistencia a los programas antinarcóticos, pues ese es un tema estratégico para la administración de Obama.


A la diplomacia estadounidense le molestaba que Correa y varios de sus colaboradores ventilen sus diferencias con Estados Unidos en sus intervenciones públicas y en los medios de comunicación.


Es esta retórica antiestadounidense a la que Thomas Shannon, secretario adjunto del Departamento de Estado, calificó como “diplomacia del megáfono”. Así la calificó durante una reunión que mantuvo con el exembajador de Ecuador en Washington, Luis Gallegos.


Pero hubo más observaciones a la política exterior ecuatoriana.
Cuando el ingreso del país a la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) estaba aún bajo el análisis de la Cancillería, el presidente Correa, sorpresivamente, anunció la adhesión del país el 5 de junio del 2009. Esta iniciativa fue impulsada por el presidente venezolano Hugo Chávez y agrupa a los países identificados con el socialismo del siglo XXI (entre ellos Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua).


Para EE.UU. eso demostró que muchas de las decisiones de política exterior que tomaba Rafael Correa las hacía sin consultar con su gabinete.


Otro hecho que fortaleció esa percepción fue, por ejemplo, su rechazo al mecanismo que se había acordado entre la Cancillería y los donantes para administrar los fondos a ser entregados por los países que respalden la iniciativa Yasuní ITT, que plantea dejar el petróleo bajo tierra a cambio de una compensación económica.


Además, señalan algunos cables, era evidente que mientras las delegaciones ecuatorianas buscaban respaldo de Washington para sus proyectos, “en casa, el Gobierno ataca a EE.UU. con regularidad”.


Correa estaba entonces a las puertas de asumir el poder para su segundo mandato, luego de ganar las elecciones en la primera vuelta.


Para el acto de posesión, que se realizó el 10 de agosto del 2009, se había invitado a los representantes del gobierno de Estados Unidos. Los delegados de Obama recibieron de su Embajada un resumen de la realidad ecuatoriana, en el que señala, entre otros temas, que “la dirección de la política económica bajo el gobierno de Correa es difícil de definir, porque a menudo hay diferencias entre el discurso público, que puede ser populista, y sus decisiones, que suelen ser más pragmáticas”.


Para fines de ese año, los cables (Nº 228953 y Nº 234456) hacen un recuento de las disputas del Gobierno con los gremios de maestros, estudiantes, indígenas, trabajadores. Allí reconoce que Correa sale como ganador de esos conflictos, aplicando una estrategia que divide y debilita a sus oponentes.


En enero del 2010, la Embajada hace un nuevo informe (Nº 243678) sobre las protestas sindicales que se anunciaban para esos días y concluye que “desde que Correa es ‘el jefe’ del sector público y del Ministerio de Relaciones Laborales no hay un tercero con influencia política que pueda defender efectivamente a los intereses de los trabajadores”.


El 24 de febrero, en el cable Nº 250564, se hace un análisis del último año de gobierno y se concluye que Rafael Correa y su obsesión por la soberanía, así como su cerrada actitud para tratar con los donantes e instituciones internacionales “y su relación bipolar con los EE.UU.” continuará complicando las operaciones de la administración de Obama en Ecuador.


Algunos episodios
PREOCUPACIONES DE EE.UU.
Inteligencia
Tras el término de la cooperación estadounidense a las unidades de inteligencia policial de la Policía Nacional, el Gobierno ecuatoriano firmó un acuerdo con EE.UU. en agosto del 2008 para retomar dicha ayuda.


ALBA
El anuncio del ingreso de Ecuador al ALBA lo hizo el presidente venezolano, Hugo Chávez, en junio del 2009. Días después, Rafael Correa ratificó la decisión.


Internacional
Las exigencias y la actitud del Gobierno por controlar las donaciones internacionales fueron criticadas, pues provocaban desconfianza.


Atpdea
Los diálogos entre Ecuador y EE.UU. para la renovación del Acuerdo de Preferencias Arancelarias (Atpdea), que debían realizarse en esta semana, fueron postergadas para junio y, luego, suspendidas por parte del gobierno estadounidense.


Textuales
DE LOS DESPACHOS
“Correa y la obsesión de su gobierno por asegurar el control soberano, su estrecha disposición con los donantes e instituciones internacionales, y su relación bipolar con los EE.UU. seguirán complicando nuestras operaciones en este país”.


“La dirección de la política económica bajo el gobierno de Correa es difícil de definir, en parte, porque a menudo hay diferencias entre el discurso público de Correa -que puede ser populista- y sus decisiones políticas-que suelen ser más pragmáticas”.


“Es característico de Correa hacer una declaración pública... sin hacer suficiente investigación”.

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