domingo, 15 de mayo de 2011

En Bogotá feria del Libro, la fiesta es del Ecuador

***SNN

Libro del Presidente Correa entre los más vendidos


Ingreso. Artistas vestidos con llamativos trajes indígenas dan la bienvenida al pabellón de 3.000 metros cuadrados. cerca de la entrada al recinto ferial, en el sector del Centro Nariño. Foto: Alejandro Moya/Expreso



El pabellón que reúne obras literarias, teatro, artesanía, gastronomía, música y cine nacional es uno de los más visitados en la Feria del Libro en Colombia.

Gastronomía. La comida ecuatoriana tiene su espacio en un restaurante dirigido por el chef quiteño Santiago Chamorro.


Infantes. En el laberinto los niños se divierten mientras los guías les narran historias y alimentan sus fantasías, al final todos reciben un helado de paila.


Recuerdos. El éxito de venta de cerámicas, tejidos y otras artesanías determinó que pronto se montará un almacén en Bogotá con obras de Cuenca, Quito y Otavalo.


Expreso | Alejandro Moya
Corresponsal en Colombia


Con el amor como lema, en 3.000 metros cuadrados el Ministerio de Cultura ecuatoriano realiza un gran despliegue para mostrar con orgullo las letras, las artes, el teatro, la música y otras manifestaciones de la gran variedad de la riqueza del país. No queda excluida ni siquiera la comida. En la 24ª edición de la Feria Internacional del Libro de Bogotá, Ecuador -el país invitado- montó una fiesta de dos semanas a la que se calcula podrían ingresar unas 400 mil personas.


Ecuador ama la literatura, Ecuador ama la música, Ecuador ama el sabor, Ecuador ama la lectura se lee hasta en el último rincón de los tres niveles del pabellón 2 de la Feria del Libro, inaugurada el jueves de la semana pasada por los presidentes Juan Manuel Santos y Rafael Correa y que cerrará sus puertas mañana.


Es un montaje con más de 2.000 títulos de literatura, poesía, historia, ensayos, estudios académicos, fotografía, libros, juegos infantiles, gastronomía, muestras artesanales en lana, cerámica, madera, joyería, riquezas naturales, conversatorios, debates literarios, muestra cinematográfica y de vídeos.


“Estamos tratando de corresponder al reto que implica ser el Invitado de Honor de esta Feria”, dice con orgullo Paulina Salazar, quien desde julio del año pasado es la coordinadora de Ferias del Ministerio de Cultura de Ecuador y quien tiene a su cargo la exposición ecuatoriana en Bogotá.


El ecuatoriano es uno de los 17 pabellones del recinto ferial de más de 200 mil metros cuadrados que cada año congrega a lo mejor de las letras latinoamericanas y de parte del mundo. Allí están las mejores librerías y casas editoriales de Colombia y otros países interesados en el mercado nacional.


Un inmenso portal con el lema “Ecuador ama la vida”, plasmado bajo llamativo círculo de colores recibe al visitante a escasos cien metros de la entrada principal del recinto ferial, en el sector del Centro Nariño de la capital colombiana.


No bien se ha cruzado el umbral, camino de la primera rampa hacia la exposición artesanal, empieza el despliegue artístico y cultural. “Tenemos siete clases de maíz”, dice Odín Palacios a un grupo de niños. Con su traje de lino blanco y rápidos movimientos de manos explica que de ese producto de origen indígena salen las humitas, las sopas de Semana Santa y cantidad de recetas orgullo de su país.


La política presente


“De banana Republic a la no República” recibe en primera línea a los visitantes en la librería. Es el libro que lanzó en la Feria el presidente Correa. Allí comparte vitrina con obras de autores como Abdón Ubidia, Javier Vásconez, Edna Iturralde y Gabriela Alemán, entre otros.


Indudablemente el libro presidencial ha sido el ‘best seller’ del pabellón ecuatoriano. “Ya no quedan sino 47 de los 250 que trajeron”, dijo al atardecer del martes Jeimy Sánchez, joven colombiana que atiende una de las cajas de pago.


Otro de los libros de mayor venta es “El gran hermano”, de Paradiso Editores, escrito por Juan Carlos Calderón y Christian Zurita. Jeimy no tiene cifra de ventas de esta obra, que se refiere a los negocios de Fabricio, hermano del presidente Rafael Correa, pero dice que podría estar en el segundo lugar en ventas.


Muchos visitantes preguntan por “Huasipungo”, la clásica novela de Jorge Icaza, pero algunos se van con las manos vacías porque solo se vende en una colección de cuatro libros del mismo autor.


No faltan los críticos. El lector colombiano Jorge Benavides dice que en Bogotá le sucedió lo mismo que en la reciente Feria del Libro de Buenos Aires, donde “estaba vetada” la obra “Nunca Mordaza” del ecuatoriano Carlos Vera. Su crítica es apoyada por la escritora ecuatoriana Karina Marín, quien luego de comprar “Traiciones y rupturas”, ensayos de varios autores sobre los últimos siete presidentes del Ecuador, dice que “aquí no están representadas todas las editoriales ecuatorianas” y faltan los nuevos poetas y los escritores más importantes de su país.


“La Cámara del Libro de Ecuador invitó a todas las editoriales, sin distingo de ninguna clase”, afirma Paulina Salazar.


Además del grueso de visitantes, los primeros tres días de esta semana tuvieron a escuelas y colegios de la ciudad como invitados especiales. Cuentistas, teatreros y diversidad de artistas los deleitaron, además de grupos teatrales ecuatorianos como Matapalo y la Espada de Madera que les enseñaron a armar libros y les presentaron obras como “El tío Caracho”.


A la salida del laberinto que se construyó para los ‘locos bajitos’, como llama a los pequeños el cantautor español Joan Manuel Serrat, se formaron largas filas en torno a un hombre que hace girar un inmenso recipiente y entrega conos con helado de paila de mora.


“Ecuador ama el sabor”, reza un gran letrero que recibe a los comensales en el restaurante dirigido por el chef ecuatoriano Santiago Chamorro, venido especialmente desde Quito para ofrecer tres clases de ceviches, locro de papa con queso y chicharrón, helado de arroz con leche con moncaiba y dulce de chiguaicán.


“Esta Feria ha superado todas nuestras expectativas”, dice Paulina Salazar con una sonrisa de satisfacción. Es el resultado del trabajo de una delegación de 250 personas. Narradores, poetas, periodistas, cineastas, teatreros, músicos y expositores tuvieron a su cargo la animación de esta fiesta cultural.

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