miércoles, 28 de julio de 2010

cuando la gente rechaza al reportero

***SNN
rubendariobuitron
Una estudiante de periodismo me escribe, preocupada. Me dice que no sabe por qué ayer sufrió un rechazo tajante de una señora a la que quiso entrevistar para escribir una historia.

Su personaje es una viejita pobre que vende caramelos en un improvisado puesto callejero ubicado en el sector donde funciona la Asamblea Nacional, en Quito.

Se acercó a ella porque desde hace días le fascinó la idea de escribir una crónica sobre la mascota que acompaña a la señora. Se trata de un perrito pequeño al cual, según parece, la mujer quiere entrañablemente,.

Tanto es así que en la cajita de madera que sirve como casa para el can está llena de recetas del veterinario, certificados de vacunas, menú especial para perros...

La idea de la historia es buena, sin duda. Pero no es buena la manera en que la estudiante intenta acercarse a la señora.

Solemos creer que acercarnos a la gente bajo la etiqueta de periodistas nos abre todas las puertas, pero esto es un error grave.

A la gente, en especial cuando es pobre, humilde y/o socialmente discriminada, hay que acercarse como gente, no como periodista.

Al periodista (y mucho más en estos tiempos de estigmatizaciones y desprestigios) la gente no lo acepta por periodista, sino por gente, por persona, por ser humano común, por ciudadano que comparte con otros ciudadano sus intereses, preocupaciones, alegrías, avatares, sueños.

Por eso no cabe la arrogancia (consciente o inconsciente) de declararse "periodista" como si esta condición fuera suficiente para que cualquier persona nos abra los brazos y nos cuente todo lo que queremos que nos cuente.

Hay que ser humilde, pero humilde en serio, no como impostación ni disfraz. Hay que ser sencillo, simple, cotidiano, pero no como máscara sino como realidad.

Declararse periodista cabe con el poder. Con el poder que ahora, sobre todo, nos mira por debajo del hombro, nos asume con desprecio, nos degrada como supuestos cómplices de la injusticia social y económica que ha vivido en Ecuador.

Un colega llamado Jesús, fotógrafo colombiano, dijo alguna vez una verdad contundente: el problema de muchos periodistas es que somos humildes con los poderosos y poderosos con los humildes.

Y la vida es al revés.

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