viernes, 5 de agosto de 2011

Ecuador pierde la lucha en contra del alcoholismo

***SNN




EL COMERCIO*

71% de personas que beben licor no ha intentado dejar este hábito

El consumo se extiende a los lugares públicos. En las zonas rurales es más común ver a los moradores en parques o plazas bebiendo. Foto: EL COMERCIO


Emborracharse todos los fines de semana fue el primer paso en falso que dio Cristina R. “Sentía que era una obligación, mis amigos me decían chupa, el fin de semana es para el relax”, cuenta desde el atril de madera, conocido como ‘la tribuna’ en el círculo de la doble A, Alcohólicos Anónimos.


Es la reunión número 64 513 de este grupo de apoyo que funciona 24 horas, desde hace 15 años. Está en el centro de Quito y es parte de una red de 35 centros a escala nacional que atienden las emergencias alcohólicas hasta en las madrugadas. El grupo del centro tiene capacidad para acoger a 30 personas, pero usualmente no hay más de 15 internos.


Lamentablemente, la mayor parte de personas con dependencia alcohólica no acepta su enfermedad. El Consep dice que el 71% de las personas que bebe nunca ha intentado dejar el hábito, frente al 18,7 que ha tratado alguna vez y el 9,9 que ha sido más constante en su rehabilitación para dejar este hábito.


Cristina, de 31 años, llegó a Alcohólicos Anónimos hace un año, poco antes de ingresar se había acostumbrado a encerrarse en hoteles del sur de Quito para beber y drogarse con sus amigos. Su pareja la trajo, como un condicionante para seguir la relación.


Sus primeras borracheras fueron entre los 15 y 17 años. “En las fiestas de la casa ya me repartían algún traguito”, dice. Luego empezó a beber más y mas cuando un enamorado la traicionó. “Yo pensaba que me había dejado por ser muy buena y empecé a salir para que él supiera que me estaba divirtiendo”.


El consumo en Ecuador, entre los más altos de la región


El consumo de bebidas alcohólicas en Ecuador es de gran intensidad, predominando las bebidas de alta graduación alcohólica a bajo precio. Esta es una de las conclusiones de los estudios del Consejo Nacional de Control de Sustancias Estupefacientes (Consep). El ecuatoriano está habituado a salir en promedio 2,14 días al mes y a consumir en cada salida, aproximadamente, 11 unidades de alcohol, según el estudio. Una unidad de alcohol equivale a un vaso de cerveza o una copa de vino, los combinados de ron o whisky cuentan por dos y cuatro unidades. “Yo no pensaba que me iba a enganchar”, dice Cristina. “Solía pensar que no me podía pasar a mí porque tenía título universitario, educación, trabajo, plata, pero las drogas no discriminan ni sexo, ni edad, ni el nivel económico”.


Las noches de Cristina empezaban con una o dos cervezas o un coctel en una discoteca y seguían con botellas de distintos tipos de licor que consumían en la calle, en la casa de algún amigo y últimamente en los hoteles.


El problema del abuso de alcohol en Ecuador se evidencia al comparar el consumo nacional con el de otros países de la región. Anualmente, en el país se beben 9,4 litros per cápita al año, frente a los 6,2 litros de Colombia o los 6,9 de Perú, según la Organización Mundial de la Salud. Solo Argentina, con 10 litros por habitante al año, supera el consumo de Ecuador. Con la salvedad de que un 80% del licor que se consume allí es registrado y es vino, mayormente. En Ecuador, el 43% del licor que se consume tiene registro sanitario y es sobre todo licor destilado, con 40 y más grados de alcohol, según la Organización Mundial de la Salud.


En el caso de Franklin M. terminó siendo un alcohólico a los 14 años, después de pasar por el consumo de cemento de contacto y la marihuana . “Con siete años empecé a inhalar cemento de contacto en la calle y cuando estaba haciendo el curso para la primera comunión, mis amigos me dijeron que era mejor fumar marihuana para que no se dieran cuenta en la casa”, dice.


Hernando M. es el encargado del servicio de bar en esta reunión de los AA. Prepara el café y el té que son las únicas bebidas que ingiere en la internación. Lleva un mes internado y cuenta que su esposa prácticamente lo rescató de la basura. “No sé cuándo perdí el control, solía beber los fines de semana con mis compañeros de trabajo, pero en cierta ocasión me caí y perdí los dientes. Tuve que dejar el trabajo, dije que me habían asaltado, pero la desocupación fue peor porque empecé a beber a diario e incluso perdí los hábitos del aseo”.


Xavier Andrade, antropólogo de la Flacso, atribuye el inicio del consumo a que el alcohol “es un catalizador de interacciones sociales debido a su efecto desinhibidor y porque desde épocas prehispánicas los estados alterados que promueve han sido cultivados”. Andrade dice, además, que el alcohol no puede aislarse del consumo de otras sustancias. “Hay un valor intoxicante y un valor altamente ritualizado por igual, independientemente de si hablamos de una fiesta de 15 años, o de las fiestas de la cosecha en los andes ecuatorianos”.


Otro joven de 15 años, Jefferson N., evita decir exactamente cuánto tiempo lleva en este vicio. Empezó a beber para ganar seguridad en sí mismo. “Era bien callado, pero con el trago empezaba a ser divertido, alegre y era fácil entablar amistades”.


Como otros, tampoco pensó que iba a convertirse en un dependiente del alcohol. “No sentía que era alcohólico, pensaba que eso solo les pasaba a las personas mayores, a los que terminan botados por San Roque. Yo solo pensaba que tenía que disfrutar de la vida y seguía bebiendo”.


Solía escaparse del colegio para ir a beber. “Ya no me gustaba estudiar”. Sus padres le cambiaron de colegio para alejarlo de la gente con la que bebía y hasta le mandaron donde un psicólogo.


En breve pasó a la marihuana, para que no se den cuenta en la casa, “pero mi mamá se dio cuenta y cuando entraba en la casa me desvestía para ver si traía droga. Hasta me quitaba las medias”.


El consumo en la Sierra y la Costa es diferente. Las bebidas de alto contenido alcohólico son más recurrentes en las provincias del interior, mientras que la cerveza es más popular en las zonas tropicales. Carchi, por ejemplo, está en las antípodas de Los Ríos. En la primera provincia, la preferencia al consumo de bebidas fuertes es del 21% frente al 6% de preferencia por la cerveza. En la segunda, la incidencia de consumo de bebidas fuertes es del 18% frente al 10% de la cerveza, según la encuesta de Condiciones de Vida del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) del 2005 y esto se extiende hasta ahora. El consumidor de cerveza busca celebrar, acompañar comidas o refrescarse, mientras que el consumidor de destilados desea olvidar y emborracharse, como Cristina.

1 comentario:

  1. “BE WARE classic bar”
    Es es el primer bar cero alcohol de Quito, donde jóvenes y adultos tendrán un lugar donde poder divertirse sanamente y pasar un momento agradable, disfrutando de la música y videos del ayer.

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    Si te quieres divertir, lo puedes hacer igual, no necesitas el alcohol para hacerlo, nada más requieres de las ganas de hacerlo y de un ambiente agradable .

    “BE WARE classic bar” es una opción diferente, verdadera y valida, vamos a contar con un sin números cócteles cero alcohol, energizantes, gaseosas, aguas minerales, etc.

    Los cócteles sin alcohol tienen un aspecto idéntico a sus similares con alcohol, a diferencia de que son cero grados del alcohol, por lo que son aptos para cualquier tipo de persona incluso personas embarazadas.
    bewarebar@hotmail.com

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